Sábado, 19 de marzo. Son las diez de la noche y los dos presentadores del Telediario de La 1, Igor Gómez y Lara Siscar, dan paso a la cremà en directo de las Fallas. «Me he emocionado, no lo he podido evitar», confiesa la ... periodista tras ver arder el monumento de la comisión Exposició-Micer Mascó y devolver la conexión al estudio.
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¿Por qué se emocionó Lara Siscar, una persona que casi siempre se muestra contenida? En una entrevista a LAS PROVINCIAS unos días después, confiesa que detrás de esas palabras había valencianía y amor por las Fallas, pero también una sensación de vuelta a la normalidad después de que, dos años antes, fueran las primeras fiestas en suspenderse. La gandiense se estrenó en septiembre de 2019 al frente de los informativos del fin de semana y, en estos largos meses, ha tenido que informar de decretos de confinamientos, ocupaciones de hospitales o cifras de muertos a diario. Por una vez, las llamas eran un soplo de aire fresco en la voz de Lara.
-Los valencianos que estábamos viendo ese día el informativo nos emocionamos contigo...
-¿Sabes aquello de que el periodista no debe ser protagonista? Yo siempre tiendo a la discreción, a recogerme. En mi día a día soy muy afable y me río con mucha facilidad; también en el Telediario si la ocasión se da, pero lamentablemente la actualidad lo permite tan pocas veces…
-Qué época para contar las noticias.
-Recuerdo con la pandemia aquellas comparecencias tan largas que solía hacer el presidente del Gobierno para anunciar medidas tan extraordinarias, que muchas veces resumíamos allí mismo, en directo, en esos telediarios de dos horas; lloraba esas noticias, intentando contenerme y con la piel de la nuca erizada. Recuerdo un directo desde Feria Valencia, tras la suspensión de las Fallas, rodeada de ninots, emocionada, pensando en la fiesta, en la gente, en todas las personas que viven de ello. Por eso fue para mí tan importante hablar de la cremà, de ese final feliz.
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-Para mucha gente presentar un informativo es quizás uno de los mayores logros a los que puede aspirar un periodista. ¿Lo ves así?
-Me siento muy afortunada de poder presentar un telediario en la televisión pública, para mí es un privilegio absoluto y lo agradezco cada día que me levanto y voy a contar las noticias. Sin embargo, justo ahora, con la guerra de Ucrania, vemos corresponsales trabajando muchas veces en primera línea de fuego... Los que estamos en el estudio parece que nos llevamos el mérito, pero ser periodista es mucho más que presentar.
-¿Era tu sueño de pequeña?
-Cuando era pequeña yo me veía más como científica que como periodista. De hecho, empecé Farmacia, estuve estudiando en el campus de Burjassot y lo dejé en segundo. No sé, no me acababa de ver en una farmacia y parecía que el cuerpo me pedía una formación que me permitiese interactuar con personajes que tuviesen cosas que contar, así que me decidí por el Periodismo.
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-Si miras atrás, ¿cuánto de suerte, cuanto de talento y cuánto de trabajo ha habido en tu camino?
-Nadie que trabaje en un lugar que le apasione puede negar que la suerte es importante. Pero esta profesión es muy dura; yo tengo 45 años y he estado en todos los puestos en que puede estar un periodista, empalmando contratos de tres meses hasta llegar a estar dos años sin parar porque no me atrevía a decir que no por si acaso no me volvían a llamar. He hecho jornadas interminables y trabajos muy duros, todo para intentar mantenerme viva en una profesión donde hay tantos compañeros que intentan abrirse un hueco. Así que, sin desdeñar la suerte, estoy muy satisfecha de mí misma porque he trabajado mucho a lo largo de estos años.
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-Inés Ballester me contó que sufrió el síndrome del impostor, que durante un tiempo pensaba que no se merecía aquel trabajo de presentadora. ¿Te ha pasado? ¿Crees que les sucede más a las mujeres?
-Si a Inés le pasaba, te tengo que decir que a mí también, aunque cada vez menos, porque creo que es una cuestión de madurez aprender que ese síndrome de la impostora, ese dudar de ti misma hasta el punto de que te inhibes, es una especie de cruz que nos imponemos a nosotras mismas y que tenemos que quitarnos de encima. Lo he comentado con amigas y también les pasa, mientras que a los hombres parece que mucho menos.
-Todavía estamos atrapadas en la imagen que se proyecta de las mujeres. ¿Has sentido machismo como presentadora?
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-Sí. Cualquier mujer que salga en televisión, que se expone públicamente, es una diana fácil para los machistas de esta vida, que sigue habiendo muchísimos, lamentablemente. Desde lo más común, que es que se te juzgue por el físico -'se está haciendo mayor...' ¡pues sí, como tú!- o cuando cometes un error o explicas una noticia desde un punto de vista que el espectador no comparte, y la crítica va por la parte física. No acabo de entender cómo todavía tiene cabida en esta sociedad.
-En una época de tu vida todos los titulares sobre ti hablaban del acoso en redes que sufriste. Es importante visibilizar pero, ¿sentiste que sólo había interés por ti como víctima?
-Sin ir más lejos, hace unos días unas compañeras me pidieron una entrevista para hablar sobre el acoso. Llevo años diciendo que no, porque a mí me pasó hace mucho tiempo y porque una no quiere ser identificada con una etiqueta. Está claro que existen, en este caso víctima de acoso y no lo voy a negar. Sigo pensando que es importante visibilizarlo y cuando yo lo conté lo hice porque a mí me lo pidió la Policía, porque entonces la gente no se lo tomaba en serio y no se hablaba de ello. Pero mi vida sigue adelante y quizás ahora es el turno de otras personas que lo han sufrido.
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María José Carchano
-El éxito profesional se disfruta mucho al ver el orgullo en la familia, por ejemplo. ¿Te ocurre?
-Mis padres están muy orgullosos de mí, casi tanto ellos de mí como yo de ellos. Viviendo en el pueblo, que la presentadora del Telediario, que se ve tan lejos, sea su hija, les da mucha satisfacción, sobre todo porque saben como nadie cuánto he currado para llegar ahí.
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-No había antecedentes en tu familia...
-Qué va. Mi madre era peluquera y a pesar de que dejó de trabajar cuando nací, es un ejemplo de esas mujeres de la anterior generación que curraron toda su vida sin que se les reconociera. Todavía hoy peina pelos de fallera y cose indumentaria valenciana. Mi padre es electromecánico y ha trabajado toda su vida en mantenimiento en la Ford, en Almussafes.
-Has dicho alguna vez que eres de pueblo.
-Nací en Gandia pero luego me fui a vivir a Xeraco, en la comarca de la Safor y, años más tarde a Sollana, en la Ribera. Son pueblos de cinco mil habitantes, así que si digo que soy de pueblo lo digo con todas las de la ley.
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-¿Es difícil en la distancia mantener el contacto con quien te conoció antes de ser una cara conocida?
-Soy hija única y voy mucho a ver a mis padres, normalmente cada mes, o mes y medio, estoy allí tres o cuatro días. En esos viajes casi siempre encuentro tiempo para tomar un café o salir a cenar con mis amigas de Xeraco, a Mati y a Silvia, o con las de Sollana, a Carmen, Vero, María. O para estar con mis primas hermanas, con las que paso en Gandia la mitad del verano. Ella siempre han formado parte de mi vida y son muy importantes para mí.
-¿Es difícil conciliar cuando el trabajo es en fin de semana?
-En mi caso no, porque mi pareja y yo decidimos que no íbamos a tener hijos. Él en realidad trabaja los siete días de la semana pero siempre encontramos nuestros ratos para salir a cenar, nos sentamos juntos a leer, a conversar, cuando podemos nos escapamos y hacemos un viaje corto… el hecho de no tener hijos lo facilita todo mucho. Y también vivir en Madrid, donde un martes o un jueves hay vida social.
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La pareja de Lara Siscar es el periodista y poeta Antonio Lucas, que lleva años trabajando en El Mundo, donde dirige el suplemento Esfera de Papel, y acaba de debutar como novelista con 'Buena mar' después de una carrera consolidada como poeta. Con dos libros publicados a sus espaldas, 'La vigilante del louvre' y 'Flores negras', Lara Siscar también es escritora y leer es una pasión compartida. «Te encantaría ver mi casa, no hay una sola pared que no tenga libros», dice.
-No tener hijos es una decisión que la sociedad no entiende la mayoría de las veces.
-No puedo decir que nunca nadie me haya presionado, pero sí es cierto que te acompaña a lo largo de la vida. Ahora ya no, porque tengo una edad, pero cuando era más joven hay preguntas que me han acompañado constantemente: «¿y tú, cuando?» o «no te preocupes, todavía eres joven».
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-Puede doler.
-Esos comentarios se hacen con muy buena voluntad pero llevan implícito que la gente da por sentado que vas a querer hijos y que si nos los tienes es porque no has podido. Y cuando me preguntan: «¿no tienes hijos?», y respondo que no, me dicen: «no pasa nada, hoy en día se vive muy bien sin niños». Por eso ya he aprendido a decir por decisión propia, para que la gente no me mire con un poquito de pena. En el caso de mi madre, hubiese querido ser abuela, y en alguna época ha insistido un poco más, pero ya ha aprendido que su hija no está hecha para eso y que somos muy felices así.
-Cuando a los 45 años has conseguido presentar un informativo en la televisión pública, ¿qué otros retos te planteas como periodista?
-Siempre me quedará una gran cobertura como enviada especial. Yo he informado desde fuera del estudio, he sido cronista parlamentaria, he hecho directos desde Moncloa… no sé cuánto tiempo seguiré en un estudio porque no depende de mí, pero cuando deje de estarlo creo que intentaré ser una periodista enviada especial a grandes ocasiones.
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