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SUSANA ZAMORA
Sábado, 3 de junio 2017, 21:38
No hubo tiempo para reaccionar. Cuando quiso darse cuenta ya estaba tirado en el suelo ante el asombro de la Cámara y su propia incredulidad. Cayó de espaldas, aunque el incidente no fue a mayores. Dice que lo importante en la vida es levantarse cuando uno se cae, «aunque en ese instante fui consciente de que todas la miradas se dirigían hacia mí», reconoce con humor el segoviano Jesús Postigo. La rueda giratoria de una de las patas del escaño en donde se sienta este diputado del PP, que se estrena en esta duodécima legislatura, se rompió y desequilibró su asiento. No sólo eso. También logró alterar una trascendental sesión plenaria del Congreso, donde el pasado miércoles se votaban las enmiendas a los Presupuestos Generales del Estado. Y es que cuando el diputado popular había logrado recomponerse de lo que él califica como una «anécdota», apenas cinco minutos más tarde la escena se repitió. Aunque, ahora, al otro lado del hemiciclo, donde se sienta el grupo parlamentario de Ciudadanos.
Confiesa una persona que lleva 20 años trabajando en el Congreso que nunca había vivido nada igual: dos diputados por los suelos en pocos minutos y con un tema tan importante sobre la mesa. A eso hubo que sumar que el presidente del Gobierno votó en contra de una enmienda previamente pactada con Nueva Canaria y media bancada socialista votó diferente al resto de su grupo. «Se liaron».
El anecdotario fue la comidilla del día y algunos no se reprimieron en las redes sociales, como la diputada de Podemos Tania Sánchez: «Día extraño en el Congreso (...)». El propio Jesús Postigo bromeaba en Twitter con lo sucedido: «Creo que alguno de los que no quieren que se aprueben los presupuestos me ha quitado los tornillos de mi escaño».
Lo cierto es que la segunda caída del día alteró hasta a la presidenta Ana Pastor, que pidió respeto, «porque la Cámara no es un circo... con perdón del circo» y tuvo que llamar al orden después de que el diputado de Ciudadanos y actor Félix Álvarez, 'Felisuco', exhibiese a modo de trofeo las patas de la silla de donde se había caído su compañero Toni Roldán. «Lo mío ha sido un pequeño espectáculo cuando se ha roto el escaño. No sé qué ha pasado, porque no he sentido ningún movimiento extraño», explicó a su salida del Congreso, ironizando con que no siente demasiado «apego a los sillones».
Las butacas del Congreso, donde se sientan los 350 diputados, se estrenaron en 1988. El cambio fue radical. Se pasó de una bancada corrida, anclada al suelo y que respondía fielmente a la definición de escaño (banco con respaldo en el que pueden sentarse tres o más personas) a una silla movible, en piel de color burdeos (salvo las del Gobierno, que son azules), con reposacabezas, apoyabrazos elevables para que el diputado pueda acercarla al escritorio, regulable en altura y con un eje central en su parte inferior del que salen cinco patas con sus respectivas ruedas, lo que ha proporcionado a sus señorías una mayor libertad de movimientos. Congresistas nostálgicos como el exministro de Defensa José Bono se la llevaron de recuerdo con el nombre inscrito en el respaldo, y tras comprarlas por un precio simbólico. «No llegó a las 1.000 pesetas de la época», recuerda Gabino Puche, senador del PP en la actual legislatura y exdiputado por Jaén (1993-2015). Fueron seis legislaturas pegado a una silla, que Puche recuerda como «muy cómoda». Confiesa que cuando llegó estaban tan nuevas que casi era como estrenarlas. Reconoce que a medida que fueron pasando los años vivió escenas similares a las del miércoles. «Las caídas no eran diarias, pero al menos una por legislatura sí vivíamos», rememora.
Desde entonces, ni se han cambiado ni hay previsión de que se haga, pese a que una voz muy respetada del Congreso (que prefiere ocultar el nombre) reconoce que están «muy deterioradas» y que necesitan una renovación «ya». En esa misma línea el portavoz de Compromís, Joan Baldoví, asegura que los sillones «están para que les den un repasito». «Visto lo visto, seguro que habrá más que están en las mismas condiciones. Estaría bien que todos pasaran una ITV», apunta Baldoví, el líder político más valorado del país, según el CIS.
Han pasado 29 años desde el estreno que acabó con aquellos históricos escaños de 1850, cuando la reina Isabel II inauguró el Palacio de las Cortes, en la Carrera de San Jerónimo. Sin embargo, para algunos diputados las cosas están bien como están y hasta valoran más su confortabilidad después de haber pasado por el Parlamento Europeo, «con sillas fijas y muy duras», según el diputado socialista Ricardo Cortés. Otros como Toni Cantó (C's) elogia al personal de mantenimiento de la Cámara, «siempre al quite para arreglarnos las butacas en mal estado». Ha vivido otras caídas, «pero creo que hay otras prioridades más importantes que renovar nuestros asientos».
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