A sus 60 años, Vicen Espí se enfrenta a un nuevo desafío: regresar a las aulas. Tras años dedicados a la enseñanza primaria e inglés, este curso 2024, el primero como jubilada, ha decidido matricularse en la Universidad Sénior de la Universitat Politècnica de ... València (UPV). «Siempre he tenido pasión por la fotografía, pero nunca pude desarrollarla. Ahora tengo la oportunidad de hacerlo», comenta entusiasmada. Para ella, este es un momento especial en su vida, un espacio donde puede dedicarse a aquello que siempre ha querido explorar sin las presiones del trabajo o los exámenes. «Seguir aprendiendo para mí es seguir viviendo», afirma rotundamente.
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La vida no se detiene al llegar a la jubilación; para muchas personas como Vicen, es el momento perfecto para redescubrir pasiones olvidadas y aprender cosas nuevas. En este contexto, la Universidad Sénior de la UPV se ha convertido en un faro de oportunidades para aquellos que desean continuar su formación académica y social. Fundada en 1998, esta institución ofrece a personas mayores de 50 años la posibilidad de seguir aprendiendo en un entorno que no solo fomenta el conocimiento, sino también la socialización.
La Universidad Sénior ha recorrido un largo camino desde su creación, celebrando en 2023-2024 su 25º aniversario. Ana Muñoz, directora del programa, destaca la importancia de este hito: «Es un motivo de satisfacción e ilusión para todos los que hemos formado parte de este maravilloso proyecto de formación académica». Para ella, la evolución del perfil del alumnado es uno de los logros más significativos. «Cada vez recibimos estudiantes más formados y familiarizados con las nuevas tecnologías, lo que ha ayudado a reducir la brecha digital», añade.
Desde su creación, con la incorporación de la Diplomatura Sénior en 2018 y su posterior evolución al Grado Sénior UPV en 2023, la oferta educativa ha crecido considerablemente. La universidad ha ampliado sus cursos y programas, extendiéndose a los tres campus de la UPV: Vera (Valencia), Alcoy y Gandía, y ha puesto en marcha iniciativas como el Intercambio Académico con la Universidad de A Coruña, el Programa de Intercampus o el Programa Sénior de Actividades Deportivas, en colaboración con el área de Deportes. Sin embargo, Muñoz subraya que más allá de la formación académica, la Universidad Sénior tiene un impacto profundo en la vida emocional y social de sus estudiantes. La relación entre conocimiento y bienestar es clave: «La ampliación de conocimientos y la socialización son esenciales para evitar la soledad y prevenir enfermedades».
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Como Vicen, muchos otros estudiantes han encontrado en la Universidad Sénior un nuevo impulso. Enrique Soler, por ejemplo, es un jubilado con una dilatada carrera en la farmacia hospitalaria. Tras décadas de intensa actividad profesional, decidió que la Universidad Sénior era el lugar adecuado para él. «El miedo a la inactividad me llevó a matricularme», confiesa. Este año ha decidido inscribirse en un curso de teatro y doblaje de películas, además de mostrar interés por el huerto urbano. «Mi hijo tiene una casa con terreno y quiero ayudarle», dice sonriendo.
Enrique ha dedicado su vida al conocimiento, especialmente en áreas como la bioética y la filosofía moral. La inteligencia artificial también le fascina, y la Universidad Sénior le permite seguir explorando estos temas. «Mi vida siempre ha estado vinculada al estudio. Aquí puedo continuar aprendiendo sin los agobios de la juventud, pero con la misma curiosidad», reflexiona.
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Manuel Pérez, de 69 años, es otro ejemplo de cómo el aprendizaje puede seguir siendo una fuente de satisfacción tras la jubilación. Con una carrera en el sector textil y publicitario, Manuel siempre ha estado cerca de los libros. «El saber no ocupa lugar», bromea. Para él, la Universidad Sénior es un lugar donde el conocimiento y la camaradería se mezclan. «Los compañeros y los profesores son magníficos, y el ambiente es de amistad y respeto», añade. El impacto de la educación en su vida ha sido transformador. Aunque siempre ha sido una persona curiosa, Manuel siente que esta etapa de aprendizaje le llena de propósito. «Seguir aprendiendo es vital para mí», subraya.
La directora Ana Muñoz destaca el carácter inclusivo y social de la Universidad Sénior. «No sólo es un lugar para aprender, sino también para formar amistades», comenta. Muchos de los estudiantes que pasan por sus aulas encuentran en este espacio una red de apoyo, una comunidad donde las relaciones humanas juegan un papel fundamental. Uno de los desafíos que enfrenta la universidad, según Muñoz, es la falta de un espacio propio en el campus de Vera. «Dependemos de la colaboración de otros centros para disponer de aulas», explica. A pesar de estos retos, el futuro de la Universidad Sénior sigue siendo prometedor, con una oferta educativa cada vez más diversa y adaptada a las necesidades de los mayores.
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La diversidad del alumnado sénior es uno de los aspectos más interesantes de esta universidad. Desde aquellos que buscan profundizar en temas que les apasionan, hasta quienes desean mantenerse activos socialmente, todos encuentran en este espacio un lugar donde sus inquietudes son escuchadas. Los cursos abarcan desde humanidades hasta tecnología, pasando por actividades más creativas como la fotografía y el teatro. «Hemos pasado de 255 en el primer programa formativo, a más de 2.000 alumnos y alumnas en el curso 2023-2024, con un total de 5.771 matrículas diferentes realizadas ese año. En estos 25 años cerca de 36.000 estudiantes han pasado por las aulas de la Universidad Sénior», resalta Muñoz.
Ana Muñoz
Directora de la Universidad Sénior
La experiencia ha sido completamente positiva para Carmina, no solo por el aprendizaje, sino también por las relaciones que ha creado. «Conocer a gente que, además de compañeros de clase, se han convertido en amigos, ha sido todo un placer», afirma. Sin embargo, Carmina también sugiere que las clases podrían ser más interactivas para fomentar aún más la participación. Aun así, no tiene dudas de que seguir aprendiendo es una necesidad innata: «No quiero limitarme a ser ama de casa y abuela a tiempo completo. Se puede compaginar todo y hacer que la vida sea una experiencia maravillosa».
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La Universidad Sénior de la UPV se ha consolidado como un referente en la educación para mayores. Con su amplia oferta educativa y su enfoque en el bienestar integral de sus estudiantes, este programa no solo fomenta el conocimiento, sino que combate la soledad y proporciona un espacio para la socialización. Al final, como dice Vicen Espí, «seguir aprendiendo para mí es seguir viviendo». Una frase que resume la filosofía de una institución que, después de 25 años, sigue demostrando que nunca es tarde para continuar explorando el mundo, aprender algo nuevo y disfrutar de la vida al máximo.
Con más de 25 años de historia, la universidad sénior sigue evolucionando. Su directora destaca el futuro prometedor del programa, basado en la escucha activa de las necesidades de sus estudiantes. «Nuestra estrategia es seguir adaptando la oferta formativa a sus intereses», explica. A lo largo de los años, la universidad sénior ha demostrado que aprender no tiene edad y que, lejos de ser un lugar de retiro, es un espacio lleno de vida y oportunidades. Como concluye Ana Muñoz, «aprender sin la presión de los exámenes es una experiencia transformadora para muchos de nuestros alumnos». Un ejemplo de ello lo encontramos en Carmina Castelló, de 64 años, que está a punto de jubilarse y ha encontrado en la universidad sénior el lugar ideal para continuar su formación. «Siempre he estado formándome en idiomas y otros cursos. Aquí he encontrado un ambiente donde puedo seguir haciéndolo y, además, he hecho amigos», dice con entusiasmo. Carmina ve el aprendizaje como una necesidad: «Cuando dejas de aprender, empieza el declive», asegura. Para ella, la universidad sénior es una oportunidad para seguir activa y no limitarse solo a los roles tradicionales de la jubilación. La experiencia ha sido completamente positiva para Carmina, no solo por el aprendizaje, sino también por las relaciones que ha creado. «Conocer a gente que, además de compañeros de clase, se han convertido en amigos, ha sido todo un placer», afirma. Sin embargo, Carmina también sugiere que las clases podrían ser más interactivas para fomentar aún más la participación. Aun así, no tiene dudas de que seguir aprendiendo es una necesidad innata: «No quiero limitarme a ser ama de casa y abuela a tiempo completo. Se puede compaginar todo y hacer que la vida sea una experiencia maravillosa».
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