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La modelo Sara de Antonio con Sugar, en uno de sus viajes juntos. LP
La mascota de Sara de Antonio

La mascota de Sara de Antonio

Sugar Ray Leonard llegó a la vida de la modelo para quedarse. Ambos comparten una existencia placentera marcada por sesiones de trekking, baños en el mar y una complicidad única

ELENA MELÉndez

Domingo, 31 de marzo 2019, 00:24

Sara de Antonio trabajaba como modelo en Milán el día que sintió un flechazo por un 'jack russell', la raza canina originaria de Reino Unido conocida por su fuerza, agilidad y resistencia. De vuelta en Valencia, Sara contó a sus allegados el encuentro y, poco tiempo después, con motivo de su cumpleaños, recibió de regalo un ejemplar al que bautizó como Sugar Ray Leonard.

Sara, que nunca había tenido perro, sintió una afinidad inmediata con ese can de espíritu curioso e inquieto, y desde ese momento se convirtió en su compañero inseparable. «Era precioso, como una bolita. Ha sido uno de los mejores regalos que me han hecho. El hábitat natural de esta raza es el bosque, son cazadores, parecen tranquilos por el tamaño pero no paran ni se cansan nunca», afirma esta modelo valenciana, que además trabaja en el departamento de relaciones públicas de Palau Alameda.

Sugar es un perro de rutinas que espera cada día sus dos paseos, el de la mañana y el de la tarde. Sara aprovecha estos momentos para hacer ejercicio gracias a las largas caminatas que les suelen llevar desde el paseo de la Pechina hasta la Ciudad de las Artes y las Ciencias. «Él siempre te cansa a ti, ahora mismo está más tranquilo porque le han tenido que operar de un ligamento, pero si no te dobla. A veces hacemos trekking en Porta Coeli, le encanta la montaña. Ir con él me ayuda a concentrarme en mi ejercicio».

DNI

  • Nombre: Sugar Ray Leonard

  • Edad: Once años

  • Raza: Jack Russell

  • Origen: Comprado en un criadero de Valencia

  • Gustos: Sali a pasear por el río, bañarse en el mar

Asegura Sara que hay palabras mágicas como 'calle' que no puede decir en casa o que evita hacer ruido con monedas o llaves pues, para Sugar, se trata de las señales inequívocas de que ha llegado la hora del paseo y se aposta junto a la puerta con entusiasmo. Sugar tiene un temperamento extremadamente protector, en especial con los niños. Como ejemplo, Sara relata la experiencia de hace unos veranos cuando llegaron a una cala de Ibiza y el perro salió disparado hacia el mar al ver a un niño bañándose solo. «Pensó que se estaba ahogando. Corrió como loco, se metió en el agua y nadó hasta él. Cuando se dio cuenta de que estaba bien se dio la vuelta».

LP

Cuando Sara se va de viaje a veces tiene que dejarlo en una residencia canina. Sugar se queda ladrando quejumbroso pero al momento se junta con el resto de perros y se olvida. «Es muy social e independiente, tanto que una vez se escapó del parque y se volvió solo a casa, no se ni cómo lo hizo porque atravesó la avenida del Cid. Me asusté muchísimo, me llamó una vecina y cuando llegué estaba esperándome en el portal». Sara afirma que Sugar le ha aportado paz y que ahora mismo no se imagina una vida sin él. En su caso, además, se cumple esa idea extendida de que existen afinidades entre perros y dueños, «es inquieto, curioso y noble, como yo. Los perros además adquieren tu educación y tu manera de estar en los sitios. A veces estamos sentados en el sofá y me mira con una cautela y profundidad que sorprenden. Le falta hablar».

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