Secciones
Servicios
Destacamos
Que tu familia tenga un palacete es un caramelo envenenado. Mientras eres niña y no tienes que mantenerlo suena muy aristocrático. Tus amigas del cole dicen que vives en un palacio y tú vas por ahí sintiéndote la princesa elegida. Ya más mayorcita, la gente ... imagina tu vida como en un capítulo de 'Downton Abbey', deambulando entre salones enormes y escalinatas. Y así vas creciendo, entre la envidia de los demás y cierto orgullo de tu abolengo.
Noticia Relacionada
Has oído en casa que el palacio os está costando una fortuna, pero el día en que te toca hacerte cargo de él te enteras de lo que es bueno. «Un palacio es muy caro de mantener, o tienes una fortuna inmensa o hay que buscar una salida que sea económicamente viable», dice Alejandro Noguera, que nació y vive en el palacio de Malferit, en el número 22 de la calle Caballeros.
En su caso, la familia optó por dedicarlo a actividades culturales. El palacio tiene dentro el Museo L'Iber, con una de las colecciones de soldaditos de plomo más grandes de Europa. Como en las grandes casas de campo inglesas, una pequeña parte del edificio gótico se reserva para vivienda familiar. «Estos edificios son un pozo sin fondo, el mantenimiento es carísimo y cuando no hay termitas tienes que hacer alguna reforma. Apenas quedan familias viviendo y nosotros lo hacemos en un rinconcito, el 95 por ciento restante está dedicado a espacio cultural», cuenta Noguera.
Cuando Noguera era niño, había muchas más familias en la calle. «Estaban los Trénor, los Fernández de Córdoba, siempre ha sido una calle con familias valencianas que tenían cierto renombre. Nos conocíamos entre nosotros».
Laura Fitera también pasó su infancia en uno de estos palacetes. «A mi padre lo nombraron delegado de comercio y nos vinimos de Galicia. Vivíamos en la calle caballeros 14, nuestros vecinos eran los Senent y los Navarro. «Era la calle de la aristocracia; cada uno de los palacios pertenecía a una de las familias de la nobleza valenciana y tenía ese aire imponente de los palacios góticos. El ambiente era muy de barrio pero muy refinado, en las bodas iba el Marqués de Cáceres con el panadero, el bodeguero, todos nos conocíamos».
La periodista Cristina Grau vive en un ático en la calle caballeros. «Mi madre nació en el número 14, donde ahora vive mi hermana Begoña. En el portal de al lado vive mi primo Carlos Navarro con Natalia Meneu. Son muy pocos los que siguen residiendo ahora. Auxiliadora Borja, Carla Gómez Lechón y pocas familias más. En mi finca casi todo son pisos de alquiler y extranjeros». De las tiendas de barrio solo queda el horno de Lourdes.
Poco a poco, las familias fueron dejando los palacios, y los fueron ocupando instituciones o se alquilaron como espacios para eventos, o se trocearon en pisos. El indumentarista Enrique Marzal lamenta esa decadencia, porque es un lugar magnífico para vivir, y el artista Antonio de Felipe ha dejado Madrid por la calle Caballeros. El último en dejar su palacio vacío ha sido Enrique Trénor, que murió hace dos años escasos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El pueblo de Castilla y León que se congela a 7,1 grados bajo cero
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.