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Como no podía ser de otra manera para poder hablar con autoridad sobre cómo encontrar pareja a partir de los 50 y 60, me he inscrito en un par de las aplicaciones disponibles en el mercado (con perfil falso y la distancia que requiere un ... tema de investigación científica). También he «operado» desde la cuenta de algunas amigas que están inscritas para poder sentir en mis propios dedos el tecleo del romance en digital que está cambiando las reglas del juego. Tengo mucho que contar y debo condensar la información para no abrumar a los lectores, o bien crear una sección por entregas que trate el tema por capítulos y en profundidad. Lanzo algunos titulares que resumen algunos puntos de lo analizado para empezar y captar la atención: «Mujeres con muchas ganas de sexo a partir de los 70». O bien: «Hombres sometidos a esa pastillita azul que convierte el acto en una sesión de gimnasio», «Fotos de perfil trucadas», «Incoherencias entre lo que creemos que queremos y lo que deseamos», «Hablar bien, escribir mal», «Las dichosas expectativas que todo lo pervierten» o «Divorciarse a los 60, ¿y ahora qué?». Allá vamos.
Todo empezó con Tinder
Pues no. Todo empezó con Match en el año 1995. La primera web de citas de la historia nació incluso antes que el correo electrónico y la mensajería instantánea. Con la llegada de los 2000 surgieron Meetic, Ok Cupid o Ashley Madison. No fue hasta 2012 cuando Tinder lanzó la primera app que captó la atención de los más jóvenes. Luego llegarían Happn o Bumble en 2014. Esta última se ha puesto muy de moda porque son las mujeres las que deciden si dar el primer paso o no. Todo un ataque al ligoteo clásico y, en mi opinión, un poco cortada de rollo que todo el peso de la iniciativa recaiga siempre en una. La clave del éxito de estas app reside en lo rápido y sencillo que es el proceso de inscripción y en lo más rápido y sencillo que es la parte de cribado y selección. Eso si, que nadie espere milagros. Tras responder a un breve cuestionario sobre género, edad, preferencias personales, interés geográfico y expectativas para afinar la búsqueda, uno sale al ruedo sin más preámbulos. La aplicación te va mostrando aquellos perfiles afines y tú solo debes deslizar la foto a la derecha si te interesa y a la izquierda si no te provoca nada. A su vez tu perfil le es mostrado a personas afines. En el caso de que una persona a las que tú has dado el ok también haya deslizado tu perfil a la derecha se produce un match o coincidencia. Y ahí empieza todo. Todas las app de citas funcionan más o menos igual con matices. En cuanto a rangos de edad Tinder estaría enfocado al público entre los 20 y 35 años. Happn es la más usada por personas entre los 25 y los 34 años, Follamigos entre los 25 y los 45. El 5% de los usuarios de Bumble tiene entre 55 y 64 años frente al 15% de usuarios de Meetic en la misma franja de edad. Entonces, ¿no hay lugar para los seniors con ganas de marcha en el espacio del ligoteo online?, se preguntarán algunos lectores. Calma.
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Dónde ligar si tienes más de 50 años
Our Time es una aplicación específica para mayores de 50 que, y cito de su web, «aún tienen una oportunidad para encontrar a una persona especial». Esta La app promete ayudar a todos los interesados a encontrar a alguien con quien puedan establecer una relación y volver a enamorarse. El claim de la web Amor 60 propone «un nuevo amor, un nuevo inicio». Para inscribirte tiene que tener entre 50 y 90 años y te piden que traces un perfil de la pareja en base a su altura, nivel de estudios, hábitos como el tabaco o el alcohol y si te gustan delgados o con «unos kilitos de más». Antes de pasar al apartado de historias reales (sé que lo estás esperando) lanzo un par de datos que provienen de una investigación que la escritora Anna Freixas llevó a cabo con varios cientos de mujeres de entre 50 y 80 años. «Las de 50 y 60 todavía creen que pueden encontrar relaciones y construir vínculos como los que tuvieron en el pasado, aunque están un poco enfadadas con lo que la vida les ofrece. Por encima de los 70, las mujeres quieren sexo, pero de ninguna manera desean la convivencia». Ahora sí, llega la carne fresca.
Asuntos prácticos
El tema de la foto de perfil es un tópico que quiero revisar porque parece que en más ocasiones de las esperadas cursa con polémica. La regla no escrita es que nuestra foto no debe tener una antigüedad de más de dos años y no haber sido pasada por filtros o retoques que nos hacen irreconocibles. Intentar dar gato por liebre ya no se lleva, es poco empoderador y genera desilusión e inseguridad por ambas partes. Otro jardín es la coherencia entre lo que creemos que queremos y la realidad. Me cuenta M. que la mayoría de sus amigas acumulan fracasos en sus citas debido a que sus pretensiones en la app y en la vida real no coinciden. Es decir, si buscas un tipo deportista, amante de la aventura y con un físico trabajado, pero la realidad es que tú no levantas ni una pesa, eres más bien casera y no estás en tu mejor momento físico, es difícil que la cosa funcione. Aquí el realismo y la lógica se imponen. Ser sincero con las expectativas también es fundamental. Sé de varias personas, la mayoría mujeres, que aseguran a sus 'matches' en las primeras citas que ellas no buscan nada serio cuando no es verdad. Varias semanas y polvos después, cuando ven que la cosa no va a más, se sienten defraudadas y empiezan los reproches pero mami, tal y como reza el cantante puertorriqueño en su tema 'Tú mes haces falta': «Yo no te prometí, nunca te prometí el edén. Pero si la aventura de amarte y sentirnos bien».
Casos reales
Si hablamos de resultados alrededor del 65% de personas que usan regularmente estas aplicaciones materializa el esfuerzo en forma de cita, encuentro sexual, relación estable o amistad. Es decir, pasan cosas. Paso a concretar. Una compañera se apuntó a Tinder recién divorciada y tuvo unas cuatro citas antes de conocer a su nueva pareja. De los cuatro consumó con tres. Uno de ellos era un cocinero de un restaurante top que no paraba de hablar y la tenía pequeña. Otro, al que bautizamos como gps, estaba más interesado en saber la calle y el edifico exacto donde vivía ella, sus padres, sus amigos, o su lugar de trabajo que en cualquier otro dato. En la cama normal. El tercero era majo y cumplía, pero vivía con su madre. A los cincuenta y dos. Un día lo hicieron en casa de él con la madre viendo la tele en el salón. Ella se sintió como una adolescente, pero decidió cortar la cosa. Un amigo conoció a una registradora separada y de buen ver con la que se reía y lo pasaba bien. La pega era que cuando se bebía un par de copas le daba por el juego de la sumisión, lo llamaba gatito o cambiaba de tercio, le decía que era un guarro y le mordía un pezón. De otra que hacía mucha gimnasia se medio enamoró hasta el día que descubrió que estaba casada y con hijos y ella desapareció. Decidimos llamarla la escapista. Una amiga tiene preferencia por los bomberos y a uno le pidió que se presentara en su casa con la ropa de trabajo. Otro se enganchó con la enfermera de un conocido cirujano plástico y aprovechaban la pausa del mediodía para revisarse mutuamente en consulta. Una está felizmente casada con su media naranja a la que conoció en Tinder y una atractiva diseñadora conoció al que hoy es su mejor amigo (y gay) en una cita de Happn. Podría seguir y seguir, pero animo a todos los que tengan curiosidad a probar con el tema. Se trata de abrir una puerta que, aunque no sabes donde te va a llevar, por lo menos te va a asegurar buenas anécdotas para contar, si se desea, a los amigos en una cena. ¿O acaso no estamos aquí para pasar buenos ratos y explorarnos más allá de los límites conocidos?
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