¡Te ha vuelto a pasar! Cruzas la línea de meta y no has podido realizar la marca esperada. Durante muchas semanas e incluso meses has estado soñando y entrenando duro para conseguir un objetivo que has visto cómo hamedida que pasaban los kms, se ... iba diluyendo. Tratas de mantener el ritmo durante la competición pero es imposible. En tus cálculos mentales te has dado cuenta que ya no puedes conseguir parar el cronómetro en el tiempo esperado. Una vez más, te han fallado las fuerzas y mentalmente te has vuelto a salir de la carrera. Decides bajar el ritmo y finalizar con el sabor amargo que supone una nueva derrota en el asfalto. Cruzas el arco de meta, agachas la cabeza y no te apetece comentar a nadie lo sucedido. No es el resultado esperado y sientes una importante decepción personal.
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En las próximas horas e incluso días, estarás pensando, analizando y buscando explicaciones del mal resultado obtenido. Muchos corredores no son capaces de realizar un análisis sincero y seguro que encuentran algunas excusas muy superficiales para aliviar el mal sabor de boca. Las más recurrentes pueden ser las siguientes: Me ha faltado entrenamiento. Tengo que cuidar mejor la alimentación. Me ha sentado mal el gel tomado en carrera. He llegado demasiado cansado a la competición. Me falta fuerza y tengo que ir al gimnasio. Tengo las piernas cansadas y debo ir con más frecuencia al fisio. He de cambiarme las zapatillas... No cabe duda que cuidar todos los detalles mencionados supone mejorar y por tanto ayudar a conseguir mejores resultados. Pero a pesar de modificar algunos aspectos de mejora, muchos corredores siguen sin conseguir sus objetivos. Cuando el atleta empieza a tener de manera continuada malas experiencias en competición y no es capaz de conseguir la marca deseada, puede entrar en un bucle de negatividad muy complicado. El temor a enfrentarse a la competición sucede por desgracia a demasiados corredores. Los recuerdos de las malas sensaciones aparecen durante la lucha competitiva y te enfrentas a tener que tomar decisiones al máximo de pulsaciones. Te pasas durante algunos kms luchando entre seguir o abandonar. En algunas ocasiones se puede entrar en fase de ansiedad precompetitiva y no cabe duda que para desbloquear esta situación hay que acudir a los especialistas de la psicología deportiva.
El objetivo final de tanto entrenamiento y de tanto esfuerzo personal culmina con el dorsal en el pecho. La competición es la última parada del camino que te alimenta y te carga de energía cada zancada que realizas. Es el premio y el regalo que cada corredor se realiza. Es el momento de mostrar lo que has trabajado y de disfrutar los kms de carrera. Competir es el acto final a meses de ilusiones y sueños que quieres cumplir. Estás deseando que llegue el día para saborear sobre el asfalto tus límites. Cuando eres capaz de vibrar durante los momentos previos al pistoletazo de salida. Eres capaz de derrochar toda tu energía y vitalidad durante el paso de los kms. Eres capaz de esbozar la sonrisa cuando cruzas el arco de meta. Cuando todo esto lo cuentas con una carga de adrenalina y felicidad plena, significa que has competido como querías. Para que todo se desarrolle como tú quieres, además de realizar el entrenamiento y planificación adecuada, lo más importante es crear la expectativa correcta a tus posibilidades reales. Bajo mi punto de vista, esta es una de las claves que determinan las opciones de éxito de cualquier corredor independientemente del nivel que tenga.
Procura ponerte los objetivos de competición con mucha sinceridad y rebaja las expectativas. Debes ponértelo fácil y ser honesto contigo mismo. Me encuentro con muchos de vosotros que queréis saltaros etapas de mejora en el rendimiento y en poco tiempo estáis buscando unos resultados que no se ajustan a vuestras posibilidades de rendimiento. Tener en mente una marca muy exigente, requiere un entrenamiento más elevado de lo que quizás tu organismo esté preparado para soportar. Esta situación supone un impacto físico más elevado que debes realizar. Pues bien, si esto no lo controlamos, significa que estamos entrenando por encima de nuestra realidad y las consecuencias a nivel de fatiga van a ser muy importantes a medio plazo. Recuerda que tener altos niveles de cansancio por falta de asimilación del entrenamiento, significa bajos niveles de rendimiento. A medida que avanza esta situación entra en escena la parte mental. Tengo un buen amigo y excelente corredor, que siempre dice; «Antes de iniciar una planificación ambiciosa, nos vemos poderosos y con determinación. Pero a medida que van avanzando las semanas nos vamos encogiendo y haciendo pequeños a la vez que la competición la vemos cada vez más grande».
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La importancia de realizar la expectativa correcta va a determinar tu camino hacia la consecución del objetivo. El entrenamiento requiere tranquilidad y sosiego. Debes ser moderado, realista y coherente en tus decisiones. En una sociedad donde todo lo queremos hacer muy público, hay que tener especial atención en el manejo de las redes sociales. Cuidado con tus afirmaciones después de un día de euforia. Controla las palabras que verbalizas en los grupos de amigos porque te conviertes en esclavo de todo lo que dices. Somos muy dados a comentar nuestra marca en la siguiente competición y con el paso del tiempo nos genera un lastre difícil de digerir. Una expectativa inadecuada va creando una tensión oculta que acaba convirtiéndose en una mochila invisible, que llevas a tus espaldas en cada semana de entrenamiento. Sin darte cuenta vas inundando tus pensamientos de mensajes dudosos que empiezan a restar la confianza que requiere la competición. También pones en duda la metodología y el plan de entrenamiento. Empiezas a dejar de creer en lo que haces cada día. Esta situación es terrible, porque sólo funcionan las cosas cuando realmente estás convencido que tu entrenamiento es el mejor de todos los entrenamientos posibles. No olvides que estos pensamientos sabotean el día a día y tienen consecuencias muy dañinas. Pueden llegar a bloquear tus posibilidades de rendimiento a través de la decepción, tristeza, culpabilidad y desde luego producen síntomas físicos muy evidentes como el cansancio, irritabilidad gástrica, insomnio y dolor muscular.
Por desgracia he conocido a muchos corredores que han vivido durante un periodo de su vida deportiva este calvario. Incluso en el ámbito profesional ocurre con más frecuencia de lo que podemos imaginar. En su situación es mucho peor, porque gracias a sus marcas y posiciones en la competición están expuestos a conseguir becas, equipos, sponsors, internacionalidades. Dependen de sus resultados para seguir siendo profesionales y poder vivir de ello. Están sometidos a un nivel de presión muy alto. Muchos llegan a plantearse abandonar su carrera profesional por falta de expectativas claras y buscar cimas de rendimiento demasiado elevadas. Uno de los problemas que tiene el corredor cuando está en este laberinto sin salida es la falta de objetividad. Hay que realizar una autocrítica muy sincera y tener mucha humildad para reconocer que estaba equivocado. Muchas veces miran para otro lado y no quieren darse cuenta dónde está el problema. Necesitan la ayuda de alguna persona de mucha confianza que les abra los ojos. Rectificar es de sabios, y reajustar los objetivos se convierte en la tabla de salvación para muchos corredores que han perdido el rumbo. En el momento son capaces de modificar su hoja de ruta, cambiar los objetivos, clarificar la manera de trabajar, confiar en el método y se rodean de las personas adecuadas, todo empieza a cambiar. Han reseteado su disco duro y empiezan a construir de nuevo un proyecto deportivo que se ajusta y se identifica con lo que verdaderamente pueden y quieren. Empiezan a creer y a confiar plenamente en esta nueva propuesta de trabajo. Experimentan en pocas semanas una transformación física y mental que recorre de vitalidad y energía cada músculo de su organismo. Sus emociones se modifican positivamente. Se sienten felices, con mayor autoestima, en definitiva se sienten capaces de hacer todo lo que se propongan.
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