T.V
Viernes, 15 de octubre 2021, 20:34
Llega el fin de semana y con él los 'excesos' en cuanto a la alimentación. Muchos se pasan de lunes a viernes cuidando las recetas que cocinan, haciendo deporte y controlando no beber alcohol, algo que solemos pasar mucho más por alto en cuanto el calendario marca sábado o domingo. El tiempo de ocio suele aprovecharse en bares, restaurantes o con cualquier reunión en casa de amigos y familiares en las que no faltará el 'picoteo' ni las cervezas o las copas de vino. Son costumbres más sanas de lo que popularmente se piensa, ya que no es saludable obsesionarse con las calorías que ingerimos o los números que marca la váscula.
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Pero es normal que si nos pasamos la semana cuidando nuestra alimentación, tampoco queramos que los fines de semana nos supongan un cambio drástico de hábitos que, en algunos casos, pueda llevar a aumentar el peso. Para quienes ya están satisfechos con sus kilos y prefieren no subir de ahí, siempre hay trucos que facilitan mantenerse como optar por las opciones de comida menos procesada posibles a la hora de elegir restaurante, escoger bebidas light o seguir una estrategia bastante poco conocida pero muy eficaz.
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Se trata del eating jet lag, un término acuñado por los investigadores del CIBEROBN, adscritos a la Universidad de Barcelona (UB), en un estudio publicado en la revista Nutrients, en el que exponían que la irregularidad en los horarios de las comidas durante los fines de semana podría estar relacionada con un aumento en el índice de masa corporal (IMC). Este indicador es una fórmula que relaciona el peso de cada persona con su altura para calcular si se tiene un peso saludable o no.
Es muy importante tener en cuenta que el consumo de calorías del organismo varía en función de la hora del día, algo que los científicos han ido denominando a lo largo de los años como 'reloj biológico' y que estipula que el cuerpo asimila de ma, a durante la noche, cuando se prepara para el ayuno que se hace al dormir.
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Por esto los cambios de horario que se producen durante los fines de semana, en los que solemos comer y cenar más tarde e incluso tomar alguna copa después, pueden suponer un incremento de peso al metabolizar más lento la comida. La clave, según esto, estaría en controlar nuestros hábitos y aplicarlos al fin de semana, intentando no descontrolar nuestras costumbres para no alterar al organismo y ralentizar su funcionamiento.
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