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Rubén G. Tamarit
Valencia
Miércoles, 25 de octubre 2023, 01:31
Cuando se mencionan algunos de los símbolos típicos de Halloween, como brujas, calabazas, murciélagos, fantasmas y gatos negros, es común asociar a estos últimos con la mala suerte. La figura de los gatos negros, con su porte y mirada enigmáticos, ha estado vinculada a la festividad de Halloween durante mucho tiempo, pero pocas personas conocen el origen de esta superstición y por qué ha perdurado a lo largo de los siglos.
La conexión más notoria entre los gatos negros y Halloween se relaciona con las brujas, que a menudo eran consideradas dueñas de estos felinos. Durante la Edad Media en Europa, la Iglesia cristiana ganó influencia, lo que llevó a la persecución de religiones paganas, como la brujería celta. Las brujas se convirtieron en símbolos del mal y su relación con la naturaleza y los animales domésticos, como los gatos, generó sospechas. Algunos incluso creían que las brujas podían transformarse en estos animales para ocultarse. Aunque no se conoce la conexión específica entre los gatos negros y las brujas, el color negro en sí mismo a menudo se ha asociado con la muerte y el luto, lo que probablemente ha llevado a la relación entre ambos.
La creencia de que los gatos negros traen mala suerte también se ha relacionado con supersticiones católicas. Según el Papa Gregorio IX, en 1233, los gatos negros simbolizaban a Satanás y, por lo tanto, se creía que traían mala suerte. Esto supuso la persecución de gatos durante años por la creencia de que éstos transmitían la peste a los humanos. Sin embargo, a medida que disminuyó su número, la población de ratas aumentó y, al ser ellas las portadoras reales de la bacteria responsable de la peste bubónica, ésta enfermedad aumentó sin control. Estas asociaciones con la mala suerte son las que han perdurado a lo largo de los años.
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Sin embargo, no todas las culturas comparten la creencia de que los gatos negros traen mala suerte. En el antiguo Egipto, los gatos eran venerados y se consideraba que traían buena fortuna, en parte debido a su parecido con la diosa Bastet. Algunos gatos incluso eran enterrados junto a sus dueños para acompañarlos en la otra vida. En Japón, los gatos negros también se ven como un signo de buena suerte, y en Escocia, tener un gato negro en la puerta de tu casa se interpreta como un augurio de prosperidad. En Francia, se cree que traen algo mágico a la vida de las personas y para muchos marineros europeos, llevar un gato negro a bordo significaba un viaje seguro y, al mismo tiempo, asegura una reducción significativa de la población de roedores a bordo.
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