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Llega la Navidad. Un periodo en el que los más pequeños comparten mucho tiempo con personas adultas fuera del ámbito educativo. El deporte inclusivo ha ganado cada vez más protagonismo como una herramienta fundamental para inculcar valores como el respeto, la empatía y la igualdad en los más pequeños en el ámbito educativo. Y fuera de él también debe prolongarse si se quiere que los más pequeños crezcan con todas estas cualidades que los harán más humanos.
En unas fechas en las que es habitual ver por esas llamadas rutas del colesterol a ver a mayores runners junto a pequeños que estrenan ilusionados sus zapatillas deportivas o sus chándals tan chulos que les han llegado desde la otra parte del mundo de manera mágica, se puede aprovechar para educar al futuro. «Desde una edad temprana, la inclusión en las actividades físicas y deportivas permite que los niños y niñas con y sin discapacidad interactúen y aprendan juntos, promoviendo un entorno donde las diferencias son apreciadas y puestas en valor», explica Javier Pérez Tejero, director de la Cátedra Fundación Sanitas de Estudios sobre Deporte Inclusivo en la UPM.
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Con el objetivo de brindar orientación a padres, entrenadores y profesores, el experto ofrece una serie de recomendaciones para que los más pequeños entiendan y apliquen el deporte inclusivo:
Explicar qué es la discapacidad: es importante que comprendan que las personas son diversas y en algunos casos pueden presentar alguna discapacidad, ya sea física, intelectual o sensorial. Esto les ayudará a entender que el deporte inclusivo es una forma de hacer que todos puedan participar y disfrutar, sin importar sus habilidades.
Dar importancia a los referentes
Mostrarles videos o historias de deportistas con discapacidad les enseña que las limitaciones no impiden el éxito, lo que a su vez potencia la empatía y la admiración.
Realizar juegos de concienciación sobre la discapacidad
Organizar actividades deportivas donde puedan experimentar cómo es practicar un deporte con ciertas limitaciones, como jugar fútbol con los ojos vendados o al baloncesto en silla de ruedas. Este enfoque les ayudará a entender los desafíos que enfrentan algunas personas y cómo a través del deporte se puede incluir a todas las personas, tengan o no una discapacidad.
Promover la participación conjunta
Crear contextos en los que niños y niñas con y sin discapacidad puedan practicar deporte de manera conjunta, ya sea en competición como de manera lúdica, adaptando los reglamentos y las normas a las posibilidades de los participantes para que todas las personas puedan aportar de igual manera.
Utilizar materiales y reglamentos que fomenten la inclusión
Modificar los reglamentos (como aumentar o disminuir la distancia en una carrera) son adaptaciones que hacen que puedan participar personas con y sin discapacidad en un deporte, permitiendo que puedan aportar de igual manera en base a sus habilidades.
«Todos los niños deben poder disfrutar del deporte, sin excepciones. Por ello, es trascendental que todos desarrollen una actitud positiva y respetuosa hacia las diferencias. Desde Fundación Sanitas creemos firmemente que el deporte inclusivo es una herramienta poderosa para construir una sociedad más justa y equitativa desde la infancia», subraya Yolanda Erburu, directora general de la Fundación Sanitas.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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