La charla con Susana Remohí podría haberse centrado exclusivamente en volver la vista a 1998, al año en que dejó todo en suspenso para disfrutar ... de su reinado como fallera mayor de Valencia. Ella ha sido una de las más carismáticas en el cargo, ya se intuía ese desparpajo que después ha volcado en una trayectoria profesional delante de las cámaras. Pero lo que ha vivido Susana Remohí los últimos dos años ha sido tan bestia que la conversación vuelve al presente una y otra vez. Un presente transformador donde sus prioridades han cambiado y su escala de valores ha dado un vuelco total. Y en el que ha necesitado ayuda psicológica.
Publicidad
Noticia Relacionada
Reconoce que hace mucho que no se presta a una entrevista, y nos cita un día de mascletà en un piso con vistas privilegiadas a la plaza del Ayuntamiento, donde ejerce de anfitriona de amigos y conocidos. «Hace mucho que no me maquillaba», reconoce, entre el nerviosismo y las ganas de mostrar esa nueva Susana que, con 45 años, tiene ahora más claro que nunca que quiere exprimir la vida.
-¿Cómo se plantean estas Fallas para ti?
-Con todo lo que está pasando y hemos pasado cuesta creer que aquí estemos de fiesta y vayamos a celebrarlo con casi completa normalidad. En lo personal con muchas ganas, pero van a ser unas Fallas difíciles, porque venimos de una época complicada, en la que mi vida ha cambiado por completo. Y con un poco de vértigo en relación a la Ofrenda y determinados momentos. En septiembre de 2020 mi padre falleció de cáncer de páncreas y mi madre lleva un año en un residencia con un Alzheimer avanzado.
-Eso lo cambia todo.
Publicidad
-Lo cambia absolutamente todo, porque es una fiesta con dos vertientes muy claras, la de la diversión, la verbena, el casal y el pitorreo, y la parte extremadamente emotiva, donde todos pasamos momentos complicados si nos falta alguien o tenemos algo que nos pesa. Creo que es lo que hace tan especial esta fiesta.
-Has sido fallera de crecer en un casal.
-Empezamos en Arrancapins, mis padres, mi hermana y yo y mi tío Pepe (Remohí, cofundador del Instituto Valenciano de Infertilidad), que ha sido, junto a mi padre, el más fallero de la familia. En aquella época, como dijo una vez una fallera mayor infantil, las extraescolares estaban en el casal. Luego nos apuntamos a la comisión de la plaza del Negrito, pero siempre fueron una locura en casa. Para mi padre, la ilusión de su vida es que una hija suya fuera mayor de Valencia, y tuvo pleno al 15. Y mi tío es fallero de casal, de turno de taquilla en la puerta de la falla, de no moverse de la carpa en los cinco días…
Publicidad
-Hace ya casi 25 años que fuiste fallera mayor de Valencia, ¿cómo lo ves ahora si miras atrás?
-No tiene nada que ver. La evolución de la figura de la fallera mayor ha sido espectacular. Desde hace unos cinco años el momento de la Crida sirve para transmitir mensajes -la figura de la mujer, la Unesco...- que les acompañan durante todo el reinado. Hoy en día la fallera mayor tiene mucho más recorrido, más contenido y más mensaje.
Publicidad
-¿Era más una figura decorativa en tu época?
-No, nunca ha sido una figura decorativa. Yo tenía voz y presencia en muchos sitios y donde iba tenía que hablar. Ya tenía muchas responsabilidades, y durante todo el año había infinidad de situaciones en que lo tenía que demostrar. Creo que nunca se ha terminado de ver todo el trabajo que hace una fallera mayor hasta que no se vive en primera persona.
-¿Tiene una parte oscura también?
Publicidad
-Tienes momentos de vértigo, de debilidad… Por ejemplo, recuerdo que media hora antes de subir a las Torres (de Serrano) a hacer la Crida estaba en el coche llorando sin consuelo, muerta de miedo, porque tenía 21 años y me enfrentaba a 75.000 personas. Cuando no has hecho eso jamás, ¿cómo no va a dar vértigo? Y luego subes, hablas y automáticamente eres otra persona, porque has hecho un máster único. Recuerdo que la alcaldesa me dijo: «mira hacia un lado del río y hacia el otro. No se ve el final». Yo tiritaba.
-¿Tener apellido como en tu caso te ha ayudado o te ha perjudicado?
-En aquel momento mi tío no era tan reconocido como ahora, y yo venía de una familia normal, donde nuestro abuelo ha sido un referente porque tuvo la habilidad de la nada de montar un tallercito, que luego se hizo más grande. De ahí salió todo, entre otras cosas que el IVI pudiera empezar junto con Toni Pellicer porque entonces eran muy jovencitos y necesitaron ayuda de sus padres. Cuando fui fallera mayor, cuando mi tío se fue a Estados Unidos a estudiar...
Noticia Patrocinada
-¿Qué te han transmitido?
-Lo más importante del apellido y de todo lo que hemos recibido de la saga Remohí es la bondad; por encima de todas las cosas nos han inculcado ser buenas personas. A partir de ahí podemos ser mejores profesionales, más exitosos, tener una vida más cómoda, pero siempre ser bueno. Y no me olvido de mis orígenes, de hecho he vivido en el barrio donde nací 43 años, hasta que por la pandemia me fui a vivir fuera de Valencia, porque me da terror el Covid.
-¿Has tenido miedo?
-Me daba mucho miedo contagiarme porque no sabía lo que me podía pasar. Todavía estábamos confinados cuando le detectaron el cáncer a mi padre y en el IVO nos avisaban: «ojo, que lo de aquí dentro lo tenemos controlado, lo que está fuera no»; con la bajada de defensas por los tratamientos contagiarse le podía costar la vida. He vivido aterrada con el Covid, no he pisado un interior, iba con dos mascarillas a todas partes, me he limitado muchísimo para quedar con gente. Lo he llevado a rajatabla. Además, mi madre está en una residencia desde hace un año y tenía mucho miedo de contagiarme porque nos dejan sólo dos horas a la semana para poder verla.
Publicidad
-Perder a tu padre, no poder recurrir a tu madre. ¿Has tenido sensación de orfandad?
-Totalmente. El cáncer de mi padre y el Alzheimer de mi madre me han cambiado la vida, y de forma radical. Ahora soy otra persona. Efectivamente, he tenido que trabajar, en mi caso con psicólogos, cómo gestionar esa orfandad de un día para otro… Lo de mi padre fueron cuatro meses y quince días y, una vez falleció, a mi madre se le aceleró muchísimo la enfermedad. Eran muy jóvenes, con setenta años... hay días que todavía no me lo creo. Porque el cáncer es duro, pero el Alzheimer...
-¿Has reflexionado sobre la muerte?
-Mucho. Pedro Cavadas, con el que tengo amistad, me ayudó a prepararme para la muerte de mi padre y me hizo mucho bien. Estaré siempre en deuda con él por los consejos que me dio y cómo pude gestionar los últimos días. Durante el tiempo que estuvo enfermo yo lo dejé todo, porque cuando nos dieron una fecha de caducidad no quise renunciar ni a media hora de la vida que le quedara. Y ese es el mejor trabajo que he hecho en mi vida. Él, que no quería saber, estuvo feliz hasta el último momento, y había que estar fuerte para él.
Publicidad
-A nivel práctico, ¿cómo te ha cambiado la vida?
-Antes de que pasara todo esto el motor de mi vida era el trabajo; doce, trece, catorce horas diarias. Ya no. Ahora busco ratos para estar en paz, poder disfrutar de otras cosas, aunque sea estar en casa, sentada en el sofá sin tener preocupaciones; eso es vida. No necesito irme de viaje, a un restaurante o de compras. La vida me ha dado un giro total y las cosas más normales del mundo son las que más felicidad me dan.
-¿Cómo llevas el hacerte mayor?
-Fenomenal. Cumplir años es señal de que estás vivo, y cuantos más años tenemos más preparados mentalmente estamos para todo. Que el físico vaya por donde quiera; lo más importante es la cabeza y tener el corazón tranquilo.
Publicidad
-Si miras atrás, ¿sientes que has dejado algo por el camino?
-Creo que me hubiera gustado hacer Medicina o Farmacia. Mis últimos años vinculados a la comunicación corporativa en temas de salud me han despertado esa vocación que tenía de pequeña. El problema era que siempre fui negada para las ciencias... (ríe).
-¿Acabamos con un consejo para la fallera mayor de Valencia?
-(Piensa) No me gusta dar consejos. Sólo la he visto una vez en persona, pero Carmen me transmite mucha bondad, creo que tiene un corazón enorme y es muy fallera, aparte de preciosa. Cuando alguien desprende tan buen rollo y tanta bondad creo que lo tiene fácil para que le vaya muy bien.
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.