Ruido, mucho ruido de latas tiradas por el hilo de la inocencia que impulsa larga tradición. Es la llamada a los Reyes Magos. Que sepan ... que estamos aquí. Que el pueblo es pequeño, pero existe y sus niños, los que aguardan el futuro, quieren respuesta a sus cartas.
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Latas de conserva -grandes y pequeñas-, y botes de refresco enlazados con cordeles hasta construir una tira sonora son los protagonistas de este real cuento de cierre navideño. Es un espectáculo de sonrisas y color ricamente ensordecedor, tanto que la banda de música juvenil que les acompaña casi no se escucha.
Es la fiesta con la que decenas de niños, y también algún mayor, han tomado las calles de Càrcer, en la comarca de la Ribera. Esta mañana han cumplido con la tradición de 'les rastreres''. Cuentan los viejos que en su infancia ya lo hacían . Entonces buscaban sartenes, cacerolas y hasta regaderas de zinc para diseñar sus largas 'rastreres'. Cuánto más ruido mejor, más regalos.
Los tiempos han cambiado. Hoy son las latas de refresco, unas pintadas y otras no, las que ponen música a la mañana del 5 de enero en espera de la gran noche. Melchor, Gaspar y Baltasar ya están avisados. En Càrcer los niños les esperan. Los mayores también.
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