Todo el que haya pisado Navajas sabe que allí viven Vicente Boluda y Esther Pastor. La casa llama la atención y eso que sólo se ven los muros que la circundan, ocupa varias manzanas y a partir de ahí cada uno echa a volar la ... imaginación de cómo será la casa en la que han dormido más de una vez el Rey Emérito -buen amigo del naviero-, su hija la Infanta Elena y lo más granado de la élite empresarial no sólo española sino del resto del mundo. Sus dueños han recibido a LAS PROVINCIAS en Navidad y por primera vez abren las puertas de su casa a un medio de comunicación.
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Una vez superada la valla, la casa tiene un indiscutible aire inglés en las zonas privadas y algo más francés en los salones, sin perder su valencianía, muy presente en buena parte de las obras de artistas como Pinazo, Mongrell, Agrasot o Cecilio Pla. Nos recibe Esther Pastor; el empresario llegará más tarde porque está trabajando. Nos acompaña hasta el salón francés, donde nos invita a pastas y café. Cuando llega su marido, junto con las pastas le sirven su dulce favorito, un panettone que encargan en una pastelería de Murcia. «Yo lo llamo murciattone», añade Esther, que forma parte de varios consejos de administración, mientras los tres perritos de la pareja, Ginger, Giorgina y Tana, compiten por la atención de Vicente.
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El espíritu navideño está en toda la casa, no sólo en el enorme abeto decorado, sino en el Belén napolitano del distribuidor principal y, por supuesto, en la capilla, que está sacralizada y por tanto se pueden celebrar los mismos sacramentos que en una iglesia. En su altar, una Geperudeta que pertenecía a la madre de Vicente y dos Vírgenes más de la familia. La consejera ha querido que Nuestra Señora de la Salud, patrona de su pueblo (Algemesí) también esté en la iglesia y tiene allí un cuadro antiguo con su imagen. También hay un retrato del abuelo materno del empresario, que su madre, Lola Fos, llevaba siempre consigo allá donde fuese, aunque fuera de vacaciones. Cuenta Boluda que sus antepasados por vía materna, los Fos, llegaron desde el valle del Lys en Francia a España con los Cien mil hijos de San Luis a mediados del siglo XIX. Su escudo, nueve rosas sobre campo de gules, esta grabado en una de las chimeneas de los salones.
La pareja vive allí todo el año, pero viaja mucho, sobre todo Vicente Boluda, y como todo viajero le gusta tener un hogar donde poder descansar. Ese calor de volver a casa lo ha conseguido Esther Pastor con una maestría envidiable. Ella es la que se encarga de que todo esté en su sitio, es una anfitriona inmejorable. «Cuando viene un invitado, sé lo que le gusta, me ocupo de que esté cómodo. Mis cuatro años en el Palau de la Generalitat me han dado mucha experiencia». Esther dirige un equipo de quince personas que integran el servicio de la casa y se ocupan de la cocina, limpieza, el mantenimiento, los jardines o la lavandería. Al final es como dirigir un pequeño hotel.
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Mas de Fos es una finca señorial que ocupa varias manzanas en el centro de Navajas, un pueblo donde veraneaba la burguesía valenciana en el siglo XIX por su clima fresco y sus buenas comunicaciones. La última rehabilitación de la casa -entre 2015 y 2017- la ha convertido en un palacete lleno de antigüedades y obras de arte pero a la vez confortable y acogedor, con todas las comodidades y servicio para recibir a los invitados de Esther Pastor y Vicente Boluda.
«Hemos llegado a tener a sesenta personas cenando, pero además vienen amigos que se quedan unos días y tenemos todo el servicio necesario. Yo soy muy metódica y me gusta preparar las visitas, cuando vienen los invitados se perfectamente qué recorrido vamos a hacer por la casa, donde tomaremos algo, después pasaremos al salón para la cena y luego a la discoteca». Entre estos amigos, figura el Rey Emérito y su familia.
«¿Cómo vas a vivir la casa?», recuerda que le preguntaron las interioristas antes de ponerse manos a la obra con el proyecto. Vicente y Esther tienen una intensa vida social y la casa necesitaba espacios para poder recibir a invitados, pero además requería de rincones hogareños, como el saloncito de lectura, donde Boluda tiene unos sus sillones preferidos, o la salita donde desayunan -con un estante lleno de tarros de conserva- y la cocina, una parte importante de la casa porque el empresario es muy cocinitas y se pasa horas en ella. «Tiene mucho conocimiento y mejor paladar», da fe el cocinero de la casa mientras él nos enseña la cocina. Cuenta su mujer que hace unas semanas «estuvimos en París y cenamos una pasta rellena deliciosa; cuando volvimos la preparó exactamente igual sin la receta. Descubrió cada ingrediente».
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La última reforma de la casa la dirigió ella de la mano del estudio de interiorismo H2O. En los pasillos descatan las obras de Cecilio Pla, Adriá Pina, Michavila, Genovés o Pinazo. Por si quedaba alguna duda de su valencianía, Vicente muestra con orgullo su cuadro preferido: un enorme lienzo de Carlos Ayala que representa una escena de tiro y arrastre donde él y sus hijos, Vicente y Nacho Boluda, aparecen como tiradores de caballos; toda una alegoría de cómo el esfuerzo y la coordinación de un equipo saca lo mejor de la empresa (el caballo) superando juntos cualquier adversidad (la arena).
La entrada es uno de los espacios más ricos, con una chimenea enorme, obras de arte enmarcadas en pan de oro, relojes de pared, bustos y porcelana china. Hay estancias preparadas para recibir a invitados, como el comedor principal o el salón de los generales, y otras más privadas como la sala donde desayuna la pareja, el salón de la torre -donde tienen su despacho- los salones de lectura o el gimnasio, que utiliza mucho Esther porque Vicente es más de dar caminatas por la mañana. En el sótano hay además una piscina climatizada con varios tipos de sauna y spa (baño turco, jacuzzi…).
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Vicente Boluda Fos es propietario de uno de los mayores grupos marítimos del mundo. Preside la asociación AVE y ha recibido, entre otros reconocimientos, la medalla de caballero de la Legión de Honor de la República Francesa. Esther Pastor es consejera del grupo Apside y la Fundación Mujeres por Africa, que preside María Teresa Fernández de la Vega.
En la casa conviven bien las dos personalidades: la fuerza y carácter del naviero con la eficacia de la consejera para conseguir la difícil tarea de convertir un palacete en una casa hogareña. Esther trató de darle a los espacios calidez y lo cierto es que a pesar de las dimensiones de la casa, es muy acogedora. También cálida, y no sólo por el entelado de las paredes, cortinas y alfombras. «En esta casa siempre hace calor», se quejaba Boluda medio en broma. La parte más inglesa de la casa son las habitaciones, tanto las de ellos como las de los invitados, todas con su propio baño.
Así, conviven en los salones las enormes chimeneas con el escudo familiar Fos, la champañera, que es una réplica de la que tiene el Palacio Real, el menaje de plata de Christofle, los soldaditos de porcelana portuguesa o las vajillas de Limoges y de Herend con las fotos familiares o las velas perfumadas de Gingerbread. Ahora se completa con la decoración navideña de la que se ocupó ella misma, con la ayuda del Atelier de la Flor.
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Los patios que rodean a la casa y el jardín, que es enorme, también lucen navideños entre enormes bastones de caramelo y piruletas, como en un cuento de Navidad. Por uno de sus caminos empedrados se llega hasta la discoteca, ambientada en los felices años veinte, mientras que otro lleva al pabellón donde se celebran las cenas más numerosas. «Los jardines tienen un estilo romántico muy evocador», explica Esther. La zona de la pérgola está inspirada en la casa de Venecia de Peggy Guggenheim y los jardines tienen columnas que dan a la piscina cubierta. Además hay un patio con una fuente y otra terraza llena de jazmín.
Cada rincón de la casa cuenta una historia y eso que hay más de diez salas y veinte habitaciones, muchas de ellas con su propio nombre: el salón francés, donde se suele tomar café; el bar inglés, donde el empresario tiene un sillón de lectura; la salita verde, la biblioteca, el salón bodega o el salón de los generales -donde están todos los cuadros de estilo Napoleón-. «Vicente es un enamorado de Francia y de la época de Napoleón y tiene muchas antigüedades de esos años, tanto esculturas como cuadros y libros», explica su mujer. La abundancia de telas, tanto en las paredes como en las cortinas y alfombras de color rojo granate, verde y beige, dan armonía al espacio e invitan a pasar una tarde leyendo o charlando. Todas las estancias de la casa y el jardín respiran esa atmósfera acogedora y relajada, alejada del mundanal ruido, algo que sin duda valoran sus invitados, entre ellos el Rey Don Juan Carlos.
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Estilismo de Esther Pastor a cargo de Lourdes Verdeguer.
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