«Vi como los okupas entraban en mi casa y nadie hace nada»

Desesperada e impotente se encuentra una víctima de una ocupación ilegal en Alfarp. Desde el día 18 de diciembre su vivienda de la urbanización Font d'Almaguer se encuentra ocupada por varias personas sin que nadie haya hecho nada para evitarlo pese a que se avisó a los agentes de la Guardia Civil en el mismo momento de la entrada de los delincuentes.

«Mis vecinos me alertaron de que había gente en el patio y cuando llegué allí vi como rompían la puerta para entrar», explica compungida Carmen Girona, hija de la propietaria, al recordar los hechos. La mujer se enfrentó al okupa al que conocía porque era su vecino para evitar que se consumara este hecho delictivo pero éste reaccionó con violencia y la sacó a empujones de su propia casa.

Cuando la Guardia Civil llegó unos minutos después le comunicaron que lo único que podía hacer era poner una denuncia. «Me pidieron a mí la documentación y a él nada. Y el okupa les aseguró que de allí no lo sacaba nadie», recuerda.

Ni pillarlos infraganti ni la alarma instalada en el chalé han sido suficientes para frenar a estos delincuentes que conocían la zona ya que residían de forma ilegal en la vivienda de al lado. Al parecer ya tenían planeado ocupar la vivienda de Carmen ya que en octubre entraron hasta en dos ocasiones para robar en el interior de la casa tras forzar la valla y la puerta de entrada. Ambos hechos fueron denunciados. Desde aquel momento, los propietarios instalaron una alarma y acudían con frecuencia a la casa para vigilar.

Sin embargo, todas estas precauciones no han sido suficientes ya que estos individuos actúan con total impunidad. «Nos están desvalijando la casa poco a poco, todos los recuerdos de una familia. No tenemos ningún arma para combatir esta injusticia», denuncia esta afectada cuya caseta fue construida hace 50 años por sus abuelos.

Esta familia está desesperada porque no sabe qué hacer para luchar contra esta injusticia y poder recuperar su casa. Al principio eran optimistas ya que pocos días después de la ocupación recibieron una citación para un juicio rápido por usurpación y creyeron que la pesadilla acabaría pronto. Sin embargo, este proceso se suspendió por la imposibilidad de notificar a los acusados pese a que están identificados.

«Ellos tienen todos los derechos y nosotros ninguno», lamenta la perjudicada que ve como las denuncias no tienen ningún efecto. Esta familia ha optado por contratar a una empresa que recupera viviendas ocupadas ante la falta de soluciones legales.

En esta urbanización de Alfarp, al igual que en otras de la zona cada vez es más frecuente la aparición de okupas. Tanto es así que los propietarios tienen miedo de acercarse a sus viviendas. «Cada vez que voy a ver la casa me pongo enferma», comenta Carmen al pasar cerca de su chalé donde comprueba con dolor e impotencia como está la luz encendida y sus toallas extendidas.

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