Mantener la rutina en las residencias: la terapia para aislar a los mayores de la tragedia de la DANA

«Todos los cambios los trastocan mucho por eso hemos intentado continuar con las actividades y que la situación fuera lo más normal, dentro de las posibilidades, aunque en la calle todo era un caos», explica Inma Camarasa, directora de la residencia Sant Vicent Ferrer de Algemesí.

Esta ciudad ha sufrido grandes daños ya que todo el casco urbano fue invadido por el agua y el barro del río Magro. Cuatro vecinos fallecieron, tres de ellos en sus casas al no poder salir ni refugiarse en plantas altas. Una tragedia que todavía es visible en las calles pero que se vive de forma diferente dentro del centro para conseguir no alterar sus dinámicas.

«Todos los trabajadores hemos estado volcados en atenderlos a ellos y en ayudar a limpiar para poder seguir», comenta la directora de esta organización sin ánimo de lucro que atiende a 49 ancianos.

El agua sólo entró en la parte más baja de la residencia, afectando a la zona de visitas y a la de acceso de proveedores. Sin embargo, estuvieron dos días sin agua y se tuvieron que suspender las salidas por el riesgo que suponía andar por las calles llenas de lodo. «Nos preguntaban continuamente porque no podían beber del grifo si antes sí se podía o nos decían que querían ir a tomarse un café al bar de siempre», recuerda la responsable de la residencia.

Los trabajadores tuvieron que explicar que la situación era muy complicada porque aunque por las ventanas veían el estado de las calles no se hacían a la idea, «era como si lo vieran por la tele». Unas explicaciones que se han tenido que realizar a diario durante las primeras semanas ya que ha sido difícil de asimilar para ellos y a veces se les olvidaba lo que estaba pasando.

Además, justo enfrente de esta residencia ubicada en la calle Nou del Convent había un punto de reparto de alimento y acogida por lo que el trasiego de personas era continuo delante de sus ventanas.

A los residentes de Sant Vicent Ferrer de Algemesí no les ha faltado de nada gracias a la dedicación de todos los trabajadores que han hecho que estas semanas fueran lo más normales posibles. «Todos los días han comido de caliente pero ha habido días que se ha tenido que cambiar el menú habitual porque no llegaban las cosas, esos días les decíamos que era un menú especial», relata Inma Carrascosa que al igual que el resto de compañeros han vivido situaciones complicadas que han intentado no mostrar a los residentes.

«Una de las situaciones que les descuadraba era verme a mí allí todos los días o que los auxiliares estuvieran de seguido las primeras jornadas ya que no podía llegar el resto de personal», comenta que preguntaban reiteradamente por estos cambios.

Ahora ya han podido volver a salir a la calle y durante los primeros días volvían sorprendidos por la magnitud de la tragedia de la que ellos han permanecido casi al margen para conseguir que no les causara ningún malestar anímico.