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Preparativos para jugar partidas en el trinquet de Llíria. DAMIÁN TORRES
Va de bo después de la jubilación

Va de bo después de la jubilación

Un grupo de veteranos juega los lunes en el trinquet de Llíria partidas de escala i corda con normas adaptadas a su condición física

Domingo, 18 de febrero 2024

Cada lunes siete hombres de Camp de Túria comen con cierta prisa. No hay tiempo para deleitarse con el café. Les esperan y no pueden fallar. Y no se trata de un compromiso de trabajo, porque los siete están ya jubilados desde hace más o menos tiempo: Gildo tiene 74 años, uno más que Juan, Manolo ya cumplió los 80 («el más veterano de todos»), Marcelino alcanza los 76, Melina también ha alcanzado los 80, Manuel ha soplado las 71 velas y Colau es el benjamín, con 66.

Son un grupo de veteranos que de una forma u otra llevan toda la vida vinculados a la pilota y que una vez han alcanzado la jubilación han hallado en el deporte autóctono el modo de mantenerse activos. Y cada lunes en casa saben que no hay sobremesa que valga: acuden al trinquet de Lliria, donde organizan sus 'pachangas' a escala i corda. Tres contra tres, o dos frente a tres si falla alguno. Todo buen aficionado a la pilota sabe que este deporte tiene entre sus peculiaridades las partidas en desigualdad. Si se hace en la alta competición, en este encuentro entre amigos, todavía con más razón.

La pilota está muy viva en muchos municipios de la Comunitat a través de sus clubes y escuelas. También se busca involucrar a las nuevas generaciones a través de programas como Pilota a l'Escola. Pero lo innegable es que la modalidad autóctona fue deporte casi rey a mediados de siglo XX, sobre todo en el mundo rural, donde después de trabajar se jugaba en la calle. Estos siete hombres de Llíria se enamoraron de la vaqueta en esa época, jugando o como espectadores. Ellos o Manuel Aragó, que pasados los 70 sigue haciendo de feridor cada semana en partidas de profesionales que se disputan en Vilamarxant, La Pobla de Vallbona o incluso Pelayo: «Los jugadores de ahora hacen auténticas obras de arte para protegerse las manos. Nosotros teníamos el guante, alguna carta y poco más... y eso nos hacía tener más tacto con la pelota. Era más habitual que el punter sacara y después se echara atrás». Pepito Malonda, con 83 años, sigue ejerciendo de marxador en el raspall profesional que se disputa por la Safor: «Empecé dos días a la semana en Gandia y es que voy a ir igualmente al trinquet».

Pilota como entretenimiento y modo para mantenerse activos. Deporte lúdico, como muchas personas mayores hacen con el tenis o la carrera a pie. «Yo empecé a jugar cuando me jubilé», proclama Melina: «Me gusta la pilota de siempre». «Este no se pierde ni una, es de ir mucho al trinquet», comenta Manuel Izquierdo, que también suele ir los viernes a las partidas de profesionales de Vilamarxant. Fue alcalde de Llíria durante 12 años y durante esa etapa apostó por esa cancha, por la que actualmente pasa de largo la pilota de élite. Como testigos del pasado, en el bar de la instalación hay fotos –algunas con el propio Manolo Izquierdo posando– con figuras que han jugado en la instalación de la cabecera de Camp de Túria.

Ese bar está actualmente cerrado, pero el trinquet está en buenas condiciones y en uso, por parte de estos veteranos, pero también de los integrantes del club local, que lo usan para sus campeonatos. Últimamente se han reformado los vestuarios y lo que se comenta es que se quiere recuperar Llíria para acoger partidas de profesionales. Mientras se libran grandes batallas, estos siete hombres contribuyen a que la vaqueta siga resonando entre sus muros.

Los participantes en las partidas de Llíria, Melina en acción ante la mirada de Colau, y el exalcalde edetano Manuel Izquierdo. DAMIÁN TORRES
Imagen principal - Los participantes en las partidas de Llíria, Melina en acción ante la mirada de Colau, y el exalcalde edetano Manuel Izquierdo.
Imagen secundaria 1 - Los participantes en las partidas de Llíria, Melina en acción ante la mirada de Colau, y el exalcalde edetano Manuel Izquierdo.
Imagen secundaria 2 - Los participantes en las partidas de Llíria, Melina en acción ante la mirada de Colau, y el exalcalde edetano Manuel Izquierdo.

«¡Que sí, que jugamos con vaqueta!», replica uno de ellos, antes de comenzar la jornada, cuando se les pregunta si utilizan esta pelota o bien una de badana. «¡Y nos arreglamos las manos!», añade. Bueno, eso sí que tiene algo de truco, pues ellos traen guantes medio confeccionados y terminan de ajustárselos en unos minutos en los bancos que hay debajo de la cuerda.

Ahí se sienta Juan, que a sus 75 años desearía pelotear pero no puede. «Yo me lo paso bien con el marcador... es que ya no puedo jugar porque tengo problemas de cadera», comenta. Mientras tanto, uno de los participantes ajusta un artefacto de madera en la escala, a la altura del 8 y medio. «Es que algunos al principio se quejaban de que no llegaban. Ahora si te descuidas la meten en el palquet», bromea Manuel Izquierdo. Las reglas son claras: se juega a pasarla y el que saca desde el dau se la lanza desde la escala, y debe tocarla también en el otro lado de la cuerda para que sea válida. Y a partir de ahí, a pelotear. Disputan partidas a 30 (a hacer seis parciales).

«Anem a canviar!», exclama uno de ellos cuando van 25-0. «Però si no hem acabat», responde otro. Pero se 'barajan' los equipos. Marcelino se va a cada porque llevaba un mes sin ir a jugary está pendiente de unas pruebas médicas. «Manolo i jo contra la resta», propone Colau. «Alguna vegada juga ell contra tots i els pela», comenta Juan. Colau fue jugador de élite y la saga de La Pobla de Vallbona siguió con sus dos hijos, Colau (que fue uno de los restos de referencia en la etapa de Genovés II, Álvaro, Núñez...) y Colau II (que fue mitger).

Se le nota en el golpeo y en los movimientos en el trinquet. Además es el más joven del grupo. Es habitual que en las poblaciones del interior, sobre todo en verano, haya partidas de veteranos a frontón. Gente senior que juegue a escala i corda –o a raspall– es más complicado de encontrar. «Nosotros no sabemos de nadie que quede, simplemente nos juntamos por vernos y pasar un buen rato cada semana», comenta Manolo Izquierdo, que en su juventud jugó a fútbol y llegó a militar en Tercera División.

Quizás una solución sea que la Federació de Pilota Valenciana (FPV) regularice algún torneo, como por ejemplo hace la de tenis que organiza Campeonato de España hasta de +85. Mientras tanto, quien piense que nunca es tarde para disfrutar de la vaqueta tiene el ejemplo de estos siete hombres, que se reúnen cada lunes en Pla de l'Arc, en Lliria. Sempre va de bo, incluso después de la jubilación.

Pepito Malonda hace de marxador habitualmente, entre otros tirnquets, en Piles. LP

Pepito Malonda, marxador para ejercitar la memoria

Pepito Malonda es una figura indispensable en el raspall profesional. «Fui uno más», comenta con humildad el hombre que inició una saga de pilotaris a la que se unieron sus hermanos y sobrinos. El jugador que revolucionó la modalidad durante tres décadas, los 50, los 60 y los 70.

A sus 83 años, Pepito Malonda sigue en activo. «¿Jugar? ¡No, imposible! Ya no la vería venir como toca ni podría agacharme», comenta. En cambio, en las partidas de profesionales se le ve con los talonarios del marxador. «Las apuestas han bajado una barbaridad, no tiene ni punto de comparación con la época dorada», admite el expilotari, que continúa con su labor en Xeraco, Piles y Oliva.

«Yo seguiría yendo al trinquet asiduamente. Es a lo que me he dedicado más de 50 años, aunque hubo un tiempo que dejé de ir. Seguir como marxador me sirve para ejercitar la memoria», señala Pepito Malonda, que también camina entre 4 y 6 kilómetros diarios.

Y desde luego la memoria le sigue sin fallar. «Empecé como juvenil en Ondara y Villanueva de Castellón con 14 años», comenta: «A los 16 ya jugué mi primera partida de profesional». ¿La recuerda? «¡Claro! Siscar y Godofredo contra Comba, Antoniet y yo. No tuvieron el día, ganamos por 25-0».

Desde aquel momento se implicó en diferentes tareas vinculadas a la pilota, como llevar escuelas de la Federació. El trinquet es su mundo y por ello, Pepito Malonda sigue disfrutando sin poner fecha de caducidad a su faceta de marxador.

Aragó se dispone a sacar en el trinquet de Vilamarxant. LP

Aragó, eterno feridor y abogado por diversión

Manuel Aragó trabajó como encargado de Telefónica durante 40 años. Se jubiló a los 52 y entonces se licenció en derecho. «Por pasar el tiempo. La verdad, lo decidí durante un juicio que tuvimos por unas parcelas. Quería comprender bien la ley y me matriculé, por matar el tiempo», recuerda.

También le divierte la pilota, pero eso desde siempre. Llegó a jugar partidas de juveniles. «Que entonces había mucho nivel, y los punters teníamos que ferir y hacernos atrás», comenta. Le cogió el truco a una acción específica y básica en la pilota hasta el punto de que, a sus 74 años, sigue en activo: «Yo prefiero que saquen los chicos jóvenes, para que cojan experiencia».

Pero ahí sigue, debajo de la cuerda, de donde sólo se ausentó cuatro años de las cuatro décadas en las que estuvo en activo: «Me destinaron un par de años a Madrid y luego a Barcelona». El final de su etapa laborar fue en Llíria, por lo que ya pudo asentarse definitivamente en su Vilamarxant natal. Es asiduo a este trinquet, al de La Pobla de Vallbona o, incluso, Guadassuar.

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