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Alejandro Bataller acaba de regresar de México, donde hace unos días arrancó la expansión internacional de Sha Wellness con una clínica similar a la que hace ya quince años funciona en el Albir, una desconocida playa de la costa alicantina entre Altea y Benidorm. ... De regreso a casa, el vicepresidente de la compañía que fundó su padre hace quince años ha pasado por Londres, donde ha recibido de manos de Conde Nast Traveller el premio al mejor 'wellness' del mundo 2024. Con un marcado acento argentino a pesar de que vive en España desde hace ya treinta años, Alejandro es uno de los tres hijos de Alfredo Bataller, un exitoso empresario inmobiliario argentino con raíces valencianas que puso en 2008 la primera piedra de un imperio por un problema de salud.
-Sha Wellness comenzó por una situación personal.
-Mi padre llevaba años visitando médicos sin conseguir una solución a sus problemas en el aparato digestivo y en 2002 le diagnosticaron una proliferación de células malignas en el colon. O sea, un tumor. Un conocido nos habló de un médico que era experto en medicina integrativa y nutrición, y le recomendó cambiar por completo su alimentación y su estilo de vida. Tengo que decir que mis hermanos y yo éramos bastante escépticos, pero en cuestión de semanas vimos una evolución espectacular en él. Empezó a tener una vitalidad que no tenía desde hace años y cuando volvió a repetirse el chequeo los médicos no daban crédito; no había ni rastro de las células cancerígenas. Le hablaron de una remisión espontánea, prácticamente como si fuera un milagro.
-¿Se convencieron en la familia?
-Totalmente. Nos abrió los ojos y empezamos a leer e investigar sobre este enfoque de salud. Tanto que yo mismo visité a aquel médico porque llevaba una década con migrañas. Me habían visto los principales neurólogos de España, que me recetaron una medicación diaria y, a pesar de ello, padecía dolores de cabeza de dos a tres veces por semana. Este profesional me dijo que lo que tenía era un exceso de toxinas y que necesitaba purificar mi organismo. En dos semanas perdí ocho kilos y me desaparecieron por completo los dolores de cabeza. Hasta el día de hoy, y han pasado más de veinte años.
-La medicina integrativa que aplican en Sha Wellness no es, sin embargo, una visión demasiado generalizada entre los profesionales de la salud...
-Se puede imaginar que eran pocos los que pensaban que un proyecto como éste podría salir adelante. Era muy arriesgado, en una zona muy poco habitual, sin tener experiencia previa en la materia, en un momento, 2008, de crisis internacional... A nivel médico, recuerdo la divergencia de opiniones en aquella primera reunión entre profesionales científicos y aquellos más holísticos. Lo maravilloso es que hemos conseguido en Sha un nivel de integración máximo. No es que haya diagnósticos enfrentados, es que no te hacemos dos veces la misma pregunta.
-¿Por qué en el Albir?
-Quisimos hacerlo en nuestra tierra, en una casa de veraneo que teníamos en la playa del Albir, que para mi padre era su paraíso particular. De hecho, a pesar de ser desarollador inmobiliario nunca había querido hacer ningún proyecto en ese terreno pero pensó que era el lugar idóneo para Sha. Y de hecho vive allí con mi madre.
Alejandro Bataller habla de Sha Wellness como «una experiencia transformadora de vida» en el que los «huéspedes» -lo prefiere a pacientes, porque quienes visitan esta clínica no están enfermos- les confían «siete o quince días de su vida y nuestra promesa de marca es ser capaces de ofrecerle lo último». Asegura que en su cartera tiene más de un millar de tratamientos. «Todo lo que se le ocurra que sea mínimamente invasivo y con un fin preventivo contamos con ello en Sha». Un vistazo a su página web da fe de ello, en una combinación de medicina, terapias naturales y alimentación saludable «para vivir más y mejor».
-Acaba de recoger un premio, pero no es el único que han conseguido en estos quince años de trayectoria. Se les conoce en todo el mundo y usted mismo contaba en una entrevista que en el aeropuerto de Alicante pasaron de no tener vuelos privados a sumar diez diarios.
-El 80% de nuestros huéspedes vienen del extranjero y hay gente que viaja siete o diez mil kilómetros para venir a un pueblito de la Comunidad Valenciana cuyo nombre nunca había oído anteriormente, y yo creo que es algo que nos tiene que hacer sentir muy orgullosos a los españoles y a los valencianos. En un mundo como el que vivimos, ser líderes mundiales en un campo determinado no es fácil y es una mezcla de factores.
-¿Cuál cree que es el más importante?
-Además de la excelencia, el cuidado genuino hacia nuestros huéspedes, en lo que mis padres han tenido mucho que ver. Para nosotros es mucho más que un negocio empresarial; además de ser nuestro estilo de vida, mi padre siempre ha visto este proyecto como una oportunidad de crear algo que impacte significativamente en la vida de las personas, de crear un mundo mejor, en este caso más saludable.
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Begoña Clérigues
-Sin embargo, Sha Wellness es una clínica que no puede permitirse la mayoría de la gente.
-Es un proyecto que busca la excelencia, enfocado al lujo, pero muy humano. Dan fe los testimonios que recibimos de nuestros huéspedes, líderes y personalidades, pero también gente anónima que después de hacer un esfuerzo económico está muy satisfecha porque ha supuesto un punto de inflexión muy significativo en su vida.
Una semana en Sha Wellness en un programa para conseguir el máximo potencial de un líder cuesta a partir de 6.000 euros, mientras el enfocado a antienvejecimiento y regeneración celular cuesta un mínimo de 7.500, ampliable siete días más por 5.000 euros, y que incluye desde análisis para determinar el perfil biológico, sesiones de crioterapia, detox... y un programa de nutrición, uno de los pilares que defienden los Bataller.
-¿Cómo es su alimentación?
-Mi esposa es vegetariana y uno de mis hijos, Lucas, ha heredado ese chip, así que sus comidas favoritas son la sopa de quinoa, el brócoli o las lentejas; es un caso de estudio, creo yo (ríe). Consumimos alimentos de origen vegetal con algo de pescado,esporádicamente ave, siempre ecológico de corral, y muy rara vez carne roja. No consumo lácteos, en alguna ocasión queso. De grandes referentes como Michio Kushi (considerado el padre de la alimentación macrobiótica moderna) aprendí la importancia del equilibrio, de la regla 80-20, que quiere decir que no hace falta comer saludable todo el tiempo. Pero es verdad que el cuerpo se acostumbra, y en esta etapa de mi vida en la que viajo la mitad del tiempo y no siempre puedo elegir el menú, cuando llego a casa necesito depurar.
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-¿Cómo gestiona el estrés, que dicen que es la pandemia de este siglo?
-Hay que aprender a convivir con él. En mi caso tengo una personalidad calmada, practico meditación, incluso en familia. Además, procuro hacer ejercicio a diario, un gran aliado para reducir el cortisol y dormir mejor, y que influye en nuestra capacidad cognitiva. Pero el ingrediente principal es dedicarte a algo que realmente te apasione, porque impacta en tu organismo y en tu salud.
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