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Fachada del Hospital Universitario de la Ribera, en Alzira. lp

«Al lado de un paciente que está comiendo, otro está vomitando»

Trabajadores de Urgencias del Hospital de la Ribera lamentan las malas condiciones en que están los enfermos, con camas por los pasillos y en boxes duplicados

MANUEL GARCÍA

ALZIRA

Miércoles, 12 de octubre 2022

Apenas pasan unos minutos de las ocho de la mañana. En el exterior del Hospital Universitario de la Ribera, en Alzira, el suelo está mojado por la lluvia caída durante la noche. La temperatura es fresca pero agradable. En el aparcamiento, habitualmente abarrotado, apenas hay coches al ser un día festivo. Tres trabajadoras se reúnen en el exterior de la zona de Urgencias después de una noche «muy dura» y en medio de la situación de colapso que llevan sufriendo desde el fin de semana.

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Unos segundos antes, otra trabajadora, con una sonrisa cansada, se sube a su coche y responde con una palabra a la pregunta de cómo ha ido la noche: "Fatal".

Ya no distinguen en si se trata de un día festivo, como el del 12 de octubre, o hábil: "La carga de trabajo es la misma".

Y es que la situación en Urgencias sigue complicada: "A esta hora (a las ocho de la mañana) hay 23 personas esperando cama. Si hoy apenas se dan altas, no quiero pensar cómo estaremos esta noche", se lamenta una trabajadora, quien echa de menos no poder dedicar el tiempo que merece cada paciente: "Hay gente muy mayor que te necesita para todo", expone, siendo consciente de que no tiene manos para llegar a todo lo que le gustaría de una manera óptima: "Lo bonito que es saber el nombre de tu paciente y poder hablar con él... Así es imposible".

A esa primera hora de la mañana temen cómo se vayan a desarrollar las próximas, con la llegada de más ambulancias y más pacientes.

El panorama que describen las trabajadoras encoge el estómago, con camas por los pasillos y boxes duplicados: "Un paciente que está comiendo tiene al lado a uno que está vomitando y a otro que está defecando".

Además, los enfermos no pueden descansar como sería deseable "porque están en zonas donde no se pueden apagar las luces, no pueden dormir bien y al final no saben si son las cuatro de la madrugada o las cuatro de la tarde".

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Y es que los trabajadores de Urgencias tienen "una planta de pacientes a los que atender añadido a nuestro trabajo, que es mucho ya: controlar la medicación, lo que comen, ayudar a quien no puede valerse por sí mismo...".

Otros dos compañeros les han tomado el relevo y van a comenzar su turno de doce horas. En todos ellos, quienes comienzan su jornada laboral y quienes la acaban, hay una nota común: una mirada que reúne entre cansancio y resignación. O no tienen fuerzas para indignarse con vehemencia o ya lo dan por imposible.

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"Lo hemos dicho muchas veces, hemos pedido refuerzos por activa y por pasiva y la respuesta siempre es negativa", comenta una trabajadora, quien resalta que alguna de sus supervisoras "como ve que estamos tan hasta arriba de trabajo a veces se quedan a ayudarnos fuera de su horario de trabajo", pero creen que esa acción, que agradecen, no es la solución que debería ponerse a un problema que, contrariamente a lo que afirma la dirección del centro, "no es ni mucho menos puntual".

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Los trabajadores que van a ponerse manos a la obra coinciden con sus compañeras en que la situación va a agravarse en los próximos meses: "Estamos en octubre. No me quiero imaginar cómo podemos estar en diciembre o enero", aventura un profesional.

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Estos trabajadores lamentan, por un lado, la infrautilización de espacios del hospital que podrían ser utilizados para ubicar a enfermos.

Además, piden que los enfermos por cuestiones leves puedan ser atendidos en los ambulatorios y no derivados al hospital: "Si te tienen que poner dos goteros y luego mandarte a casa podrían estar en los centros de salud y no enviarlos aquí. Pero pasa casi al revés. Te duele algo un poco y en seguida te envían al hospital".

Y es que durante esta semana, los trabajadores de dos áreas del hospital alcireño como son las urgencias y la Unidad de Cuidados Intensivos han vuelto a alzar la voz para protestar por la ingente carga de trabajo a la que deben hacer frente y han exigido, con el apoyo de sindicatos como CSIF, que refuercen el personal para poder hacer frente a todo.

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Desilusión y abandono del área de Reanimación

Los trabajadores del Área de Reanimación también han querido alzar la voz para denunciar su situación.

Han recordado que después de haber creado “desde cero el servicio de Reanimación, sin formación previa por parte de supervisión y dirección de enfermería, con escaso personal formado en cuidados críticos, en plena pandemia y sacando resultados más que satisfactorios, la dirección de enfermería del hospital, una vez más, nos cambia las condiciones de trabajo pactadas previamente, desfavoreciendo al personal sanitario y sin posibilidad de llegar a un consenso”.

A fecha de hoy, han denunciado que son “demasiados los compañeros que han abandonado nuestro hospital y el servicio de reanimación, y muchos somos los que nos lo estamos planteando, por la falta de valoración y empatía mostrada tanto por nuestra supervisión como por la dirección de enfermería”.

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“La falta de personal cualificado y a menudo la falta del cumplimiento de la ratio enfermera-paciente, ha hecho que aumente el riesgo de morbimortalidad en el paciente, ya que en nuestra unidad atendemos a pacientes críticos post-quirúrgicos, con medicación peligrosa, necesidad de soporte respiratorio avanzado o soporte respiratorio básico y soporte por fallo multiorgánico”, han denunciado.

A todo esto, se suma la falta de celadores: “No existe la presencia del celador en el servicio de reanimación, ya que es solo una presencia compartida las 24 horas con el quirófano de urgencias y paritorio. Esto hace que en una urgencia o a la hora de realizar los cuidados correspondientes al paciente, no se realicen cuidados de calidad, una vez más, siendo el perjudicado el paciente”.

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Después de las numerosas quejas y ruegos que afirman haber realizado “sin ser escuchados ni valorados mostrados por parte de los trabajadores del servicio de reanimación a nuestra supervisión y dirección de enfermería”, han recordado que apenas quedando tres días para finalizar el mes de septiembre, “nos imponen de manera inminente y sin posibilidad de negociación, de nuevo, otro turno, con la sorpresa de que nos íbamos a hacer cargo también de la unidad de reanimación post anestésica (URPA), empezando el nuevo turno el 1 de octubre, sin dar los 15 días de antelación para poder implantar un nuevo cambio de turno y volviendo a cambiar por cuarta vez en ocho meses el turno”.

Han recalcado que los profesionales sanitarios mostraban la voluntad de adaptarnos al nuevo servicio, “que apenas está recién creado, aceptando las necesidades del servicio en cuanto a posibles adecuaciones de turno, pero no se nos dijo en ningún momento que íbamos a ser el “pool” del hospital”.

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También han destacado que los turnos “que nos han impuesto no se adecuan a las necesidades del personal sanitario para poder mantener una conciliación familiar adecuada, y mucho menos, a las necesidades del paciente”.

Además de todo esto, también han querido denunciar que el servicio está ubicado “en un antiguo pasillo y almacén, con una infraestructura muy alejada de la que establece Riesgos Laborales para un adecuado desarrollo del trabajo, teniendo muchas veces que adoptar posturas inadecuadas, sin espacio suficiente entre paciente y paciente, sin intimidad para el paciente, sin puertas de emergencia, extintores, sistemas de SAI por si fallara la corriente eléctrica, ventanas que no cierran bien, sistema de monitorización centralizado y área de trabajo de enfermería”.

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“Junto con el malestar que han creado por parte de dirección de enfermería y supervisión, la salida en masa de enfermeras cualificadas del área de reanimación y la incorporación de forma obligada al servicio de reanimación de personal sin experiencia/formación en cuidados críticos, el personal sanitario del servicio de reanimación”, el personal del área de Reanimación ha querido “lanzar un grito de auxilio, ya que estamos trabajando bajo un nivel de estrés y ansiedad muy elevado, pedimos que se tomen las medidas oportunas por parte de la Generalitat para poder ejercer nuestra profesión de una forma digna y de calidad, pensando siempre en el bien estar del paciente, que al parecer, para nuestra dirección es el gran olvidado”.

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