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El deporte puede ser uno de los principales recursos dentro de los tratamientos multidisciplinares que se pautan y recomiendan a los pacientes oncológicos. Eso sí, la actividad física recomendada esta siempre adaptada al estado en el que se encuentra la persona y siempre supervisada por profesionales por lo que debe haber un trabajo en red oncólogo-médico-psicólogo deportivo.
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Una de las sensaciones de la que más hablan los pacientes en tratamiento oncológico, como aquellos que ha pasado por la enfermedad es el sentimiento de importancia. «El deporte ayuda a retomar las riendas de sus vidas, les empodera y les devuelve parte del control y de la rutina diaria ayudando a recuperar también el equilibrio», asegura Itziar Prieto, Psicóloga en Itae.
Una vez se produce el diagnostico de la enfermedad, el paciente pasa por varios duelos, entre ellos el duelo corporal. En muchos casos se produce una pérdida de identidad, el paciente puede llegar a no reconocerse en el espejo. «El deporte nos ayuda aceptarnos y hace crecer el amor propio», aseguran desde ITAE.
Además, durante los procesos oncológicos aparecen síntomas ansiosos y depresivos. Por ello el deporte es un gran aliado. «Ayuda a liberar la hormona de la felicidad y nos sentimos mucho más motivados y esperanzados», asegura Itizar Prieto.
Por otra parte, ayuda a conciliar el sueño. Una de las principales señales de alarma de nuestro cuerpo cuando estamos desregulados emocionalmente, son los cambios en el sueño. Los temores, aparecen con mucha más fuerza por la noche, dificultando la conciliación del sueño y provocando estar más fatigados durante el día. «El deporte, ayuda a disminuir el tiempo en el que nos quedamos dormidos, y por lo tanto a disipar todos esos pensamientos intrusivos negativos», afirman desde ITAE Psicología.
¿Qué beneficios tiene?
Ayuda a retomar el control
Sin duda, una de las sensaciones de las que más nos hablan tanto nuestros pacientes en tratamiento oncológico como aquellos que ya han pasado por la enfermedad, es el sentimiento de impotencia. Aparece cuando te sientes sin recursos, cuando piensas que no hay nada en tu mano que puedas hacer para sentirte mejor, tan solo esperar a que el tratamiento funcione.
Desencadenando así, emociones que oscilan entre la frustración, la culpa y la constante incertidumbre. Por eso, el deporte, nos devuelve las riendas de nuestra vida, pues nos empodera, devolviéndonos parte de control y de nuestra rutina diaria, la cual es fundamental para sentirnos de nuevo en equilibrio.
Recompone nuestra autoestima y auto concepto
Desde el momento del diagnóstico, la persona pasa por varios duelos, uno de ellos, es el duelo corporal. Pues la persona deja de reconocerse cuando se mira al espejo, sintiendo así una pérdida de identidad y una desconexión emocional con su «yo». Lo cual provoca emociones como la tristeza, el miedo, el rechazo, etc. El deporte, nos ayuda a avanzar hasta la aceptación y por lo tanto hacia el amor propio.
Regula nuestro estado de ánimo
Se ha constatado que al realizar ejercicio físico liberamos las llamadas «hormonas de la felicidad», las cuales nos ayudan a paliar la sintomatología depresiva y la ansiedad, presentes en pacientes oncológicos. Al sentirnos más regulados emocionalmente, conseguiremos sentirnos mucho más motivados, esperanzados y por lo tanto, disponer de mayor calidad de vida y reafirmar nuestra resiliencia.
Favorece un descanso más reparador
Una de las principales señales de alarma de nuestro cuerpo cuando estamos desregulados emocionalmente, son los cambios en el sueño. Pues nuestros temores, aparecen con mucha más fuerza por la noche, dificultándonos así la conciliación del sueño y provocándonos estar más fatigados durante el día. Haciéndonos creer que nuestras dificultades, son mucho mayores que nuestros recursos, lo cual es un pensamiento distorsionado. Por lo que el deporte, ayuda a disminuir el tiempo en el que nos quedamos dormidos, y por lo tanto a disipar todos esos pensamientos intrusivos negativos.
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