María José Carchano
Valencia
Miércoles, 17 de abril 2019, 23:32
Tamara Gorro parece un vendaval cuando entra por la puerta, acompañada de varias personas como si se tratara de una estrella de Hollywood. Maquillada de forma impecable, con un vestido maravilloso y una sonrisa de oreja a oreja, domina a la perfección las artes de la imagen, por algo se ha criado en la televisión desde que saliera por primera vez en el programa 'Mujeres, hombres y viceversa'. Sumados unos cuantos años más se ha convertido en una de las caras fijas de los programas rosa de Mediaset, una fama que creció todavía más cuando se casó con el futbolista Ezequiel Garay, actualmente en el Valencia, y que la ha llevado a establecerse en la capital del Turia. Ahora publica su segundo libro, 'Rendirse nunca', que al día siguiente de su publicación tuvo que ser reeditado y ha estado en el 'top' de ventas durante varias semanas.
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-Usted, que ha tenido un hijo gracias a un vientre de alquiler y otro por fecundación in vitro, ha anunciado que va a adoptar un tercero. ¿Por qué?
-Porque me encantan los niños y adoro a mi familia, desde muy pequeñita lo he deseado y ahora es el momento.
-Ha dejado atrás el frío de Rusia. ¿Tenía muchas ganas de volver a España?
-Sí, claro, yo amo España, no es porque sea el mío, sino porque es uno de los países más bonitos del mundo. Allí hace mucho frío, no entendía a nadie, y la gente era todavía más helada que el clima. Yo, que soy una tía extrovertida, que hablo hasta con las paredes, en Rusia no me relacionaba con nadie.
-Así y todo llegó a presentar un programa.
-Es que en la vida hay que trabajar.
-A pesar de que, si quisiera, no tendría la necesidad.
-Sí la tengo porque yo no dispongo de dinero. Otra cosa es con quién esté.
-¿Lo ha tenido claro siempre?
-Siempre. Es que es la realidad, y no se puede distorsionar. ¿Tienes para vivir sin trabajar? Pues a currar, no te queda otra opción. Cuando uno se va de vacaciones es porque tiene un dinero ahorrado y sabe que puede irse. Hay gente que ni siquiera eso puede permitirse, y el claro ejemplo es mi madre. En mi casa no había dinero y tenía que ir a limpiar, y eso es lo que me ha inculcado mi familia, que mañana no sé en qué posición económica estaré, que en cualquier momento una gota de agua puede deshacer el castillo de arena.
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-¿Cómo era usted de adolescente?
-Yo tuve una época de joven que se me iba la cabeza, una adolescencia absurda e incoherente, pero finalmente tarde o temprano acabas haciendo lo que has mamado en casa. Mi madre, que lo ha sido todo para mí porque mi padre falleció muy joven, estaba todo el día currando, de binguera, se pasaba las noches con un papel y un boli desesperada. Entonces te das cuenta de que lo que tienes que hacer es ayudar.
-¿La han apoyado?
-Nunca me han dejado de lado, aunque no siempre me hayan apoyado, que es muy distinto. Les asustaba cuando escuchaban que en los concursos de misses las chicas se acostaban con unos o con otros, que si había sobornos… A mí jamás me ha pasado, pero es verdad que con dieciocho años creía que me las sabía todas y no tenía ni idea de la vida.
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-¿Tenía claro que lo suyo era la televisión?
-Ahora puedo decir con la cabeza muy alta que soy comunicadora, y que cuando empecé en televisión descubrí mi profesión. Que aprendí con Jesús Hermida, era la niña de sus ojos, y me siento muy orgullosa, aunque todavía esté en proceso de aprendizaje y sea aún un yogur desnatado.
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-¿Cree que alguna vez no la han tomado en serio?
-Sí, he estado en un programa y he visto cómo los de al lado se estaban riendo de mí. Se creen que las rubias somos tontas, pero ahora me piden entrevistas y a mí no me interesa.
-Es un mundo muy complicado en el que se mueve.
-Complicado pero bonito, y yo soy muy afortunada, así que chapó por mí. Tengo más defectos que virtudes, que desmaquillada soy un orco, carácter el peor del mundo, rencorosa a veces, orgullosa a más no poder… no pararía, pero virtudes una por encima de todas, y es que soy superauténtica.
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-Ya lleva publicados dos libros. ¿Por qué escribir?
-En el colegio le escribía cartas a mi madre; ella lloraba a moco tendido y me decía que tenía un don para la escritura. ¿Y sabe de qué estoy orgullosa? De que la gente me lee por la ayuda que les presto, y la gente, cuando viene a que le firme el libro me abraza llorando.
-¿Qué le ha aportado su marido, Ezequiel Garay?
-Es el padre de las cosas más maravillosas que tengo en este mundo y mi admiración la va a tener de por vida, incluso si algún día llego a divorciarme de él. Además, es un tío espectacular, humilde, llano, buena persona y me quiere.
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