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Martes, 5 de mayo 2015, 21:12
Este fin de semana, el viceprimer ministro del Reino Unido, Nick Clegg, ha comido huevos revueltos a la ibérica, con "piquillo peppers" y "serrano ham". Hace unos días, también disfrutó de unas particulares tortillitas de camarones, tan típicas en Cádiz. Y en Semana Santa se dio un homenaje con el tradicional potaje de garbanzos y espinacas. De postre, unas castizas hojuelas. ¿A qué se debe tanta influencia española en la mesa del líder del Partido Liberal Demócrata británico, que, por cierto, aboga por menús escolares saludables y gratuitos? Sin duda, a su mujer, la vallisoletana Miriam González Durántez.
El Reino Unido está en la recta final de la campaña de las elecciones generales. El próximo jueves, 45 millones de personas están llamadas a las urnas para elegir a los 650 miembros de la Cámara de los Comunes, de la que saldrá el nuevo primer ministro. Hace cinco años, el ganador fue el tory David Cameron, que se alió con Clegg para sacar adelante su programa, un pacto que no tiene visos de repetirse. Entonces, el fenómeno de la Cleggmanía vivía su apogeo. Hoy, más que él -las últimas encuestas lo sitúan en el cuarto puesto en intención de voto con un 8% por el 23% de 2010-, quien brilla con luz propia es su esposa, que se ha convertido en una de las mujeres más influyentes de Gran Bretaña.
"En los países anglosajones la familia del presidente o del primer ministro están más involucradas en las labores de gobierno, con más representación y, en algunos casos, como en EE UU, con asesores y agenda propia", explica Daniel Ureña, socio y director general de la consultora política MAS Consulting. González Durántez, que cumplirá 47 años a finales de mes, no tiene un jefe de prensa propio, pero sí arrima el hombro para apoyar a su pareja en lo que haga falta. "Tiene su familia, su trabajo y colabora en actos políticos de forma puntual". Va por libre, y le funciona.
En esta recta final de la campaña "está cobrando más protagonismo". Los medios ingleses no le quitan ojo, sorprendidos por su naturalidad y su falta de complejos. En su última aparición confesó que tiene un blog desde hace tres años en el que cuelga las recetas de los platos que hace con sus tres hijos, Antonio, Alberto y Miguel, de 13, 10 y 6 años. "Los asesores de mi marido van a flipar", vaticinó. Pero Mumansons ahí sigue, abierto y actualizándose. En una semana casi ha triplicado sus visitas totales: de 40.000 a 113.000. En la oficina de prensa de Clegg, que chapurrea español durante sus frecuentes vacaciones con la familia política, están más que acostumbrados a los arranques de sinceridad de la española. Todavía resuenan en ella los ecos de su intervención hace un año durante un discurso del líder de los liberales ante altos cargos de la City londinense para apoyar una reforma del sistema de bajas paternales. En el turno de preguntas, haciendo gala de su gran sentido del humor, se dirigió a los "dinosaurios" que ven con malos ojos a los empleados que dedican tiempo a su familia para decirles que los hombres que cuidan de sus hijos tienen más "cojones (así, en castellano)". "Coincido contigo, como siempre", asintió Clegg. A las pocas horas, ya se había puesto de moda la palabrota, mientras los periodistas alababan la audacia de la consorte.
Independiente y persuasiva
"Es divertida, franca, pícara y no tiene miedo", describe Gaby Hinsliff, columnista del prestigioso diario inglés The Guardian. También es guapa, sexy e inteligente. Y apuntala muy bien la labor de su marido, al que conoció en Bélgica en 1991 cuando ambos estudiaban en el Colegio Europa de Brujas. Hubo flechazo. "Se muestra como una mujer liberal, independiente, que al mismo tiempo es capaz de llevar la iniciativa y abanderar temas políticos", apunta Antón R. Castromil, profesor de Opinión Pública en la Universidad Complutense de Madrid. A esta letrada, que se casó en el año 2000 en la iglesia de su pueblo natal, Olmedo, en una ceremonia oficiada en inglés y castellano, no le dan miedo las críticas. "Quiero lo mismo que tienen los hombres", ha dicho en alguna ocasión. El feminismo es su auténtico caballo de batalla, como lo fue para Cherie Blair, con la que los medios fueron especialmente crueles durante el gobierno de su esposo, el laborista Tony Blair (1997-2007).
González Durántez es la impulsora de la campaña Inspiring Woman desde 2013, un proyecto cuyo objetivo es acercar referentes femeninos a las estudiantes británicas. De momento, ha logrado implicar a 15.000 profesionales que han dado charlas a unas 290.000 estudiantes. "Puede que la Cleggmanía esté muerta. Pero no la Durantezmanía", sostiene Hinsliff. De momento, vende mucho y es capaz de convencer a la actriz Emma Watson, la atleta Christine Ohuruogu, la editora de Vogue Alexandra Shulman y a la primera mujer vicemariscal del Ejército del Aire británico, Elaine West, para embarcarse en su causa. Es bastante más valiente que Sarah Brown, que se mojó con temas menos polémicos mientras Gordon Brown, también laborista, dirigía el país (2007-2011).
Miriam es, asimismo, una persona muy persuasiva. Incluso ha convencido a Samantha Cameron, la mujer del actual jefe del Ejecutivo, para que participe en su proyecto, pese a que hace cinco años levantó un muro entre las dos con una polémica declaración: "Yo no puedo pedirme cinco semanas de vacaciones". Muchos lo interpretaron como una crítica ácida a su colega, que sí había dejado su puesto de directora creativa de una empresa de marroquinería y papelería de lujo para hacer piña con su esposo.
El trabajo es una parte importante en la vida de esta española que grita ¡ten cuidado! a su hijo mayor cuando juega al rugby, como cualquier madre, para vergüenza del adolescente, claro. Brillante letrada de amplia trayectoria internacional, ha trabajado en la Unión Europea, en la Organización Mundial de Comercio y para las principales compañías financieras. Ahora es socia de la firma de abogados Dechert, lo que le reporta unos ingresos de 700.000 euros al año. Además, es consejera de la empresa española Acciona, por lo que cobra unos 100.000. Gana bastante más que su marido, cuyo sueldo como viceprimer ministro es de solo 180.000 euros.
Algunos la provocan llamándola Mrs. Clegg, algo que le da urticaria. Y le reprochan su sinceridad al confesar que para conciliar vida laboral y familiar cuenta con la ayuda de "una estupenda niñera" y de su suegra, que "se pasa por casa una vez a la semana". Estos días, también ha pedido refuerzos a su madre, Mercedes, profesora jubilada, que se ha trasladado a Londres. Hace cinco años, le mandó a los críos para preservarlos de todo el revuelo, su auténtica obsesión. De hecho, no hay un solo posado oficial de la familia al completo.
Contra los tópicos
"No es la típica mujer de un político. Su rol no es el de la esposa que contempla asintiendo a su marido mientras éste habla", sostiene la veterana reportera Miranda Sawyer en un artículo para The Guardian. En esto no se parece a Samantha Cameron, ni a Justine Miliband, la mujer del actual líder de los laboristas, Ed Miliband. Ambas interpretan un papel más complaciente. Tampoco tiene mucho que ver con Michelle Obama, por mucho que algunos se empeñen en decir que es su versión británica. "No tienen el mismo grado de conocimiento en la opinión pública mundial", precisa Castromil. La primera dama de EE UU es "mucho más mediática".
A González Durántez, por ejemplo no la hemos visto ni en bailes públicos, ni posando con ropa de grandes diseñadores... Le van más las prendas de la firma española Dolores Promesas, de Zara y de Topshop, prima del buque insignia de Amancio Ortega. Para la boda de Guillermo y Kate Middleton, hace cuatro años, eligió a Miguel Palacio, el modisto que acaba de cerrar su tienda acosado por las deudas. Su modelo, muy años 50, pero atrevido, con turbante y rosetón incluido, le granjeó críticas y elogios a partes iguales. "Despierta curiosidad", subraya Castromil. Y sabe manejarse: "Ha sabido encontrar su lugar y llegar al perfecto equilibro: apoya a su marido sin hacerle sombra", acota Ureña.
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