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Nuestros pies acumulan el 25% de todos los huesos de nuestro cuerpo, movilizan más de 100 músculos para desplazarnos y sostienen todo nuestro peso. Sin embargo, la inmesa mayoría de las personas no sabemos ni qué tipo de pie tenemos ni si sufrimos algún tipo de patología. Básicamente, porque pocos acudimos a un podólogo o lo hacemos con regularidad.
Y es que la podología está en tierra de nadie. Ni está incluida en la cartera básica de servicios del sistema público de salud ni en la mayoría de los seguros médicos privados de manera ordinaria. Así que la parte del cuerpo con más huesos (26 por cada pie) es una de las grandes olvidadas. «Es la base del cuerpo de verdad. Una obra arquitectónica perfecta», dice Jaime García Latorre, podólogo especialista en biomecánica del pie y ecografía diagnóstica. Uno de los casi 1.500 podólogos que hoy en día ejercen esta profesión en la Comunitat y de los 10.000 que lo hacen en toda España. «La gente viene desorientada cuando tiene algún dolor. Las necesidades básicas más funcionales se cubren con comer, ver o tocar. Pero nos olvidamos de que el pie te lleva, porque lo llevamos siempre escondido», reflexiona el dueño de la clínica Podoteam.
Pero algo está cambiando en el mundo de los pies, con un creciente interés por su cuidado, llegado sobre todo de la mano del deporte, y por la irrupción de nuevos modelos de calzado más respetuosos con esta parte de nuestro cuerpo, históricamente tan maltratada. De hecho, tener los pies planos llegó a ser considerado una patología que invalidaba incluso a los hombres para hacer el servicio militar en su día, o motivo de exclusión en las pruebas para los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Pero, ahora, la divulgación sobre está parte de nuestra anatomía está ganando terreno, con numeroso contenido creado en redes, nuevas tendencias, estudios de pisada e incluso una invitada real al debate podológico: la reina Letizia con su neuroma de Morton y su apuesta por el calzado con forma de pie.
En el ámbito deportivo, los pies protagonizan un verdadero boom, con el running como disciplina que más pacientes arrastra a estas consultas. Muchos, por problemas comunes como fascitis o pérdida de uñas por contacto, o para calzarse unas plantillas personalizadas que mejoren su apoyo. Se verá este domingo, en la Media Maraton de Valencia, donde los corredores y corredoras dan cada día más importancia a su pisada y al tipo de zapatillas con las que correr mejor. Pero también equipos de fútbol o baloncesto con podólogo en plantilla para mejorar el rendimiento de sus jugadores y evitar lesiones relacionadas con la manera de pisar. O de hockey, donde se innova cada día por proteger esta zona del cuerpo tan expuesta a los golpes.
Con Jaime García, también especialista en radiografia y cirugía mínimamente invasiva, hacemos un chequeo a estas extremidades de las que nos hemos acordado poco hasta ahora y que tanto tienen que ver en nuestro día a día. Por dar sólo un dato que haga evidente este boom: en la Comunitat se ha multiplicado por cinco el número de podólogos colegiados en los últimos 20 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Algo se mueve.
Fisiológicamente, el pie empieza en el tobillo, pero su movimiento involucra a numerosos músculos de otras partes del cuerpo en las que influye. Desde la pierna, a la cadera, pasando por la espalda. Así que los podólogos sólo actúan en los pies, pero con sus diagnósticos y tratamientos influyen en casi todo el cuerpo. Y algo que poca gente conoce: pueden operar.
La podología, como profesión sanitaria, ha avanzado muchísimo en los últimos años, sobre todo con la aplicación de tecnologías que permiten a los profesionales afinar los diagnósticos mediante el uso de los ecógrafos, aparatos de termografía o plataformas de presión. Todas estas pruebas generan una información en tiempo real y científica sobre la forma, la fisiología o el mal funcionamiento de los pies.
Es el proceso de exploración clínica mediante un cuestionario exhaustivo para conocer toda la información posible del paciente. Se trata de realizar el máximo posible de preguntas sobre su estilo de vida, profesión, antecedentes familiares, tipo de calzado que usa en su día a día o los factores ambientales que pueden interferir en su pisada. Además, el podólogo realizará una exploración en la camilla con la que podrá determinar determinadas patologías o limitaciones de movimientos no sólo en los pies, sino en algunas otras partes del cuerpo relacionadas.
La ciencia de la podología ha avanzado mucho en los últimos años, para aumentar la precisión de las lesiones o dolencias y actuar de manera mucho más efectiva y mucho menos invasiva.
Es una plataforma que se coloca en el suelo y sobre la que el paciente pisa y se mantiene quieto o en movimiento. Permite estudiar la pisada completa. Desde las partes de la planta que se apoyan, el peso que soporta cada pie y su distribución, el desarrollo de la pisada. Con el estudio de estos resultados se puede determinar la calidad de la pisada y la estabilidad de nuestros pies en movimiento y sin él, así como posibles afectaciones de otras extremidades.
La termografía infrarroja se lleva a cabo con una cámara que mide la temperatura de las distintas partes del cuerpo y genera un mapa de color que ayuda al podólogo a determinar qué zonas reciben más ciruculación o menos y en cuáles es necesario reforzar el trabajo físico. Con la imagen, el profesional puede saber que tejidos están soportando más peso y tensión y como el cuerpo se está adaptando o tolerando dicho estrés. La termografía puede ayudar a prevenir lesiones y a monitorizarlas. Se puede usar, incluso, para comprobar la idoneidad de algunos calzados o plantillas a la hora de mejorar nuestra pisada o nuestra postura.
Sirve para observar en tiempo real los músculos de los pies, las articulaciones y el flujo sanguíneo. En podología, su uso se puede aplicar al tratamiento de múltiples patologías. Además, entre sus ventajas está la falta de efectos secundarios, ser un método no invasivo, un bajo coste económico, la posibilidad de ver lesiones en tiempo real y su aplicación en las cirugías de pie de manera ecoguiada.
Permite conseguir una foto precisa de la articulación en un determinado momento. Además, es de gran utilidad para guiar a los podólogos en las cirugías de pie, que se realizan en la misma consulta, de manera mínimamente invasiva.
El simple uso diario de nuestros pies, en constante contacto con el suelo y con calzados más o menos respetuosos con esta parte del cuerpo, nos predisponen a unos tipos de enfermedades, dolencias o lesiones muy comunes.
La fascitis plantar es una de las causas más comunes de dolor en la parte inferior del talón. Ocurre cuando la fascia plantar, el ligamento que une el talón con la parte delantera del pie, se irrita e inflama. La fascia plantar tiene la función de absorber las sobrecargas y tensiones que reciben nuestros pies cuando caminamos, corremos y hacemos otras actividades. La respuesta natural del cuerpo a la lesión es la inflamación, que provoca dolor en el talón y la rigidez causados por la fascitis plantar.
Son protuberancias óseas que se desarrollan en la base del dedo gordo del pie y pueden causar dolor, inflamación y dificultades para caminar. Se pueden corregir con ayuda del podólogo, pero en casos avanzados, requieren de cirugía.
Es una afección que aparece cuando un borde de la uña del pie se clava en la piel del dedo produciendo dolor, enrojecimiento, inflamación e incluso infección, lo cual puede ser incapacitante para las personas que lo padecen.
Los pies son la base del cuerpo, el punto de soporte que aguanta toda nuestra estructura ósea y muscular. El peso, por tanto, debe estar bien distribuido para evitar sobrecargas en distintas zonas. Esto puede provocarnos dolor en otras partes del organismo, como en los hombros y el cuello, la espalda, las caderas, las rodillas y, evidentemente, en los propios pies.
Afección que produce dolor e inflamación en la bola del pie.
Una afección dolorosa que afecta los nervios de los pies, generalmente entre el tercer y cuarto dedo. La reina Letizia padece esta dolencia, que la ha llevado a bajarse de los zapatos de tacón y apostar por calzado respetuoso con el pie.
De un tiempo a esta parte es común encontrar en la pasarela de la calle un tipo de calzado hasta ahora poco conocido. El calzado 'barefoot' o que simula la pisada de ir descalzo. Pero no es el único que ha saltado a las zapaterías, en una búsqueda por una mayor comodidad. En la práctica deportiva, el calzado también vive una revolución. Sobre todo en el atletismo, donde los nuevos materiales y diseños pueden hacer arañar unas décimas al cronómetro. En la Media Maratón de Valencia veremos las nuevas tendencias en este sentido, no sólo en lo estético, sino también en lo biomecánico.
Respetan la forma del pie, pero mantienen suela de distintos tipos, contrafuerte y drop. Insiste el podólogo en que no todos necesitamos el mismo tipo de calzado, pero llevarlo con forma de pie es siempre lo ideal, para que el pie no vaya apretado.
Zapato totalmente plano, de suela flexible, en el que el pie va libre. Simulan la pisada que hacemos yendo descalzos. El podólogo advierte de que una persona que no se haya revisado antes los pies para saber si tiene alguna dolencia, no debería usar este calzado. También alerta de los cambios drásticos a este tipo de zapatos sin haber realizado una preparación o adaptación. «Si te compras unos barefoot y caminas ocho horas, mañana estás aquí pidiendo ayuda», dice. El experto aboga por hacer una preparación de los pies sanos y emplear este tipo de calzado para fortalecerlos, pero no como calzado habitual.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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