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La historia de esta casa comienza con un flechazo. O dos. El primero, al conocer un solar en venta en la zona de les Rotes, ... en Dénia, con unas vistas maravillosas que se adaptaban a los deseos de Johan y Kristin Driessen, una familia belga enamorada del clima mediterráneo. El otro flechazo fue en realidad una conexión total entre los Driessen y el arquitecto Antonio Altarriba, responsable del proyecto. «Supuso un gran reto profesional, que aunaba los valores minimalistas con los elementos más rústicos», explica Altarriba, que ha incluido la Casa Driessen en una publicación arquitectónica de obras firmadas por él y llamada '15 proyectos con 15 historias'.
El arquitecto explica que el proyecto «explora las posibilidades de los volúmenes masivos, tratándolos con dos texturas distintas, la piedra y el blanco». Los muros de mampostería se han construido con la técnica de junta seca, un método ancestral donde no se incorpora ningún otro material de unión entre las piedras y que se ha usado durante siglos en la Comunitat Valenciana; todavía se puede contemplar en los márgenes de los bancales dedicados al cultivo.
La casa está ubicada en un entorno increíble, ya que desde cualquier punto de vista se puede ver el mar. La edificación hace precisamente una aproximación gradual a él, cerrando accesos y al mismo tiempo abriendo huecos en determinados lugares estratégicos para generar ventilaciones cruzadas.
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De este modo, los espacios exteriores son tratados como parte de la casa, ya que la apertura de los volúmenes al mar es total, y permite conectar por completo el exterior con el interior. En determinados casos, como la ventana de la cocina, se difumina la línea fronteriza, haciendo que uno de los materiales de este proyecto sea precisamente el azul del mar Mediterráneo.
El edificio está apoyado en un zócalo de piedra enclavado en el terreno, con las aperturas siempre hacia el lado este, lo que permite, además de ofrecer magníficas vistas, dotar a las estancias inferiores de luz y ventilación. Sobre este zócalo se apoya el volumen de piedra del estar, en planta baja el acceso y cocina-living y en planta primera la habitación principal, rematando el conjunto con un volumen a tres alturas que es el de las escaleras que comunican el zócalo con los diferentes cuerpos. En total, la superficie construida es de 334 metros cuadrados, repartidos en una cocina-living, una sala de estar, cuatro habitaciones, cuatro baños y un WC.
Altarriba está muy orgulloso de un proyecto del que se encargó la constructora Nideker, y que pudo estar terminada en un tiempo récord de siete meses. Pero, sobre todo, el arquitecto está muy ligado emocionalmente a este proyecto porque fue el inicio de «una increíble relación con los Driessen, que nos abrieron también las puertas de su casa; los hemos visitado en Bélgica innumerables veces y se han creado los lazos de una larga y longeva amistad», explica el arquitecto, que terminó el proyecto en 2016.
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