Trenor. Dos siglos de historia vinculados a Valencia. Un lema que les ha movido, 'facta non verba' (hechos, no palabras). Un sentido de pertenencia que les inculcan de pequeños. Nueve generaciones desde aquel irlandés llamado Thomas Trenor Keating que quería comerse el mundo, llegó a tierras mediterráneas y se quedó, que fundó un banco, la Banca Trenor, se dedicó a negociar con el guano que necesitaba una sociedad agricultora y se implicó en la industria agroalimentaria.
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Después llegó otro Tomás, que organizó una Exposición Regional que quedó en los anales de la historia valenciana como uno de los acontecimientos más importantes del siglo.
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Una dinastía prolífica que emparentó con la nobleza (Álvarez de Toledo, Lamo de Espinosa), que consiguió títulos propios (Marqués del Turia, Conde de la Vallesa) y doscientos años después nadie sabe decir cuántos Trenor podrían llegar a sumar en total.
«El apellido se pierde pero nunca he pensado que por no llevarlo se es menos Trenor, todos descendemos del mismo irlandés», explica el abogado Tomás Trenor, cuarto marqués del Turia, que ha investigado a la familia y ha publicado varios libros sobre su historia.
Aquellos primeros Trenor adquirieron propiedades (l'Hort de Trénor en Torrent, la Vallesa en Paterna, el monasterio de Sant Jeroni de Cotalba en Alfahuir), promovieron edificaciones (Casa Sagnier en la calle de la Paz, edificio Generali en la plaza del Ayuntamiento). En este edificio vivía parte de la familia, que con los años recuperóJuan Luis Gómez-Trenor, uno de los fundadores de la antigua embotelladora de Coca-Cola. Todavía hoy en día otra rama de la familia mantiene el Monasterio de Sant Jeroni de Cotalba a pesar de las dificultades.
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La mayoría de los Trenor han optado por la discreción. Juan Luis Gómez-Trenor, segunda fortuna valenciana tras Juan Roig, nunca concedió ninguna entrevista y hasta su esquela fue escueta: abogado. Tampoco se prodigó otro Trenor, Enrique Trenor y Lamo de Espinosa, que murió ese mismo año, también sin descendencia. Primos y sobrinos se disputan ahora su título, conde de la Vallesa del Mandor, que Alfonso XIII concedió a su abuelo, que fue diputado en Cortes.
En unas semanas, una de las ramas de la familia ha organizado una cita en Valencia. Serán más de setenta Trenor, venidos desde diferentes partes de Europa, algunos ya desconectados de lo que ha significado la responsabilidad de llevar el apellido para sus antepasados. Ese compromiso del que habla Tomás Trenor, de «honrar el apellido».
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Militares, políticos, empresarios, ingenieros... «Mi tatarabuelo dirigió la construcción de un trozo del ferrocarril a Tarragona», se enorgullece el abogado. Como su abuelo, que ha pasado a los anales de la historia porque fue cesado por Franco como alcalde de la ciudad tras protestar por la falta de ayudas después de la riada de 1957.
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Los negocios familiares, las inversiones inmobiliarias y financieras han situado a parte de la familia en una muy buena posición económica, pero otros han tenido que demostrarlo profesionalmente, porque el apellido Trenor, solo por ir detrás del nombre, ya no da de comer a tantos descendientes. De lo que sí se han olvidado es de la política.
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