EFE
Jueves, 7 de mayo 2020, 16:37
La alteración del sistema inmune, la inflamación y el aumento de la coagulación durante la infección del Covid-19, puede agravar una patología cardiovascular crónica que estaba estable y aumentar el riesgo de infartos al romperse las placas de ateromas de los vasos y desencadenar principalmente un infarto de miocardio.
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Así lo asegura la doctora Catheline Lauwers, jefa del Servicio de Cardiología de Quirónsalud Valencia, quien advierte de la afectación directa de la musculatura del corazón en los pacientes con coronavirus, lo que aumenta el riesgo de sufrir una inflamación o miocarditis, y resalta la importancia de realizar un seguimiento cardiológico más exhaustivo de los pacientes tras la infección.
«Este tipo de secuelas serán más importantes en pacientes que han tenido una enfermedad cardiovascular previa al coronavirus pero también en aquellos pacientes que han retrasado su visita al cardiólogo o no han acudido a la misma». destaca la especialista en un comunicado.
Estos datos se ven refrendados por lo publicado por la Sociedad Española de Cardiología que señalan de la disminución en un 40 % de coronariografías y procedimientos intervencionistas para el tratamiento de las angioplastias primarias para la apertura de la arteria coronaria en infartos desde el inicio de la pandemia.
La doctora Lauwers recomienda que, «tanto durante la infección de Covid-19, como tras su resolución, se debe realizar un estudio cardiológico con las técnicas habituales si el paciente presenta algún tipo de síntoma, sobre todo para asegurarnos de que la musculatura del corazón no ha sufrido ningún daño, así como para descartar placas de ateromas en sus arterias».
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Uno de los grandes efectos colaterales de la pandemia, a parte del ocasionado por el virus, ha sido el retraso del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares por el miedo a acudir a un centro hospitalario.
El doctor Rafael Florenciano, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Torrevieja, advierte de la necesidad de acudir a un centro sanitario ante síntomas compatibles con un infarto, entre los que se encuentran: dolor en el pecho opresivo irradiado a brazos o mandíbula, sudoración fría, náuseas y dificultad para respirar.
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«La presencia de uno o varios de estos síntomas, especialmente en pacientes con factores de riesgo como la diabetes o la hipertensión puede indicar que el paciente está sufriendo un infarto por lo que hay que acudir con urgencia al hospital o contactar con el 112», incide el doctor Florenciano. «La atención urgente no sólo debe limitarse a pacientes con dolor en el pecho. Otras enfermedades se pueden manifestar de forma aguda como es el caso de la insuficiencia cardíaca y las arritmias», afirma.
En el caso de la insuficiencia cardíaca, su aparición se caracteriza por una repentina dificultad para respirar mientras que las arritmias se caracterizan por palpitaciones. «Ante estos síntomas también debemos acudir al hospital ya que un diagnóstico y tratamiento temprano de estas patologías mejora mucho su pronóstico», advierte el cardiólogo.
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Según los especialistas, «el miedo al contagio no puede impedir que los pacientes acudan a los hospitales para recibir un tratamiento efectivo. Los hospitales están suficientemente preparados para seguir tratando a pacientes urgentes con otras patologías distintas al Covid-19».
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