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LOURDES MARTÍ
Valencia
Viernes, 23 de julio 2021, 18:50
La propiocepción es uno de esos términos demasiado desconocidos para la importancia que tienen en nuestro día a día. Básicamente este sustantivo hace referencia a la capacidad del cerebro de saber dónde están situados cada parte del cuerpo. Esto provoca que inmediatamente, el cuerpo corrija una mala postura, encuentre equilibrio y esté coordinado.
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Años atrás, la mayoría de corredores sólo prestaban atención a ello cuando sufrían lesiones sobre todo de tobillos. Poco a poco, los runners son conscientes de que correr es mucho más que calzarse las zapatillas y buscan clubes o entrenadores personales junto a los que crecer.
El sistema propioceptivo tiene receptores en nuestros músculos, ligamentos, tendones, articulaciones y huesos que envían señales a los nervios aferentes y estos a su vez lo hacen al sistema nervioso central. Si éste está trabajado, puede ayudar a prevenir lesiones, ¿cómo? pongamos un ejemplo práctico: Estamos corriendo, o andando y nuestro tobillo se dobla, si hemos trabajado este sistema, el cerebro corregirá inmediatamente esta mala postura y evitará una torcedura más grave que puede llegar hasta un esguince.
Gracias a la mejora de la coordinación, el rendimiento deportivo será mejor. Asumir que se tiene mayor control sobre sí mismo y el entorno aumenta la confianza lo que se traduce en que el corredor se más eficiente.
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Los ejercicios de propiocepción fortalecen articulaciones y músculos, lo que permite, además de ser más competente en la carrera, evitar daños es por ello que la realizan deportistas de todos los ámbitos y niveles.
Estimular este sistema, como cualquier otro, es cuestión de trabajo y dedicación. Los entrenadores o los fisioterapeutas pueden indicarnos algunos ejercicios tanto estáticos como dinámicos que pueden beneficiarnos según nuestro nivel.
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Aunque no es indispensable material, se puede trabajar el equilibrio con el propio cuerpo o aprovechar el espacio, como escalones de cualquier escalera que tengamos cerca, sí que hay elementos como las fitball o los bosu que ayudan a variar el entrenamiento para que éste sea más ameno también se usan pelotas o balones de todos los tamaños. En caso del calzado y la ropa es recomendable la que se esté habituado.
1. Con los ojos cerrados (ayuda a concentrarnos en nosotros mismos), el objetivo es mantener el equilibrio con una pierna, a la pata coja durante unos 30-40 segundos en cada pierna.
2. Apoyamos un pie en un fitball y otra en el suelo. Bajamos el cuerpo flexionando la pierna que está en tierra firme, unas 15 repeticiones es suficiente.
3. Colocamos el bosu enfrente de nosotros y damos zancadas para apoyar el pie sobre el bosu, una vez en esta posición, hay que bajar el tronco intentando mantener el equilibrio. Con tres repeticiones de unos 25 segundos cada una es suficiente.
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4. Acostados sobre el firme levantamos un pie y rodamos una pelota sobre la pared manteniendo las rodillas en un ángulo de 90 grados durante 30 segundos en cada pierna y 4 repeticiones.
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