Netflix es el nuevo sexo
La vida (des)madre de Elena Meléndez ·
Quedarse dormido en plena trama emocionante es el equivalente a un 'coitus interruptus'Secciones
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La vida (des)madre de Elena Meléndez ·
Quedarse dormido en plena trama emocionante es el equivalente a un 'coitus interruptus'La afirmación valdría para un artículo de divulgación científica: Netflix y el resto de plataformas 'streaming' se han convertido en el nuevo sexo. Si hace un tiempo las parejas estables se metían en la cama y uno o ambos miembros anhelaban algo de contacto íntimo, un encuentro que llegaba a consumarse una media de 54 veces al año según estudios de 2015, la realidad ahora es bien distinta. No hay postura ni fantasía sofocante que logre eclipsar las ganas de tragarse el estreno de la última entrega de 'La Casa de Papel'. Consultados distintos jóvenes de la generación millenial, es decir, aquellos nacidos entre 1981 y 1996, si prefieren un domingo por la tarde de sofá, manta y retoce, o si se decantarían por un bol de palomitas y una maratón de ficción, la segunda opción ganó por apabullante mayoría.
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Los motivos, planteados por sociólogos y sexólogos, son dispares. Está la falta de tiempo, el cansancio físico, la dependencia que tenemos a nuestro móvil o los cambios inevitables que se producen en las parejas y en nuestros cuerpos y mentes. Si echo mano de experiencias de amigos y conocidos se da una paradoja. Es cierto que las horas que pasan frente al televisor en pareja han aumentado en detrimento de la frecuencia sexual pero, y aquí está el dato que debería llamar nuestra atención, las fantasías han aumentado, pero en un plano que no es el físico. Lo han hecho en forma de ensoñaciones, recreando escenas o situaciones que conectan con nuestro inconsciente más provocador y nuestro cerebro decide emular.
Aquí van unos ejemplos. Tony Soprano es un jefe de la mafia con sobrepeso y pocos escrúpulos que viste con chándal, come sin levantar la vista del plato y pierde los estribos con facilidad. Este personaje, que sobre el papel desterraría la líbido de cualquier mujer para siempre, despliega en pantalla un abanico insondable de matices y vulnerabilidad, que hace que muchas mujeres que conozco se imaginen a sí mismas con el pelo cardado y botas altas preparando boloñesa en la cocina mientras Tony, en albornoz y puro en mano, las abraza por detrás con el arma cargada. Las fans de 'Juego de Tronos' reparten la calentura entre el rollo guaperas de Jaime Lannister o el gesto sensible de Jon Snow. La trama y la brutalidad de algunas escenas les sube la fiebre pero, cuando el capítulo llega a su fin y miran a su pareja en camiseta y gayumbos, su deseo se convierte en una estalactita.
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A las que vieron la serie 'The Affaire' y se fascinaron por esa pasión tan desbocada como ilícita entre un escritor de renombre casado y una camarera en Montauk, se les disparó el deseo al imaginar esas escenas de sexo en la playa… con otro que no sea su esposo. Coincidir en gustos con tu pareja a la hora de escoger serie, mirarse a los ojos tras el 'the end' de un capítulo y decir al unísono «¿otro?» es el kamasutra del 2021. Hacerle spoiler a tu amor es peor que clavarle unos cuernos como estacas. El mando a distancia es hoy más codiciado que el Satisfyer y quedarse dormido en plena trama emocionante es el equivalente a un coitus interruptus. Bad Bunny, el poeta reggaetonero de la nueva generación, describe en su tema 'Vete' la esencia del desamor en tiempos de Netflix: «Se acabó, por ti ya no siento nada, de nuestra serie ya no salen temporadas».
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