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Álex Jordán tiene la capacidad de poder ver qué está sucediendo más allá de lo que alcanza su vista. Según su pareja, Max Rese, se ... debe a que le gusta tenerlo todo bajo control, y Álex, el peluquero estrella de Valencia, no lo niega. ¿Para qué, si tiene bastante trabajada esta parte de sí mismo? En realidad, Álex ha conseguido sus logros gracias a una mezcla de talento y a una enorme capacidad de trabajo, que han convertido su centro, ubicado en El Corte Inglés de Colón, en un trasiego constante de mujeres que sólo quieren ponerse en sus manos, algunas muy conocidas, como la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, las socialités Mayrén Beneyto, Elena Ravello y María Cosín o la influencer Violeta Mangriñán, además de haber peinado a Susana Griso Beatriz de Orleans, Isabel Preysler, Carla Pereira o Jessica Asensio. Ahora es Max quien se pone a prueba. A nivel profesional, porque ha tomado el mando de la barbería de El Corte Inglés, a la que ha llamado Clandestino, y tiene muy claro su objetivo. «Siempre me gustó el servicio al cliente, y este va a ser un lugar en el que los hombres puedan sentirse cómodos, que puedan tener un espacio propio con su identidad». Como pareja, el reto también existe, porque ahora van a trabajar a apenas unos pocos metros de distancia. Los dos se ríen, sabiendo que no va a ser fácil.
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-¿Cómo se conocieron?
-Álex. Nos conocimos en la barra de un bar tomando un gin-tonic, nos hablamos... bueno, le hablé yo, -como ya sabes, a mí me gusta controlar la situación- y nos intercambiamos los teléfonos. Estuve pico pala hasta que al final...
-Max. (Ríe) Sí, sí, te aseguro que fue pico pala... Y ya llevamos juntos... ¿son cuatro, cinco años?
Hemos quedado un miércoles por la tarde en la peluquería de Álex, que hierve de actividad. Lo ha dejado todo preparado para que siga funcionando sin su supervisión, aunque de vez en cuando se mueve aquí y allá, conversa con una clienta, con un empleado. Mientras, Max habla por teléfono sin parar, metido de lleno en los preparativos de la inauguración de la barbería, que lleva desde el día 1 de febrero abierta al público. La pareja se presta generosa a las fotos, los dos altos, delgados, bien parecidos... Max con traje, clásico, Álex más rompedor. Sin embargo, a la hora de mostrarse, al estilista le cuesta hablar de sí mismo, mientras que el argentino es mucho más abierto. Hay otras diferencias: Álex es un enamorado de su tierra, Valencia; Max siempre ha sido menos apegado.
-¿Cuál es el balance de estos años juntos?
-Max. El balance es muy positivo. Las relaciones multiculturales siempre tienen el no dicho de la cultura; lo que más cuesta es entender esos no dichos, y cada uno tiene los suyos. Supimos encajar, en esas palabras de lo que uno quiso decir y el otro, con otra cultura, entiende. Y la verdad es que estamos muy bien, muy felices.
-Álex. A mí estar con Max me ha nutrido y alimentado de muchas experiencias que no conocía, porque él ha vivido en muchos sitios distintos, tiene ese saber estar después de haberse codeado con princesas, con reinas, cuando trabajaba en París. Sabe captar muy bien a las personas, también a mí, así que nunca le puedo mentir porque me pilla enseguida (ríen).
De sangre italiana y libanesa, Max, diminutivo de Maximiliano, salió hace ya muchos años de su Buenos Aires natal. En su trayectoria vital ha residido en Francia, Estados Unidos, Suiza o Inglaterra, ha trabajado para grandes firmas de moda como Jean Paul Gaultier, Versace o Gucci y sólo conocer a Álex le ha motivado a establecerse en un lugar, Valencia, de forma estable. Antes de iniciar su propio proyecto, estuvo trabajando en la joyería Rafael Torres. «No puedo estar más agradecido», asegura.
-Max, ¿qué cree que le ha aportado Álex?
-Max. Lo que más me ha aportado ha sido estabilidad, seguridad, un hogar, una familia y un lugar que pueda apropiarme como mío sin ser mío. No soy una persona muy romántica, pero el amor del otro es una responsabilidad que hay que cuidar, por más que los tiempos, las rutinas, el tira y afloja hace que haya todo lo que tenga que haber. Con mi nuevo proyecto me está apoyando muchísimo con su saber hacer.
-Álex. Somos una familia. Hace poco estuvimos con su hermana en Buenos Aires y me he sentido como en casa, porque me han hecho partícipe de todo, y yo pienso que él en la mía igual. Mi madre lo quiere como si fuese un hijo.
-Max. Nos cuidamos y nos protegemos mucho. Hay un vínculo muy sólido, a pesar de que somos muy diferentes, porque, como le digo yo, él es un romántico y yo lo opuesto. A él le gusta controlar y yo me siento más libre.
Álex se siente apegado a la tierra que le vio nacer y adora Valencia, Max ha pululado por el mundo, fiel a unas raíces de migrantes que buscaron lejos de sus hogares un futuro mejor. Pero hay puntos en común, como su necesidad de tener algo propio. Max se aferra a su acento porteño para no olvidar de dónde viene, y donde vuelve a menudo.
-¿Piensan que sentir orgullo hacia el otro es importante para la relación de pareja?
-Max. Cuando subía las escaleras y veía su imagen en grande en la puerta de la peluquería me hinchaba como un pavo real, porque él nunca me contó sus logros. Es muy reservado con su trabajo, pero para mí es un orgullo que él haya conseguido lo que ha conseguido, y estoy convencido de que podría lograr mucho más.
-Álex. Yo también lo estoy de él, cuando me cuenta que ha estado con Jean Paul Gaultier, con Gucci... Y hay veces que lo mataría (ríen).
-Álex, ¿por qué cree que le buscan?
-Álex. Ser auténtico es muy importante. (Se queda pensando) Pero es que me siento incómodo cuando una señora me dice que nunca la han peinado como yo.
-Max. Se ve muy extrovertido, pero al mismo tiempo es muy reservado para sus capacidades...
-Álex. Tengo además un equipo en el que me apoyo muchísimo.
Hace poco más de una década, Álex Jordán estuvo trabajando para Loewe en Madrid, y allí conoció a personalidades como Isabel Preysler, a quien ha peinado en más de una ocasión. Pero el estilista, que nació en Albal, donde vive todavía toda su familia, decidió volverse a Valencia.
-¿Ha tenido propuestas para irse de Valencia?
-Álex. Me han ofrecido hace poco un proyecto en el barrio de Salamanca de Madrid pero es que yo estoy muy a gusto en mi ciudad. No me quiero ir de Valencia.
-Max. Había posibilidades de crear un pop-up (tienda efímera) en Argentina, en Brasil, en diferentes lugares de Europa, pero es muy reacio, también porque le cuesta mucho delegar. No estaría tranquilo...
Álex. ¿Qué es la ambición? Es que yo lo que se me ha metido en la cabeza siempre lo he conseguido. Si quisiera más tendría más, pero no me apetece, estoy bien.
-Max. Le gusta la zona de confort. Y tampoco despega, es muy contenido. Así está muy bien, aunque sigo creyendo que tiene mucho potencial todavía por desarrollar.
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