
Ana Serratosa
«Ser Serratosa a veces me ha ayudado, otras no tanto»Secciones
Servicios
Destacamos
Ana Serratosa
«Ser Serratosa a veces me ha ayudado, otras no tanto»Ana Serratosa va desgranando con voz suave trazos de una vida profesional siempre cerca del arte contemporáneo. Se mueve con elegancia por la galería que ... alumbró hace más de veinte años, una vocación firme de la que no dudó nunca y que va indisolublemente unida a un apellido que habla de burguesía empresarial, pero también de una vena artística a través de un gran coleccionista: su abuelo José Serratosa Nadal. De hecho, la empresa familiar, Valenciana de Cementos, llegó a tener pinacoteca propia. Porque hablar de Serratosa es hablar de una parte de la historia de la Valencia del siglo XX, una familia de la burguesía empresarial que ha tenido negocios relacionados con la construcción, la aeronáutica o las inversiones financieras. Ana también ha desarrollado esas dos patas: la de la gestión del patrimonio familiar con su hermano Pablo a través del Grupo Zriser, que el pasado año declaró activos por valor de más de cien millones de euros, y la vocacional, donde vuelca toda su creatividad para lograr uno de sus sueños: acercar el arte contemporáneo a la gente. No ha sido fácil que Ana Serratosa accediera a una entrevista; a la discreción familiar suma una timidez con la que le cuesta hablar de sí misma.
Noticia Relacionada
-¿Siempre quiso trabajar en el mundo del arte?
-Desde pequeña me interesó. Me viene de familia, porque mi abuelo ya compraba arte, y eso que en aquella época no había muchos coleccionistas. Además de estudiar Historia del Arte, quise ponerlo en práctica en un momento en que este tipo de formación no tenía apenas salidas profesionales. Abrimos la galería Bretón cuando habían muy pocos espacios de arte contemporáneo. Y cuando empiezas ya no puedes parar.
-Sí, Historia del Arte no parece una de las formaciones con más futuro...
-Recuerdo que disfrutábamos mucho las clases y era curioso porque alguna amiga que estaba en la facultad de Derecho, justo al lado de la de Geografía e Historia, se escapaba a escuchar alguna clase. Nadie se las quería perder. Y en mi familia supieron que era realmente lo que me gustaba.
-Si mira atrás y ve el camino recorrido, ¿está satisfecha? ¿Ha llegado donde quería?
-Nunca llegas adonde quieres, sino que siempre aspiras a más. Estoy satisfecha porque he visto a lo largo de estos años una evolución en mí, en la que mi objetivo era presentar el arte de forma muy honesta: ¿por qué no acercarnos a la sociedad y transmitir lo que realmente vemos en esos artistas y que ellos entiendan y disfruten igual que los que nos dedicamos a esto?
-Pero los inicios no serían fáciles...
-Me acuerdo que el día que inauguramos la galería Bretón no cabía ni un alfiler, pero supimos que la exposición no fue ni entendida ni apreciada. Vi entonces que había una barrera entre la galería y la sociedad y que la persona que venía a ver la exposición era un mero espectador. Por eso, al cerrar la galería por la crisis decidí abrir en el año 2000 este espacio, en un ático. A mí me decían: nadie va a subir, el arte a pie de calle lo hace más popular. Pero yo no pensaba así. Yo quería crear un lugar donde la gente realmente disfrutara, conociera y recibiera lo que el artista quiere transmitir. No hacemos un buen trabajo si quien viene al espacio se va sin saber cuál es el mensaje. Así que mi objetivo siempre ha sido ese, relacionar a las personas con el arte de una forma distinta.
Ana Serratosa es una mujer que ha conseguido labrarse una sólida carrera profesional y su trabajo es muy valorado. Entre los artistas contemporáneos que ha representado, nombres tan consolidados como Carmen Calvo, Roberto Pugliese, Fernando Almela o William Steiger, y que pasan por su exigente filtro.
-Serratosa es un apellido muy reconocible en Valencia, ¿le ha ayudado o le ha pesado en su trayectoria profesional?
-Creo que un poco de todo. Te ayuda en ocasiones, en otras no tanto, pero yo tenía claro cuál era mi camino. Ser Serratosa no me ha influido en lo que yo quería ser.
-¿Ha visto el respeto en los ojos de los demás?
-Sí, y estoy muy contenta. Eso sí, el trabajo tiene que ser honesto, y todo ha sido fácil, en un camino donde ha habido pasos muy rompedores, como subirse a un ático o llevar el arte al cauce del río. O convertir los elementos comunes de un edificio histórico en un lienzo para artistas. He ido haciendo lo que realmente creía y no me ha importado equivocarme porque yo lo sentía así.
-Quienes viven el arte como lo hace usted les gusta rodearse de cosas bellas en su vida. ¿Le ocurre?
-Yo estoy muy acostumbrada a ver. El arte te cambia la mirada por completo, y estoy convencida de que crear espacios de una forma más cuidada, con mayor sensibilidad, hace la vida más agradable a la gente, incluso a aquellos que no lo aprecian. A mí me han dado las gracias por aquella iniciativa en el cauce del río, porque te lleva a otros mundos, a otras formas de hacer.
-¿Viajar es un disfrute mayor viéndolo de esta manera?
-Cuando viajo me encanta descubrir, y fruto de haber viajado, de ver cosas distintas que te sorprenden, consigues crear un bagaje que luego aplico a mi vida y a mi trabajo.
-¿Alguno de sus hijos le ha seguido en su pasión por el arte?
-De algún modo todos lo han hecho porque han desarrollado una sensibilidad y un interés por el arte como lo he tenido yo. Para mí ha sido importante que ellos lo vivieran de esta forma porque creo que te cambia la vida.
-¿Alguno ha mostrado interés por la galería?
-Por ahora no, pero nunca se sabe.
-Si yo quisiera ser galerista y le pidiera un consejo, ¿qué me diría?
-Le diría que escuche mucho, que vea lo que se está haciendo en el mundo del arte y que empiece a montar su propia historia. Al final, una galería es un espacio muy personalizado y el día de mañana, si yo no estoy, quien me releve hará otras cosas. Y está bien, porque hay que ser honrado con uno mismo y con lo que piensa, porque un espacio como este no deja de ser sino la esencia de quien la dirige.
-¿Eso quiere decir que cualquier pieza que pueda encontrar en su galería se la llevaría a su casa?
-Sí, claro. Me guío por ese filtro porque de otra forma no funcionaría. Realmente lo tienes que enseñar creyéndotelo, apostando por ello. Vender algo en lo que no crees para mí no tiene sentido.
-¿Desarrolla un galerista el ojo para ver el talento de un artista?
-A fuerza de ver, de escuchar, de estar atento siempre a lo que se mueve en el mundo del arte se detecta a los artistas por los que vale la pena apostar. Para mí, lo más importante es que todo tenga un sentido.
-¿Ha tenido que decir muchas veces que no?
-Con delicadeza. Quizás no es porque no tengan talento, sino que no es la línea de trabajo de la galería, y si no vas a poder ayudarles es mejor decirles que no.
-¿Cree que su futuro siempre estará ligado al arte?
-Continuaré porque yo siempre estoy inventando cómo aportar, cómo dar una visión distinta. Creo que soy creativa, pero con los pies en la tierra porque para mí el sentido común es básico. Dar sentido a las cosas hace que salgan de una forma fácil y fluida. Me veo en el mundo del arte, eso seguro, quizás con otros proyectos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El rincón de Euskadi que te hará sentir en los Alpes suizos
El Diario Vasco
Los ríos Adaja y Cega, en nivel rojo a su paso por Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.