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Los jubilados que sueñan con ser estrellas del rock

La Rockadèmia de Alboraia se ha convertido en la escuela de rock por excelencia de la zona, enseñando el rock como forma de vida a más de 150 alumnos

Jueves, 16 de enero 2025, 00:40

Nadie podría imaginarse que Pilar, a sus sesenta y siete años, es toda una rockera. Quien la viera caminando por la calle diría que es ... una mujer jubilada común y corriente. De rasgos amables y tímida a primera vista, nadie pensaría que, en un visto y no visto, saca sus baquetas del bolso, se sienta frente a la batería y comienza a aporrearla con soltura como si fuera un baterista consagrado.

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Este hecho tan curioso ocurre dos veces por semana en Alboraia, donde la Rockadèmia se alza como escuela de rock por excelencia de la zona. Y eso que solo lleva abierta alrededor de un año y medio. Pero es que es imposible no fijarse en la Rockadèmia cuando pasas por delante. Principalmente porque las clases de batería las imparten en un estudio que da a la calle a modo de escaparate. Así que si atraviesas el Carrer de Sant Pancraci, fíjate, porque es posible que veas a Pilar reventando los platillos a baquetazo limpio.

Cada jueves, Pilar se reúne con Juan y María José. Los tres conforman a los Iaio Rockers, el grupo de ensayo senior de la Rockadèmia. Juan y María José tienen sesenta y un años. Él es jefe de taller en una empresa de bombeo de agua (todavía no está jubilado). Ella trabajaba hasta hace un año en la central de comunicaciones del parque de bomberos. Ella es la voz y él la guitarra. Los tres han encontrado una nueva pasión en la música. Y lo mejor de todo es que hasta hace cuatro días ni tocaban ni cantaban.

Juan cuenta que, tras sufrir un infarto de miocardio el año pasado, se apuntó a clases de guitarra durante la baja médica. Pilar, por su parte, se compró las baquetas mucho antes de que la Rockadèmia abriera sus puertas. Y su impulso era tal, que a base de golpes se dedicaba a exprimirle el ritmo a botes de conservas distribuidos como si fueran una batería. El día que la Rockadèmia abrió sus puertas, se plantó allí inmediatamente. Tol, uno de los socios fundadores, cuenta que la vio aparecer toda ilusionada, con las baquetas en la mano. Le dijo: «Llevo años jubilada esperando a que abriera un sitio como este. ¡Y va y lo abrís en mi calle!».

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Verlos tocar capitaneados por Juansa y Marc –otros dos miembros del equipo de la Rockadèmia–, la verdad, da gusto. «No podem viure sense rock! / Rock and roll a flor de pell!», entona María José, moviéndose como si estuviera encima de un escenario mientras cierra el puño y levanta índice y meñique, como hacía el guitarrista de Black Sabbath.

Hay personas que tras jubilarse se deprimen por culpa de haber estado tanto tiempo institucionalizadas. Maldades del sistema, qué le vamos a hacer. Pero no es el caso de Pilar y María José. Y tampoco parece que vaya a ser el de Juan. «El que se deprime cuando se jubila es porque no sabe en qué gastar su tiempo», sentencia Juan. María José suelta una carcajada. «¡Uh! Yo tengo mil cosas que hacer. ¡No me aburro!».

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A los tres les apasiona el rock. Pilar es una fanática de Led Zeppelin, los Rolling Stones y Red Hot Chilly Peppers. «¡Clasicazos, claro que sí», reafirma Tol. María José tiene un gusto más castizo. Escucha el rock combativo de Barricada, al mítico Rosendo o al maravilloso Extremoduro. Y a Juan le apasionan los Dire Straits, el rock sinfónico en general y, en contraste, las bandas sinfónicas de los pueblos.

En la Rockadèmia hay alumnos (o menor dicho, rockers) de todas las edades. Los distribuyen por grupos con ingeniosos nombres: de los cero a los tres años están los Metal Babies, los niños un poco más crecidos le sacan notas a pequeñas guitarras eléctricas bajo el nombre de Punky Juniors. Los adolescentes, cómo no, son los New Wave. Y los mayores, los Iaio Rockers. Tol cuenta que su metodología huye de métodos tradicionales como el solfeo. A los más pequeños, por ejemplo, no les enseñan a leer partituras. Considera que con ellos puede ser contraproducente. «Desde el primer día les damos un instrumento. Nada de partituras. Si quieres tocar para adquirir la afición, por gusto, no hace falta el solfeo».

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A todo esto, antes de la Rockadèmia estaban Los Ramonets, el grupo de rock de Ferran (voz y guitarra), Roberto (guitarra), Tol (bajo), Dani (batería), Urbano y Rubén (animadores). Es un grupo de rock que en sus canciones ahonda, fundamentalmente, en todo lo que odian los niños: tener que ir al cole, lavarse los dientes, comer verduras…

Ese toque gamberro del equipo que conforma la Rockadèmia es su seña de identidad. Está patente en todo lo que hacen desde el principio, cuando ellos mismos se guisaron y comieron la reforma del local (que en el pasado fue un banco) y uno de ellos atravesó la mano de otro con un taladro; hasta ahora, que motivan a sus 150 alumnos a que aprehendan el rock como forma de vida.

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