![¿Quién es Santiago Salvador?](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201812/05/media/cortadas/santiago-salvador2-kaOG-U601798377820GG-624x385@Las%20Provincias.jpg)
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MARÍA JOSÉ CARCHANO
Viernes, 25 de enero 2019, 02:24
Esta entrevista le sirve a Santiago Salvador, presidente de la asociación Fuente del Jarro de Paterna y de la Federación de Polígonos Industriales de Valencia, para echar la vista atrás. Y emocionarse. Tiene delante de él, encima de una mesa de despacho llena de papeles, algunos álbumes de fotografías antiguas, de su etapa como corredor de coches, también de la época de esplendor de la empresa Galletas Río, que fundó su abuelo. Pero esa nostalgia no está reñida con una actitud muy positiva en este economista de formación. «Hay que adaptarse a los nuevos tiempos», dice. Algo nervioso, pues no está acostumbrado a las entrevistas, aunque su historia y la de su familia da para escribir un libro.
-¿Por qué ocupa este despacho?
-Mi padre fue alcalde de Paterna y promotor del polígono industrial. Contruyó colegios como el Villar Palasí o el Vicente Mortes, e incluso hizo posible la llegada del agua potable, pues iba con mi madre con un palo de madera buscando un pozo por los problemas que tenía Paterna de abastecimiento hídrico. Lo encontró. Él tenía ya ochenta y seis años y una piedrecita en el zapato porque la ciudad no lo hubiera reconocido, y finalmente, ese año, en marzo, le pusieron su nombre a la plaza central del polígono. En junio murió. A mí me ha movido ese agradecimiento, así que decidí ocupar este puesto.
-Es además presidente de la Federación de Polígonos de la Comunitat Valenciana.
-Sí, ocupo cargos en diferentes entidades y estoy encantado con lo que hago, aunque de algunas responsabilidades he dimitido varias veces. Y no me dejan. Nadie quiere ocupar el puesto, será por el sueldo… (ríe).
-Se crió en una familia de empresarios muy conocida en Paterna.
-La historia de Galletas Río nació en 1914, la creó mi abuelo, que también fue alcalde de Paterna. En aquel momento tenía un ultramarinos que comenzó a suministrar a los cuarteles; empezó a hacerse grande la empresa al comprar maquinaria con el fin de poder hacer pasta para sopa con la que los soldados pudieran comer. Unos años después, durante la Guerra Civil, le encargaron a un tío mío una cantidad grande de galletas, también para los militares, y tuvo que pedir un horno moruno, que mantuvo encendido día y noche hasta que estuvo preparado el pedido. Decía otro tío que aquellas primeras galletas las tiraban contra la pared y no se rompían.
-¿Qué pasó luego?
-Mi abuelo murió joven, con cuarenta y pocos años, y sus hijos eran adolescentes todavía. A los pocos días del fallecimiento les embargaron dos veces, y ese fue el origen de la familia Salvador, porque se dedicaron toda su vida a trabajar. Mi padre decía que era lo único que sabía hacer.
-Años después, la familia vendió la empresa. Usted se tuvo que reinventar.
-Yo he pasado por tres vidas profesionales: la primera, en Galletas Río, luego estuve diecisiete años en el mundo de las agencias de viajes, que me vino muy bien porque me dio la oportunidad de recorrer medio mundo y me abrió la mente. Después, a raíz del fallecimiento de mi hermano Gerardo, tuve que meterme en el sector de artes gráficas.
-¿No le dio miedo empezar de nuevo, en ese sentido?
-No, hay que adaptarse, y yo creo que con buena actitud, ganas y rodeándose de un buen equipo las cosas salen. El presidente de Mango decía ayer en la televisión que el secreto es trabajar, trabajar y trabajar, y el segundo, saber tener a los mejores. Eso es fundamental.
Con los pies en el suelo Santiago Salvador presume de tener los pies en el suelo, de haber sabido adaptarse a cada circunstancia. Quizás le hubiera gustado «terminar algunas cosas», pero no se arrepiente, por ejemplo, de la venta de la empresa, pese a que luego desapareció de Paterna. «Es lo mejor que podíamos hacer», dice, aunque la emoción, a veces, al echar la vista atrás, le humedezca los ojos.
-¿Aspiraba a jubilarse pronto?
-No me jubilé por voluntad propia, pero en cualquier caso sigo ocupado. Veo una parte positiva en todo esto porque ahora me estoy dedicando a actividades que antes no podía hacer. A la vida hay que adaptarse y no echo de menos lo que tenía antes.
-Además, usted disfruta de muchas aficiones.
-Fui corredor de coches, ahora estoy en un grupo de veteranos de karts, me gusta viajar, el mar… hay que crearse ilusiones, no puedes pensar en lo negativo, sino ser positivo y ver el lado bueno de las cosas, incluidas las personas. Las tóxicas y las negativas las elimino de mi vida.
-¿Tiene hijos empresarios?
-Mi hija es secretaria judicial, otro está de comercial en una gran empresa, y el tercero en la empresa familiar. No son empresarios, ellos serán quienes decidan lo que quieren hacer, para mí lo importante es que estén a gusto y sean felices. Si me lo pregunta, sí me gustaría que alguno lo fuera, porque es lo que a mí me enseñaron mis padres. Me acuerdo que mi madre siempre decía que ella prefería tornillos a joyas.
-¿Cómo le gustaría que le recordaran cuando se fuera de las instituciones que ahora preside?
-Quizás que eché una mano, que conmigo los polígonos industriales dieron un paso más, que se consiguieron mejoras necesarias. A mí mi padre siempre me hablaba de que hay que tener la conciencia tranquila. No creo que haga falta más.
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