![Rosalía: quién es su diseñadora | El talento valenciano de Pepa Salazar, la diseñadora de Rosalía](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202301/28/media/cortadas/1460940107-RL6beQwLRcQ4GjVQAMV4mDL-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Celia Barreña
Domingo, 29 de enero 2023, 00:27
Todos hemos perdido clases a las que hubiese sido mejor asistir, como el día que explicaron el mito de la caverna, o en el que enseñaban cómo hacer un balance. Clases que, visto ahora, hubiesen solucionado los problemas de muchos. Espero que la lección de ... la pirámide de Maslow no la perdierais ninguno, pero por si acaso, aquí va la explicación: Abraham Maslow propuso, allá por 1943, una teoría que trataba de explicar la conducta humana, categorizando nuestras necesidades en cinco fases distintas. Cinco niveles organizados de manera jerárquica en los que solo se asciende una vez se ha cubierto el anterior, siendo el primer nivel el fisiológico, con necesidades básicas como respirar, alimentarse o descansar y el último el de autorrealización donde están la moralidad, la creatividad, la falta de prejuicios o la resolución de problemas.
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Lo de este jueves en la Fundación Cañada Blanch, fue una 'master piece maslowniana'. Maite Sebastiá y Pepa Salazar, dos mujeres valencianas, fueron convocadas en 'Mujeres de hoy', el ciclo organizado por la fundación que ha sido galardonado recientemente por el Ajuntament de València con el II Premio por la igualdad. Dos perfiles en la cúspide de la autorrealización, aunque ambas rehúyen de ser asociadas con el concepto del éxito. Porque de lo que Maslow no habla es de qué pasa después del último nivel. «Pensar que tienes éxito te limita, hace que no te quieras superar», dice la diseñadora Pepa Salazar. Entre los gajes de este oficio Pepa destaca el de llegar a odiar su trabajo con el paso del tiempo. Para los últimos de la fila que todavía no han consultado la pirámide, os diré que la aceptación de los hechos se encuentra también en este último nivel: «la vida tiene tantos éxitos como fracasos y no pasa nada, está genial», dice Pepa.
Lo que ambas tienen en común (además de conocer a la perfección la industria de la moda) es que las dos han construido su camino siguiendo su propia intuición. Sin un plan concreto, sin seguir las reglas, porque en la creatividad no existe un modus operandi. De hecho, si hay algo que a las dos les ha funcionado es hacer las cosas a su manera, como nadie más podría haberlas hecho, solo ellas. Y así han llegado Maite Sebastiá a dirigir la edición nacional de una de las cabeceras de diseño más importantes a nivel mundial y Pepa Salazar a diseñar el vestuario de la artista española más internacional del momento. Porque como bien dice Maite, «el talento sin trabajo no tiene mucho recorrido».
Empezó en la moda en la casa Loewe y con una trayectoria que suma ya diez años, la diseñadora cuenta con un amplio palmarés de galardones y otros éxitos, como haber vestido a Rosalía o a Nathy Peluso.
La de la periodista es una historia orgánica. Empezó en la revista Tendencias, en Valencia, luego en Telva, más tarde en Vogue, SModa y ahora como directora de Arquitectura y Diseño (AD).
Dos profesionales resultado de la suma de muchos factores. Por supuesto los básicos: leer, escuchar, observar, y otros tantos no tan obvios, como saber ver la fortaleza donde otros ven la debilidad. En el caso de la periodista, Maite Sebastiá ha sabido aprovechar esa inconsciencia que la ha impulsado con valentía al siguiente reto sin mucho pensar, «eso y la pasión por lo que hago han sido los motores de mi vida profesional». Otra manera de decirlo: sentirte bien en la zona de peligro. Y otra lección de filosofía, esta de mis favoritas: entender que, al final, lo único que permanece constante es el cambio. Este es el mensaje que lanzaron ambas, que resulta tan fácil como complicado de seguir. Estar a la vanguardia de uno mismo, sólo antes habiendo pasado los cuatro escalones anteriores, claro.
Otra de las cosas que Maslow no explicó es que se trata de una pirámide sin cúspide. Una estructura insaciable, sin techo, un techo que sí tiene Valencia a nivel laboral y que tanto Pepa como Maite tuvieron que esquivar. Una persona entre el público preguntó «¿qué le diríais a vuestro yo de 20 años que empieza a estudiar moda?», a lo que Pepa contestó: «¿Eres tú la que estudia moda?». Una pausa. «Vete fuera a estudiar». Un poco entre risas y con esa cara de no pretendo mentirte, Maite trató de ser más alentadora: «en Valencia hay un germen de la creatividad», y no son solo sus historias las que lo confirman, también las de otros profesionales dentro de la industria como Daniel Borrás, Sonia Carrasco, Patricia Moreno o Enric Pastor. Una cantera magnífica de valencianos, si bien algunos formados en Valencia, todos fuera de ella en lo laboral. Y aunque todos tienen siempre un anhelo hacia la afamada «calidad de vida» de la 'terreta', son conscientes de que se tienen que ir para avanzar.
El pasado jueves la Fundación Cañada Blanch reunía dos generaciones distintas en una misma sala, lo que sirvió para ofrecer una visión aún más real - si cabe- de cómo se encuentra el panorama actual. La sostenibilidad -por supuesto y por fortuna- fue uno de los temas que se puso rápidamente encima de la mesa. Ambas ponentes coincidieron en que, a estas alturas, debe ser algo intrínseco. Ya no sólo en la moda o en el diseño, sino en cualquier disciplina. Integrarlo como algo normal (o mejor dicho común) es la mejor manera de demostrar que ya está sucediendo. Algo parecido pasa cuando sale a la palestra el tema de la desigualdad de género, y donde Pepa y Maite ofrecieron dos visiones tan reales como dispares. Maite compartió que, en su caso, no hubiese sido diferente ser un hombre o una mujer. Cree que es algo relacionado con «la sensibilidad», tener la capacidad de crear ideas o gestionar un equipo, aptitudes que, claramente, nada tienen que ver con el género. Pepa, sin embargo, planteó otra realidad: «¿cuántas mujeres hay que diseñen 'menswear' (ropa masculina)? Ninguna. Y ¿cuántos hombres hay que diseñen 'womenswear' (ropa femenina)? Cientos. Que la moda es liberadora para la mujer es la gran mentira que nos han contado». La diseñadora continuó explicando que los hombres cuando diseñan son extremadamente artísticos y creativos, vuelcan sobre el maniquí sus ideas sin pensar en lo que hay detrás. En cambio, las mujeres que diseñan para otras mujeres tienen algo muy importante, la empatía, el pensar en cómo se siente la persona que lleva sus prendas. Para ella ha sido crucial esta diferencia. Y a pesar de esto ninguna se siente frenada en cuestiones de género.
Algo generacional, aunque al parecer hereditario, es el hecho de que tanto Maite como Pepa se sientan adictas al trabajo. A mi parecer tiene mucho que ver con el hecho de hacer de tu trabajo tu pasión. La línea se hace fina, para lo bueno y para lo malo.
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Una hora de charla que se quedó corta, aunque con dos voces como estas era de esperar. Más tarde hubo tiempo para las fotos, las charlas en petit comité, las felicitaciones y los abrazos, porque aunque las dos se sorprendieron al ser mencionadas como referentes, la realidad es que lo son. Quizás pasa también como con el éxito o con ser humilde, que se desvanecen si los reconoces. También porque es muy difícil mantenerse con los pies en la tierra en los tiempos que corren, pero es una medalla que tanto Maite como Pepa se pueden colgar.
Charlando sobre Valencia y su futuro, se hizo claro lo evidente: que existe una agitación y que el éxodo regresa poco a poco. Lo que también es evidente es que al llegar aquí a ambas se les ponen los ojitos a brillar. La familia, el sol, el mar, la comida. No hay nada como sentirse en casa. Y la tercera y última evidencia, Maite Sebastiá y Pepa Salazar, mujeres, valencianas, exitosas y referentes, seguirán dando seguro mucho de que hablar, aportando su granito cada una en su sector, desde lo alto de sus pirámides y con la aspiración de continuar haciendo lo que ya hacen: ofrecer, a través de su trabajo, cada día algo mejor a la sociedad.
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