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Con la llegada del invierno y el incremento en el coste de la electricidad, muchas familias buscan reducir el gasto energético en el hogar. La calefacción es, sin duda, el sistema que más impacto tiene en la factura, pero existe otro aparato que también dispara el consumo y al que no siempre se presta suficiente atención.
Pese a su uso cotidiano, el calentador eléctrico es el segundo dispositivo que más electricidad consume en casa. Según datos de la Agencia de la Transición Ecológica de Francia (Ademe), una sola persona puede llegar a utilizar en torno a 800 kWh al año solo para calentar agua. En hogares con varios miembros, esta cifra se dispara. Por ejemplo, una familia de cuatro personas con un calentador de 200 litros podría consumir hasta 3.200 kWh anuales, lo que se traduce en un aumento considerable en la factura de la luz, con un coste que puede superar los 600 euros al año.
Para poner en contexto la magnitud de este consumo, basta con compararlo con otros electrodomésticos: un horno eléctrico gasta alrededor de 130 kWh anuales, un lavavajillas 200 kWh y un frigorífico con congelador unos 350 kWh. Esto sitúa al calentador de agua muy por encima en términos de demanda energética.
Uno de los aspectos fundamentales a tener en cuenta para reducir el consumo de luz del termo es la temperatura a la que se calienta el agua. Muchos usuarios ajustan el termostato a 60°C o incluso más, sin saber que este nivel es innecesario y eleva el gasto energético. Los expertos recomiendan fijar la temperatura entre 50°C y 55°C, un rango suficiente para garantizar el confort y, al mismo tiempo, prevenir la proliferación de bacterias como la legionella.
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Otro factor determinante en la eficiencia del calentador es su mantenimiento. Con el paso del tiempo, las resistencias del dispositivo pueden acumular cal, lo que dificulta el proceso de calentamiento y obliga al aparato a consumir más energía para alcanzar la temperatura deseada. Para evitar este problema, se recomienda realizar una descalcificación periódica.
Además de estos ajustes, también es recomendable adaptar el uso del calentador a las necesidades reales del hogar. Programarlo para que funcione en las horas de menor demanda eléctrica o apagarlo cuando no se necesite, especialmente en viviendas con ausencias prolongadas, puede suponer un ahorro adicional.
Asimismo, optar por modelos más eficientes con aislamiento térmico mejorado y tecnologías como la aerotermia puede reducir significativamente el consumo a largo plazo. Pequeñas modificaciones en los hábitos diarios pueden marcar una gran diferencia en la eficiencia energética y el gasto mensual.
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