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Los Reyes ponen el broche de oro a los actos de conmemoración de Freixenet.
Por los próximos cien años juntos

Por los próximos cien años juntos

Es el eslogan de Freixenet, que recibió a los Reyes en su centenario. Una visita cargada de simbolismo por la polémica que levantó el dueño de las bodegas al declararse «catalán y español»

yolanda veiga

Miércoles, 18 de febrero 2015, 13:33

Paz, tranquilidad, buenos alimentos... ¡y buen cava!", brinda por los 100 años de Freixenet José Luis Bonet, el presidente de la bodega de las burbujas de oro. Podría haber valido de slogan de aniversario, pero no le consultaron y se encontró con el anuncio en la tele: Por los próximos cien años juntos, chocan las copas David Bisbal y María Valverde. "Me enteré el mismo día que se presentó el spot y no me pareció una alusión política a que Cataluña y España sigan juntos. Entonces ocurrió un incidente, una política de Unió salió diciendo que con ese slogan íbamos a perder dos millones de consumidores (los que votaron sí el 9-N), aunque enseguida me llamó para disculparse. Yo le di las gracias". Bonet asegura sin dar cifras que no ha habido tal agujero y que la empresa ha cerrado 2014 ligeramente mejor que 2013 (producen 175 millones de botellas al año, casi un 60% espumosos). El programa de celebraciones lo cerró un gesto cargado de simbolismo, la visita de los Reyes Felipe y Letizia a los viñedos de Freixenet en San Sadurní de Noya, la casa de José Luis Bonet, Luisito cuando era niño. "Con 7 años la abuela Dolores ya me llevaba a probar los vinos". Ella -Dolores Sala- y el abuelo Pedro Ferrer pusieron en marcha la empresa sobre la experiencia de Casa Sala, un negocio de la familia de ella que hizo mucho dinero exportando vino a las colonias americanas en el XIX.

- ¿Y lo de Freixenet?

- Los padres de mi abuelo Pedro tenían una finca donde había muchos fresnos y que todavía existe, la Freixeneda en catalán. A él, como era el pequeño de los hermanos, le llamaban Freixenet. Mi abuelo le puso tres nombres a la empresa: Casa Sala, Pedro Ferrer Bosch y Freixenet, que era su apodo y al final el que más gustó.

«¡Con el postre no!»

Los datos de ventas de 2014 de Freixenet y de los demás se conocerán en marzo, cuando el Consejo Regulador del Cava publique su informe anual. De momento pueden consultarse los números hasta septiembre y no son demasiado esperanzadores. En los primeros nueve meses del año la producción alcanzó los 156 millones de botellas, un 1,44% menos que en el mismo periodo de 2013. La caída es más significativa en el mercado interior (España), donde la venta hasta el tercer trimestre se estancó en 51 millones de botellas, un 3,2% menos. La venta al extranjero ha caído mucho menos, un 0,54%.

¿Es la crisis... o el boicot al cava catalán por el auge del soberanismo y la consulta del 9-N? Preguntamos a Freixenet y Codorníu pero ambos confían en que el balance de 2014 (no tienen aún cifras) sea "ligeramente mejor" que el de 2013. "Si finalmente los datos fueran algo inferiores sería muy difícil achacarlo a un boicot", advierten en Codorníu. Bonet, presidente de Freixenet, ha sufrido, en todo caso, la presión en casa. "Cuando dije que yo era catalán y español hubo gente en Cataluña que me dijo que me haría boicot, pero no pasa nada, son libres. Habrá quien piense que fui un osado pero es importante que en democracia todo el mundo pueda hablar con libertad y diga lo que piensa".

Josep María Ferret Guasch, dueño de una bodega catalana del mismo nombre que vende 120.000 botellas al año, se atreve a verbalizar lo que, según él, otros callan. "Por supuesto que hay boicot contra nuestros cavas y se seguirá notando". Y pone un par de gráficos ejemplos. "Me llamaron de un supermercado de Alicante para decirme que el lineal de cavas lo habían bajado al suelo, que se ve menos, y habían puesto en las baldas centrales otros espumosos nacionales. Y el dueño de una tienda de Valencia me advirtió: Josep María, no puedo comprarte más botellas porque hay gente que me ha dicho que si tengo productos catalanes se cambian de tienda".

Asegura Ferret que Valencia y Alicante son las zonas que más les "maltratan, aunque en Madrid también se escucha eso de que si los catalanes lo queremos todo para nosotros. Me molesta el chiste del catalán agarrado y que digan que España no nos aguanta. Como el cava es algo emblemático de Cataluña han ido a por eso". Llueve sobre mojado porque hace diez años Carod Rovira (ERC) "encendió la traca" cuando animó a a sus paisanos a torpedear la candidatura olímpica de Madrid. "Fue caótico. En ese momento empezaron a crecer los espumosos de fuera de Cataluña. Si entonces había 3 bodegas, ahora hay 33".

En Batlle y Montserrat reconocen que alguna vez han oído eso de que "si somos catalanes, que nos quedemos el cava", pero "es algo anecdótico". Vale que no venden como hace cinco años, cuando despachaban fácilmente 55.000 botellas al año, y llevan tiempo estancados en las 40.000 pero en 2014 "algo ha mejorado". En Can Batlle han cerrado el ejercicio con un 12% de incremento de ventas (producen 15.000) y aunque algún cliente de Madrid ha reducido el pedido lo achacan "a la cuestión económica, no al boicot". Aún así les cuadran los números porque "después de cuatro o cinco años, las empresas han vuelto a encargar lotes de Navidad".

«Los japoneses son duros»

El Consejo Regulador del Cava lo componen 246 bodegas con mayoría absoluta catalana. En el grupo mixto, un puñadito de empresas extremeñas, aragonesas, navarras... que han engordado la caja con el boicot a Cataluña. Marcelino Díaz lleva treinta años elaborando cava en Almendralejo (Badajoz) y tras décadas de llamar a las puertas sin éxito, ahora le llaman a él. "La circunstancia política ha influido, hemos cerrado la campaña navideña con un aumento de ventas de entre el 30% y el 40%". Y eso que fuera de Cataluña el cava "desgraciadamente está solo asociado al postre en celebraciones. ¡Pero no pega! Un cava encaja con un arroz, con un buen asado, de aperitivo... Con la tarta no va bien porque es ácido y a la gente le provoca aversión". En la Bodega Hispano Suiza de Valencia las ventas han crecido un 18%, "aunque esta vez no se ha notado tanto como con lo de Rovira. Entonces sí que hubo ruido y se vendieron montones y montones de cajas". Prueba de que el rechazo existe, la estrategia de marketing de Tomás, un distribuidor de cava valenciano en Málaga. En la furgoneta puso un cartel con la rojigualda y un mensaje: Cava no catalán.

En todo caso, lo que los catalanes han dejado de vender en Madrid, lo han compensado en casa, apuntan en Canals & Casanovas. "Antes ibas a un restaurante de Barcelona y había muchos Rioja y poca representación de vinos de aquí. Ahora esa tendencia ha cambiado". Esta hipótesis la sostiene con cifras Josep María Ferret, que ha apreciado cierta "solidaridad" entre sus compatriotas. "El catalán está por encima de ese rollo del consumo de producto de proximidad pero antes la carta de los restaurantes tenía veinte vinos de fuera y cinco de aquí, ahora estamos al 50%".

Los belgas también están echando un cable al negocio y son ya los extranjeros que más cava consumen: 21 millones de botellas entre enero y septiembre, un 15,3% más que el año anterior. Han adelantado a los alemanes, que eran los principales clientes hasta ahora. "En Bélgica se vende una barbaridad porque les gusta mucho el cava y el champán francés es caro", aclaran el misterio en Canals & Casanovas. Ellos mismos mandan para allá buena parte de las 100.000 botellas que producen.

- ¿El prosecco ha hecho daño?

- Hace daño porque se vende barato y las pizzerías son sus embajadores habituales -advierte Ferret-.

Y al hilo del precio del prosecco, que se puede comprar por 1,50 euros porque tiene una elaboración más corta y menos complicada que el cava, denuncia la política de exportación de sus colegas de gremio. "El precio medio del cava catalán que se ha vendido fuera en 2014 ha sido de 1,84 euros la botella y hay bodegas que lo sacan a 0,95 euros. No puede ser, es un problema gordo, si antes vendías a diez, y bajas a cinco por la crisis. ¿Cómo vas a recuperar el precio inicial?". Con el mercado europeo "saturado y unos precios a la baja, los cavistas catalanes miran más allá. "En Japón por lo menos valoran la calidad, aunque son duros negociadores. Igual tardas dos años en cerrar un acuerdo". ¿Aguantarán tanto tiempo las burbujas?

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