Los jóvenes se llevan mal con la enfermedad y la muerte. Es normal, están muy alejados de una realidad asociada a la vejez y su mundo se concentra en amigos, estudios y proyectos de futuro. Por eso, cuando Diana de Arias sufrió un ictus estando de Erasmus maduró de golpe, en apenas unos segundos. Ahora que todavía no ha llegado a los treinta su historia tiene todos los elementos que permiten soñar a lo grande, que algunos llaman milagro y otros espíritu de superación. Apenas se le observan secuelas, aunque estén ahí, pero para esta diseñadora gráfica lo importante es la actitud. Y si, además, se convierte en un referente y le dan las gracias por ello, no puede pedir más. Está feliz.
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-Sufrió un ictus. ¿Cómo lo recuerda?
-Fue un shock bastante grande; recuerdo que había vuelto de Roma en Navidad para ver a mis padres y un día me desperté y veía doble, mi cuerpo no respondía, no coordinaba, no podía levantarme de la cama y me asusté muchísimo. El TAC vio que de los doce nervios que tenemos ocho estaban afectados; tuve la suerte de que no me afectara a los latidos del corazón ni a la respiración, así que me salvé de milagro. Me operaron a vida o muerte, y estuve siempre consciente, tomando decisiones que afectaban a mi vida, a la real; ahí maduré en cuestión de segundos. -
¿Cómo salió?
-Tuve unas secuelas brutales tras la operación. No podía andar, ni comer, medio cuerpo paralizado… así que me pregunté: «¿qué hago ahora con esto?». Una de las pocas cosas que podía hacer era leer, y empecé a devorar libros como una loca sobre neurociencia, alimentación, rehabilitación… todo lo que pudiera ayudarme a conocer lo que me había pasado. Junto a profesionales, mi energía y mis ganas de vivir vi que podía recuperarme. A los seis meses les dije a mis padres que quería volver a la universidad. Se echaron las manos a la cabeza.
-¿Cuáles fueron las claves de su recuperación?
-La persona tiene un papel fundamental; te rehabilitas si tú quieres. Esa energía, constancia, dedicación y compromiso lo adquiere la persona, y yo siempre lo digo: «firmé un contrato de compromiso conmigo misma cuando tomé la decisión de ir a por todas para rehabilitarme».
-¿En qué momento surgió la idea de crear Decedario?
-Cuando terminé Diseño Gráfico, pensé que el proyecto de final de carrera debía de unir lo que yo había estudiado con esa experiencia tan potente que viví. Me di cuenta de que yo podía hacer un material adaptado a las necesidades de los pacientes, de los terapeutas y rehabilitadores, que había un déficit en ese sentido. Trabajé mucho, tuve una nota increíble y al colgarlo en redes sociales la gente empezó a interesarse. Y cuando llegaron los premios pensé: «¿habré hecho algo que de verdad vale la pena sacar al mercado?». Algo me removió por dentro.
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-Hay gente que ha sufrido una experiencia muy dura, que al cabo del tiempo ve que volvería a pasarla por todo lo que ha aprendido.
-No tengo ninguna duda de que no hay mal que por bien no venga. Todo lo que he experimentado en este proceso ha sido muy personal, he aprendido cosas que no hubiera aprendido de otra forma, con un final feliz. He trabajado muchísimo y todavía estoy en ello, pero creo que hay que ponerse delante de los retos y verlos desde otro punto de vista. De hecho, tengo secuelas, pero con creatividad puedo hacer las cosas de otra forma. Además, soy consciente de que me podría ocurrir otra vez, lo tengo asumido.
Millones de ideas. Diana de Arias tiene miles de ideas en la cabeza, todas relacionadas con su proyecto. «Hay varias extensiones previstas, después llegará la internacionalización». Por este motivo, no tiene más sueños que los que están relacionados con su actividad profesional. «Ha terminado siendo mi forma de vida y mi filosofía. Es una sensación muy gratificante porque todo lo que he vivido ha sido increíble, y estoy muy motivada y ilusionada», explica Diana.
-¿Cree que ha encontrado un propósito en la vida?
-Cuando sufrí el ictus me preguntaba por qué me sucedía esto a mí, qué sentido tenía, y me atormentaba muchísimo, pero me di cuenta de que no era la pregunta correcta. Que lo que tenía que cuestionarme en realidad es por qué me ha sucedido, qué puedo sacar de esto, a quién se lo puedo explicar.
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-Además de crear un material de ayuda a las personas con daño cerebral, ahora da charlas, conferencias y habla con familiares y pacientes que han pasado por lo mismo. ¿Cuántas veces le han dado las gracias?
-El feedback es increíble. tanto de profesionales como de familias, porque se sienten identificados conmigo y para mí ser un referente es todo un hito. Esos son los mejores premios que puedo recibir. Cuando veo alguien disfrutando con lo que yo he hecho es como si se parara el mundo. Nunca imaginé algo parecido, aunque es cierto que siempre tuve una cierta sensibilidad social; para qué estamos aquí si no es para ayudar y mejorar la calidad de vida de las personas.
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-¿Ha conseguido llevar una vida de una joven de treinta años?
-Totalmente. Quedo con amigos, voy al gimnasio, hago deporte, y también llevo una rutina, una buena alimentación. Me he dado cuenta de que lo necesito, también para mi negocio. Desconecto para crear.
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