Con una guitarra se aficionó a la música Fernando Boix. Jesús Signes

¿Quién es Fernando Boix?

Un productor le dijo que como músico no servía, pero que tenía futuro en esta profesión. Encarna la estabilidad frente al torbellino emocional de los artistas, a quienes pide entrega. «El talento se presupone, la actitud es lo más importante para conseguirlo»

MARÍA JOSÉ CARCHANO

Domingo, 17 de febrero 2019, 01:00

Escribo esta entrevista mientras escucho la música que ha producido Fernando Boix en su estudio de Valencia; temas de grupos como Polock, Bombai o El Viaje de Eliot, y si hay alguna conclusión que extraer es que, pese a que apenas tiene treinta años, es tremendamente bueno en su trabajo. Hablamos en el sofá de una casa que es a la vez un estudio, que además es un lugar donde dormir y despertarse a grabar de madrugada, que comparte con músicos que deben cumplir un requisito principal: creer en lo que hacen y no dejar de soñar.

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–Uno de pequeño no tiene como vocación ser productor.

–Yo tendría unos diez años y ya tocaba la guitarra y componía canciones. Con quince le pedí a mi padre una tarjeta de sonido un poco mejor para poder grabar mis temas. En realidad, todo el mundo empieza así. A los dieciocho intentaba contactar con productores grandes, y me liaba a llamar a gente hasta que me contestó Nigel Walker, asistente de estudio en las grabaciones de los Beatles y que estuvo detrás de casi todos los números uno de España en los noventa. Y él me dijo: «Fernando, las canciones que me has mandado son una mierda pero eres muy buen productor». Le hice caso porque disfrutaba con ello.

«Mi familia hipotecó su casa para que pudiera montar mi estudio»

–¿Cuándo llega el momento en que puedes vivir de tu profesión?

–Enseguida. Yo estoy un poco loco y fui a mi padre y le dije: «Me voy a dejar la carrera e iré al banco a pedir un crédito para montar un estudio». Es cierto que el primer día mi familia no me entendió, pero el segundo decidieron apoyarme e hipotecaron su casa para que pudiera establecerme por mi cuenta. Tuve la suerte de que los primeros grupos que produje salieron bien y pude pagar las facturas. Hasta hoy.

–¿Qué has aprendido con esta profesión?

–Me he dado cuenta de que lo más importante es tratar los proyectos con cariño. Y que todo se haga de una manera muy auténtica. Nunca voy a generar música solo por dinero, o porque le guste a la gente. Y tratar muy bien a la gente que te encuentras por el camino.

–¿Por qué?

–Esta industria es pequeña y quiero trabajar solo con quien me aporte cosas personales, porque al final, por alguna razón, los proyectos salen mejor.

–¿A alguien le has dicho que se dedique a otra cosa?

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–(Ríe) No como me lo dijo Nigel a mí, pero sí les digo que algo es una basura y que pueden construirlo mejor. Cuando lo digo me toman en serio. Y eso que los artistas a veces son muy complicados.

Fernando Boix, músico de vocación y productor por devoción. Jesús Signes

–¿Tiene mucho tu trabajo de psicólogo?

–De hecho, yo te diría que la mayor parte del trabajo, más que técnica y música, es gestionar esas emociones. Porque piensa que para ellos la música que traen es como un hijo, que han ideado en su casa cuando estaban muy tristes, o muy contentos. Y valoran la persona tranquila al lado.

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–¿Te has dado cuenta de que ves el talento?

–Creo que sí, pero es una cuestión de actitud, de querer comerte el mundo y saber que puedes hacerlo; hay un punto en común en todas estas personas que les va bien, y es que creen en su música al mil por mil.

Una espina clavada

  • Ser miembro de una banda Fernando Boix quería ser músico, y quizás esa es su espina clavada, que se quita cuando toca en bandas de amigos. «Subo al escenario un rato y para mí con eso es suficiente, adoro tocar con mis amigos». Le gustaría, además, tener más tiempo para ver bandas en directo, porque su gran pasión es precisamente la música desde cualquier punto de vista, delante o detrás de una pecera.

–¿Es más importante esa actitud que el talento innato?

–Es difícil decirlo, se les presupone talento, pero si no tienes las ganas no hay nada que hacer. Hay que pelear, y pelear, y el que persiste acaba consiguiéndolo, porque es una cuestión de aprendizaje que tenemos todos. El problema es que mucha gente se cansa antes, la música puede ser muy dura a nivel económico y buscar un trabajo estable antes de lograrlo.

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–No sé si todos los padres hubieran hecho lo que hicieron los tuyos.

–Es cierto, pero tampoco fui un adolescente loco, vieron que nunca había dejado nada a medias, y aunque es verdad que la decisión no era fácil sé que ahora están muy contentos.

–¿Es fácil que la música te absorba completamente?

–He aprendido que, cuando acabo a las seis o las siete de la tarde, tengo que cortar. Lo necesito. Al principio me costaba mucho más pero es que con la música estamos haciendo arte, y si no te olvidas y vuelves con la cabeza fresca no puedes crear. Con estrés es imposible.

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–¿Quién es tu apoyo?

–Mi novia, a pesar de no tener nada que ver con la música -su artista favorito es Joaquín Sabina- es la que más me ha apoyado, la que se ha comido todos mis miedos y siempre está ahí. Sin ella sería mucho más difícil.

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