
Valencia, destino por intuición
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Actor argentino criado en la provincia de Santa Fe, Juan Pablo GerettoJuan Pablo Geretto nació y pasó parte de su infancia en Gálvez, una ciudad ganadera de 18.000 habitantes ubicada en la provincia de Santa ... Fe, en la pampa argentina. A los ocho años, cuando la mayoría de sus compañeros jugaban en equipos de fútbol -no en vano es un deporte nacional mucho más incluso que en España-, él entró en un grupo de teatro. «Enseguida me gustó, al poco tiempo nos mudamos a Rosario (otra provincia cercana a Buenos Aires) y seguí con el teatro. Me empezó a ir muy bien y decidí convertirlo en mi profesión. Estuve unos años en Buenos Aires, trabajé también en televisión», explica este argentino, que apenas lleva unos meses viviendo en Valencia y está todavía notando los choques culturales entre los dos países.
Sin embargo, su historia con España viene de mucho más atrás. En 2004 vino por primera vez para trabajar en el Fórum de las Culturas de Barcelona, y tanto le encantó la forma de vida de aquí que volvió varias veces a lo largo de los años. En 2019 empezó a viajar unas tres veces al año a Madrid, hasta que llegó la pandemia y, al final de ese año, visitó el sur de la península con una amiga. «Tenía desde hacía tiempo el deseo medio adolescente de vivir en España. Decidimos ir a Valencia y, al poco de llegar, vi que podría quedarme aquí. Se me hacía cómoda la anatomía de la ciudad. Yo he viajado por todo el planeta y nunca me había pasado esto, me encontré en la puerta de las Torres de Serrano pensando en mudarme». Geretto cree que fue una decisión «motivada por la intuición».
«He trabajado mucho como actor, me fue muy bien y tuve una carrera próspera porque era autor y actor de mis espectáculos, pero quiero un cambio, empezar de nuevo. La idea es lanzarme con algún proyecto de hostelería, quizá en el barrio de Ruzafa; me gusta el ambiente del barrio y de los bares».
Se instaló en el barrio de Monteolivete porque le gustó como punto geográfico de la ciudad, que le facilita el estar cerca de todo lo que le interesa, como es el centro, Ruzafa y el río. Le animó además el hecho de tener aquí lo que él llama su segunda familia, un grupo de amigos muy próximos con los que ha podido establecer una comunidad afectiva. Como buen argentino, lo necesita. «Vengo de Buenos Aires, que es una metrópolis gigante. Aquí me parece que todo está cerca, la escala de Valencia es muy humana y permite no perder demasiado tiempo en ir y volver a los sitios. El ahorro de tiempo en los traslados es una mejora en la calidad de vida».
Aunque sólo lleva seis meses en Valencia, Juan Pablo ya se ha integrado con valencianos curiosos e interesados en otras culturas en general. Reconoce que los argentinos tienen fama de hablar mucho pero, cuando alguien le comenta el tópico, él saca mano del sentido del humor y les pide que le definan 'mucho'. «Uno llega con la mala creencia de que por hablar el mismo idioma conoce la cultura local, pero no es así. Somos bastante diferentes, aquí hay mucho arraigo al territorio, un amor intenso a Valencia por parte de los valencianos desde todos los ángulos, porque el enojo también es amor».
Para Juan Pablo la paella es un tema delicado pues, aunque el arroz le encanta, por el momento puede que sea la expresión del arroz que menos le gusta. Pese a ello, se está esforzando en probar muchas paellas diferentes. «Siempre me dicen 'la paella nunca sale igual', así que podría estar probando toda la eternidad. Con el asado nosotros decimos lo mismo, que si es el día, la carne o la humedad. Al final se trata del momento y la compañía».
La horchata la relaciona con el mate ya que piensa que se trata de un gusto adquirido al que el paladar se tiene que ir acostumbrando. En cuanto a la huerta, le parece fascinante y poético el hecho de que puedas estar en medio de una ciudad moderna y que, solo a 200 metros, se encuentren las tierras fértiles. «Mi tierra también es fértil y llana, nunca ves el final de los campos, solo trigo hasta el infinito. La sensación es como mirar el mar».
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