«Otro año más como tribunal de trabajos fin de grado (TFG). Ya estoy leyendo los primeros manuscritos y me estoy topando con errores que se repiten año tras año». Carlos Guillén, reumatólogo en el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid y profesor titular en la Universidad Europea de Madrid, ha relatado su experiencia como examinador de los futuros médicos y ha desvelado los errores más habituales con los que se encuentra año tras año y cómo se enfrenta a la posibilidad de que algunos de ellos hayan usado la inteligencia artificial en los TFG.
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Los primero que se pregunta el doctor Guillén, Codirector Master eco-MSK en la Universidad de Alcalá (UAH), no tiene que ver directamente con los conocimientos científicos, sino con la forma de escribir. «¿Cuándo incorporaremos la redacción científica en la asignatura de método?», se pregunta en la red social X.
«Los gerundios son los enemigos de la redacción científica porque alargan oraciones de forma innecesaria», explica, antes de poner un ejemplo para que todo el mundo lo entienda: «la gota es una enfermedad articular inflamatoria, siendo esta de las más prevalentes» --> «la gota es la enfermedad inflamatoria articular más prevalente».
«No somos poetas, ni periodistas ni novelistas: Evitemos términos rebuscados como: »se objetivó«, »el estudio refleja«. En su lugar usemos términos precisos y simples que permitan una traducción igualmente sencilla: »se determinó«», continúa.
Sin embargo, uno de los principales peligros a los que se enfrentan los profesores y examinadores es la presencia de contenido generado por inteligencia artificial en los trabajos. «Yo les hago muchas preguntas de cosas que no están en los libros y les reto a que usen en chat GPT para encontrar la respuesta. Prueba: ¿Por qué en la artritis reumatoide los dedos se desvían a cubital y no a radial?. Para responder hay que pensar«, concluye.
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«Esta es importante: Por favor, por favor... Revisa la traducción que te ha hecho el google translator o el chat GPT gratis. Ahí es donde «refleja», «frente a», «se objetivó» y otros grandes de la semántica anticientífica se transforman en horrores de redacción.
Otra joya que me daña la retina: «La edad media fue...». No señor. Es «La media de edad». Porque no decimos «la edad moda» ni «la edad mediana». Decimos «la moda de edad» y «la mediana de edad». Dejemos a la edad media tranquila, que ya tuvo su tiempo.
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El doctor Guillén apunta a problemas más concretos de tema técnico, como la justificación de un estudio, las conclusiones que se extraigan o la confusión de términos médicos, y aconseja hilar muy fino en las definiciones. «No concluyas NADA que tus resultados no respalden».
«Cuando un alumno me pregunta ¿Cuánto debo escribir de introducción? Mi respuesta siempre es la misma: Lo necesario para que quede clara la justificación de tu TFG, ni más ni menos», recuerda,
Además, pone algunos ejemplo con los que se ha encontrado en el pasado y que se repiten año tras año. «OJO: Los neonatos no acuden a urgencias. Los neonatos »son traídos« a urgencias. De la misma forma que los pericos no vuelan al veterinario sino que son llevados», explica con sorna.
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«Al final», concluye, «soy un jurado blando. Un TFG es el primer contacto con la investigación en un futuro especialista. Mi reconocimiento por todas las horas invertidas y mucho ánimo para la defensa».
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