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Manuel García-Portillo ha decidido que no quiere irse de este mundo sin haber dejado una huella profunda. No, no le vale haber sido empresario de éxito. Ni siquiera darle una buena vida a los suyos. Su objetivo va más allá, y tiene que ver ... con el territorio, como él llama a todo lo que no sea ciudad. Origen se llama el proyecto que ha puesto en marcha en la tierra de sus antepasados, en Moixent, y cuya filosofía intenta explicar a todo aquel que está dispuesto a escuchar cómo pretende dignificar el mundo rural. «Yo lo que quiero es atraer personas al territorio», dice, y como es partidario de «obras son amores y no buenas razones», ya lleva compradas varias masías para su rehabilitación, campos de cultivo, tiene una bodega, elabora aceites y pone en valor la zona para ofrecer experiencias a través de la gastronomía. Él lo llama el club de las personas, porque Manuel García-Portillo se define como un humanista que está intentando regresar a aquel lugar de la infancia que tan bien conoció. Las lluvias de los últimos días han fastidiado una visita a les Terres del Guerrer y la entrevista se traslada a una buena mesa, porque García-Portillo se define como «un sufridor y, a la vez, un disfrutador».
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María José Carchano
-Usted ha vuelto al lugar al que ha pertenecido su familia.
-Mi padre era de Moixent, hijo de empresarios agricultores, y de lunes a viernes se dedicaba a enseñar y el fin de semana trabajaba la tierra. Yo me iba montado en una Vespa con él, y recuerdo dormir en el campo después de la trilla, las historias que me contaba, el contacto con la tierra. Poder haber integrado ciudad y territorio es muy bonito.
-Con el tiempo se convirtió en empresario. ¿Tenía claro su camino?
-Absolutamente. Me considero un empresario y encantado de serlo. Un empresario no es más que alguien que desarrolla sus ideas y las pone en práctica y, además de hacerlo, arriesga su dinero. Y eso es lo que he hecho desde los 27 años, cuando fundamos la primera empresa, que era Tecnidex. Desde entonces no he hecho más que invertir para obtener beneficios y dar puestos de trabajo.
Manuel García-Portillo tiene claro que quiere rodearse de buenas personas, porque «serán buenos profesionales». Habla del enólogo de su bodega, Diego Fernández, alguien que ha entendido el objetivo del proyecto. García-Portillo disfruta con cada visita, enseñando lo que ya ha conseguido en estos últimos años.
-¿Qué ha aprendido como empresario? Porque en una trayectoria siempre hay lugar para el éxito pero también para el fracaso.
-La verdad es que no he tenido la suerte de fracasar para volverme a levantar. Siempre he preveído demasiado, y sé que no es tan positivo, pero yo sé que no puedo fallar.
-Qué autoexigencia.
-Y de hecho no he puesto todavía en marcha el Proyecto Origen porque quiero que sea lo más perfecto posible, y mientras vea un defecto no puedo ponerlo en el mercado. Es la realidad de una vida de autoexigencia, para lo bueno y para lo malo. Soy un sufridor y a la vez un disfrutador.
-¿Por qué?
-Cuando decidí vender el 75% de Tecnidex, como a mí me gusta controlar, tenía que poner en marcha otros proyectos, porque sino no tendría la satisfacción de ser un creador; me gusta crear cosas, que no deja de ser la base de un empresario.
-¿Eso es Origen?
-Proyecto Origen es un club de personas para personas. Sí, se vende aceite, vino, pero se trata de hacer felices a las personas. A mí lo que más me maravilla es cuando me escriben cosas bonitas para despedirse. Ahí ves el alma de cada persona, y tengo una hemorragia de satisfacción porque no hay quien venga aquí que no diga: 'qué maravilla'.
-¿Todos los proyectos los hace por disfrute?
-Absolutamente. Pero además, ¿dónde voy a hacer una inversión más bonita que en el territorio que he conocido y he disfrutado? Con el mismo dinero podría comprar un solar y construir un edificio, o invertir en un fondo y sacarle rentabilidad sin moverme de casa. Pero eso hubiera sido mi muerte, porque yo lo que quiero es ser protagonista de mi propia historia y que cuando me entierren me rieguen con una botella de vino, a ser posible de la mejor botella de una de mis fincas Casa Turus o Casa la Muda. Me han preguntado si estaba loco, yo digo que estoy haciendo una locura.
-Y le va a trascender.
-Y ni siquiera tengo claro a quién trascenderá, porque no tiene que ser sólo a la familia, no pasa nada. El proyecto ha de ser viable y con sentido. Yo me quiero ir de ese mundo feliz, y para eso no puedo ser prisionero de mí mismo, necesito hacer lo que llevo dentro. Mi alma es un alma en búsqueda.
-¿En qué momento de su adolescencia se dio cuenta de que era una persona que quería crear cosas?
-En realidad fui un adolescente tímido e inseguro. El rugby me hace crecer personalmente, me ha dado personalidad, me ha dado aplomo y me ha permitido conocer a líderes humanos, Paco Soler y Alfredo Bonilla, que han sido como mis padres. El rugby ha sido una enseñanza de vida: sólo existe el éxito si trabajas.
-Desde sus estudios iba encaminado hacia el campo.
-Estudié ingeniería técnica agrícola, y fue vital no haberme ido a ingeniería industrial, porque yo en una industria me hubiera muerto y en la agricultura estoy vivo. Todo lo que yo he hecho en esta vida ha estado en torno a la agricultura.
-Sé que su cabeza no para, que siempre ha tenido en mente nuevos proyectos e ideas.
-Para poco... Estoy todo el día dándole vueltas, de lunes a domingo, pero es que yo tengo un sueño y lo que quiero es hacerlo realidad.
-Se hubiera muerto de funcionario...
-(Ríe) No me lo quiero ni imaginar.
-¿Cree que sería bueno que le copiaran?
-Mi sueño es que entiendan qué estoy haciendo, que sé que no es fácil, porque hace falta tiempo para la reflexión. Porque quien tiene un modelo tiene un tesoro que se puede replicar tantas veces quieras. Porque, además, con tanta innovación, tecnología, competitividad... ¿dónde va a trabajar la gente en el futuro?
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Begoña Clérigues
-¿Lo cree así?
-No hay un plan global para dentro de diez años en la industria, y donde hoy hay cien trabajadores, quedarán cinco. Y habrá que solidarizarse con los que hacemos cosas. Volkswagen está muy bien, pero ¿dónde está el Plan Renove del territorio? Yo quiero hacer una amalgama entre personas de ciudad y personas de territorio. Es tan fácil que a veces da pena tener que contarlo tantas veces.
-¿Cuánto hay en todo esto de los principios que ha recibido?
-Todavía recuerdo a mi madre, tan espiritual, que siempre nos dejó ser seres libres. Ella misma murió vestida de carmelita seglar y ni yo mismo lo sabía. De mi padre aprendí la parte más terrenal, y a lo largo de mi trayectoria me he ido nutriendo de esos principios, de otros valores que se han ido sumando, y de las creencias. Y este proyecto es un proyecto para el renacer de personas. Y me siento feliz cuando me dicen: qué contentos estarán en Moixent al ver cómo se revaloriza la zona. No puede haber mayor satisfacción en estos momentos.
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