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EFE
Viernes, 7 de agosto 2020
José Antonio salió de su casa de Getxo en Bizkaia el pasado 6 de septiembre para acudir a una cita sexual con una mujer con la que contactó a través de Badoo. Nunca volvió. No fue el único objetivo de una pareja que utilizaba el cebo de esa red social para desvalijar a sus víctimas, contra las que empleaban un extrema violencia.
La investigación de la muerte de José Antonio, cuyo cuerpo fue hallado semienterrado veinte días después de s u desaparición, destapó la existencia de al menos otras dos víctimas que afortunadamente corrieron mejor suerte.
Sus testimonios sirvieron a los agentes de la Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza y de la Unidad Central Operativa (UCO) del cuerpo para desenmarañar la trayectoria delictiva de una pareja a la que enseguida echaron el guante.
La venezolana Hedangelin C.A.L. apodada «Dulce ángel» en Badoo, de 34 años, y el marroquí Mohamed A.D., de 35, se conocieron en junio del año pasado en Zaragoza. Ella, que había pedido asilo en España, vivía en el Levante y viajó con una amiga a la capital maña, donde tuvo un pequeño percance de tráfico con Mohamed. A partir de ahí empezaron a quedar.
Quizá fuera así o quizá no. Pero es lo que ha contado «Dulce ángel», que se quedó a vivir con Mohamed en una nave-taller de limpieza de coches de Pedrola en Zaragoza. En la parte de arriba, el marroquí había habilitado la residencia.
Mohamed había residido antes en Vinaroz, en Castellón, pero se mudó a Pedrola porque allí vivía su madre.
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Antes de conocer a Hedanlegin, Mohamed había tenido dos parejas y varios incidentes de violencia machista, hasta el punto de que contaba con una orden de alejamiento de una de ellas. Además, llevaba una pulsera telemática de control por si quebrantaba la decisión judicial.
No sabemos cómo surgió y ni de quién fue la idea de crear una cuenta en la plataforma de contactos Badoo, donde Hedanlegin haría de cebo para atraer a hombres con ciertos «posibles» y desvalijarles. Lo cierto es que, al menos, lo lograron con tres.
Florín es rumano y vive en la Almunia de Doña Godina. Sucumbió a los encantos de «Dulce ángel» y concertó una cita con ella a las afueras del municipio zaragozano de Gallur. Allí se desplaza con un Renault Clio de color rojo, en el que se monta Hedangelin.
Con la excusa de que antes de hacer nada tiene que ir a ver un momento a su abuelo, la mujer le conduce hacia una zona de viviendas abandonadas y le pide a Florín que apague las luces del coche.
A Florín le entra miedo y se teme lo peor. No le falta razón, porque inmediatamente aparecen dos hombres que le golpean, le atan y le quitan todo lo de valor que lleva encima, incluido el coche, que más tarde desguazan en la nave. A la víctima la dejan en Gallur, donde consigue liberarse de las ataduras.
¿Quién es el hombre que acompaña a Mohamed? Se trata de José Antonio M.F., residente en Vinaroz, que se desplaza a Zaragoza para participar en los hechos.
José Antonio M.F. es muy activo en las redes sociales y no se corta en difundir fotos de la estación de Zaragoza, de interior de la nave, de los tres juntos...
Para no dejar pistas, el teléfono que utilizan para captar a Florin lo dan de alta en Badoo el día antes del encuentro y de baja al día siguiente. Todo con la red wifi de la nave.
En Gallur, José Antonio M.F. se encarga de extraer el dinero del cajero con las tarjetas de la víctima. Las grabaciones de las cámaras le delataron después, porque aunque acude con gorra y se tapa la cara, unas zapatillas características (aparecen en su facebook) y unos tatuajes en los gemelos (llevaba pantalón corto) le identifican sin duda alguna cuando se coteja con su reseña policial.
Pero tiene que ingresar en la cárcel de Castellón por otros delitos y eso le impide participar en las otras dos acciones.
La Guardia Civil no tiene constancia de que desde el 26 de julio hasta el 4 de septiembre la pareja actuara. Probablemente no lo hizo porque Mohamed se lastimó el hombro y esperaron hasta que le desaparecieran las molestias.
La segunda víctima es de Tudela, Navarra, se llama Julián y no tiene coche. «Dulce ángel» le propone ir a Zaragoza en tren, pero luego cambia de opinión y acuerdan verse en la estación de Luceni y pasar el fin de semana juntos.
Es ya de noche. Las cámaras recogen la llegada del hombre, que se dirige hacia donde le había dicho «Dulce ángel», detrás de las vías, en una zona oscura, oculta. Allí, sin mediar palabra, Mohamed le aborda y le golpea mientras cae por un terraplén.
Hedangelin, tal y como relató después la víctima, le apunta con una arma (resultó ser detonadora) y le dice que o se está quieto o lo mata.
Porque «Dulce ángel», según relatan los investigadores de la UCO, no es solo un «cebo» para captar víctimas, sino que tiene un papel activo y ayuda a Mohamed a atar las manos de Julián y los pies y luego las manos con los pies.
Así, le introducen en el maletero de un coche, le rompen la tibia, le roban todo lo que lleva (650 euros en metálico más sus pertenencias) y le dejan tirado en un camino hasta que alguien le encuentra.
José Antonio, un hombre separado de 54 años, sale de Getxo el 6 de septiembre con destino Zaragoza para encontrarse con una mujer, como le comentó a su familia.
Tres días más tarde, la Ertzaintza pide la UCO que, a su vez, interceda con la Guardia Civil de Zaragoza para intentar localizar a José Antonio, ya que saben que había viajado a esa ciudad.
Aún no había vuelto y en su familia saltan las alarmas cuando una persona les comunicó que un amigo suyo había comprado el coche, un Mercedes, en el que José Antonio había viajado hasta Zaragoza y necesitaba una documentación para el cambio de nombre.
Es en ese momento cuando los agentes de la UCO y de la Comandancia de Zaragoza empiezan a hilar y a sospechar de la posible vinculación de la desaparición de José Antonio con los otros dos casos, que habían sido denunciados por sus víctimas.
Demasiadas coincidencias: la misma red social (Badoo), la misma zona, la proximidad de las fechas....
La Guardia Civil identifica al comprador, que había dado una señal de 11.000 euros para comprar el coche, al que habían puesto un precio de 21.000 en un portal de anuncios. La foto muestra el Mercedes aparcado en una calle. Los agentes logran ubicarlo: la calle Moncayo de Luceni, el mismo pueblo de los otros casos y, por tanto, un indicio más.
Hay dos momentos clave en la venta del coche, como explica el comprador a los agentes. El primero es una cita en el aparcamiento del Mercadona de Utebo (Zaragoza) para que vea el Mercedes, aparcado en una calle cercana.
Las cámaras han captado a Mohamed, que lleva la misma pulsera esclava que en las imágenes de uno de los cajeros de los que sacó dinero de sus anteriores víctimas. El comprador le reconoce en las fotografías que la Guardia Civil le muestra.
Segundo momento. El comprador es citado de nuevo, ya para llevarse el coche y para pagar, en la calle Bonn de la capital aragonesa. No está Mohamed, pero sí Hedanlegin, que disculpa a su compinche, se mete en un portal, recibe el dinero y sale con la documentación del coche.
Ella dice que el Mercedes es de su padre y para darle mayor verosimilitud, aporta el DNI de José Antonio.
Mientras, los investigadores siguen juntando las piezas del puzzle, con la ayuda del comandante del Puesto de la Guardia Civil de Pedrola, que reconoce a Mohamed. Sabe quién es, que tiene tres hijos, dos parejas anteriores, que ahora vivía en la nave con una chica nueva, que tiene antecedentes por violencia machista y que lleva pulsera telemática.
Y es este aparato de control el que, gracias al GPS, aporta una información brutal del posicionamiento de Mohamed en cada momento.
Así, comprueban que el día 8 hay dos desplazamientos sospechosos que duran entre 40 y 50 minutos y que tienen como destino un punto aislado de Pedrola, alejado de las viviendas.
Cuatro agentes se desplazan hasta allí y confirman sus peores sospechas. Ven un cuerpo enterrado, del que los animales carroñeros habían aflorado una pequeña parte. La autopsia reveló posteriormente que fue enterrado con un hilo de vida y que tragó tierra.
José Antonio fue la víctima de la que más sacaron, con la venta del coche y varias extracciones de dinero en el cajero. Y también con la que emplearon más violencia hasta dejarle casi sin vida en la propia nave.
Hasta ella se dirigen los agentes, que encuentran el coche desguazado de la primera víctima, restos biológicos de la tercera, la pistola táser...
Durante el registro de la nave, con los dos detenidos presentes, «Dulce ángel» pide ir al baño. Cuando sale, una agente entra para supervisar y ve al fondo del inodoro un anillo y una cadena que la venezolana había arrojado para hacerlos desaparecer. Eran de José Antonio.
Mohamed y Hedangelin están ya en la cárcel.
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