![Ironman corre contra el parkinson](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202207/11/media/cortadas/PpalIron-RGE2dvDEzkmegUYs3TwCcTO-1968x1216@Las%20Provincias.jpg)
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Ironman es un habitual en las carreras populares de Valencia y alrededores. En el pelotón ya se le reconoce porque no hay otra: o se le ve o se escucha su música o frases icónicas que trasladan al universo Marvel del estilo: «Activando traje en modo correr». Pero ese artefacto no ha sido ni diseñado ni construido en Industrias Stark. Está creado a base de tapacubos y de trozos de corchos sintéticos en Alfafar. Lo ensambla Juan Carlos Martínez, a quien cambió la vida cuando a los 37 años le diagnosticaron parkinson.
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«Yo trabajaba en una empresa de ascensores y me notaba siempre como cansado. Llegó un momento en el que se me caían las cosas de las manos, las piezas, un destornillador… aquello no era normal», recuerda. Fue al médico y empezaron a hacerle pruebas hasta que el neurólogo le comunicó el diagnóstico. «Bueno, nadie se ha muerto por esto», le contestó. «¡Cómo te lo has tomado! Normalmente la gente sale de aquí triste, deprimida…». «Es que si me deprimiera, además de parkinson tendría depresión».
La enfermedad motivó que fuera catalogado con un 33% de minusvalía. Puede trabajar cuatro horas diarias, pero ya no en los ascensores. «A mí me gusta la electrónica y justo en eso es en lo que no puedo estar, así que decidí hacer otras cosas, algo que ayudase a los que lo necesitan», explica Juan Carlos. Antes del diagnóstico corría, perteneció club 42 y pico. «Pensé en visibilizar el parkinson, para que la gente viera que se puede vivir con una enfermedad y tratar de animar a otros a luchar. Pero es que si llevas una camiseta normalmente pasas desapercibido», subraya.
De su afición a disfrazarse y a la electrónica acabó surgiendo la idea de crear el Ironman de l'Horta. «Pensé en un superhéroe. Spiderman tiene sus poderes porque lo picó una araña, Hulk por una inyección, a Thor le llegó el martillo… el de Ironman está en su cabeza. Con la mente se puede afrontar lo que te propongas», comenta Juan Carlos. Se puso manos a la obra y unos días después tenía su traje.
El esqueleto es el mismo desde hace cinco años, pero va retocándolo en cada carrera. Su creación tiene luces y música. «Es un mpP3 que desmonté y lo acoplé… el traje tiene frases, que puedes preparar con programas de ordenador que hay para distorsionar la voz…», explica. El artefacto ha convertido a Juan Carlos Martínez en uno de los corredores más reconocidos de las carreras populares por la ciudad de Valencia y el área metropolitana. No se pierde ni una. Haga frío o, en estos meses, calor, con su atuendo de Iron Man, que le genera un peso extra de siete kilos. «Y el roce de los anclajes en las piernas. Me pongo una crema, que no se si ha surtido efecto o si es que la piel ya se ha acostumbrado», apunta.
Ahora Juan Carlos tiene 46 años y su iniciativa no se acerca para nada al 'End Game', como se titula la última película de 'Vengadores'. Al contrario. Cada semana se ve varios días a Iron Man entrenando por la 'ruta del colesterol' de l'Horta Sud. En carrera, suele correr a ritmos de entre 6 y 6.30 minutos el kilómetro. Participó, por ejemplo, en el medio maratón de Paterna, que fue Campeonato de España: «El 1 de enero me levanté, tuve un impulso y me apunté al Maratón de Valencia. Ahora habrá que hacerlo… me prepararé y lo acabaremos de alguna forma».
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Pero la premisa es mantener la vertiente solidaria. Por ejemplo, en una del Raval en Gandia, donde le regaló las zapatillas con las que había corrido a una persona que luchaba contra el cáncer. O la amistad que ha generado con Raúl de Museros, un niño que padece una enfermedad degenerativa que paraliza los músculos pero que no pierde el ánimo de seguir luchando. «Eso es lo que yo intento transmitir», afirma: «Yo soy muy valenciano y normalmente corro con una Senyera que lleva un mensaje con una dedicatoria para una persona, Luego se la regalo».
También entrega decenas de fotografías y saludos en cada carrera, o partes del traje. «Me lo hago yo con materiales que me voy encontrando, esto no vale millones de dólares como el de Stark», bromea: «Hubo un centro comercial que quiso patrocinarme. Yo les agradecí el detalle, pero lo rechacé. Si quiero, en la meta le regalo un brazo a un niño. Pienso que si entrase ahí perdería la esencia de mi iniciativa». Después de siete años, el traje de Juan Carlos no es de hierro, pero sí su determinación con la que miró a los ojos al parkinson: «Si quiero, puedo».
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