REDACCIÓN
Lunes, 29 de marzo 2021, 21:03
Si algo nos ha dejado claro esta pandemia es que no podemos bajar la guardia. Es precisamente en los momentos donde más despreocupados estamos cuando corremos un mayor peligro de transmisión, tanto de Covid-19 como de cualquier otro virus: estamos ensimismados en la conversación, nos acercamos para hablar, compartimos comida y disfrutamos de la compañía de familiares y amigos sin acordarnos de que la ausencia de distancia física y mascarilla nos exponen por completo a una potencial transmisión de bacterias.
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Los aerosoles son la principal forma de contagio, viajan a través del aire y eso implica estar en espacio donde podamos garantizar una corriente mínima que renueve y 'limpie' nuestro alrededor. Por ello, los expertos recomiendan optar por las terrazas en un local de hostelería y también en domicilios (o estancias muy ventiladas) siempre que sea posible, ya que durante los encuentros sociales se tiende a relajar las medidas preventivas. De esta manera, si estamos sentados en un lugar abierto, el aire puede correr y las posibilidades de contagio son bastante más bajas en comparación a los espacios cerrados, donde respiramos una y otra vez el mismo aire. Y no sólo el nuestro, lo compartimos con el resto de ocupantes de la estancia.
Por ello, la propuesta de Salud Pública es impedir a los clientes el acceso a los locales de hostelería cuando la incidencia supere la incidencia acumulada de los 150 casos cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días.
Lo que está claro es que si decidimos por acudir a espacios cerrados se deben extremar las precauciones. Principalmente, se recomienda estar sin mascarilla el tiempo estrictamente necesario y siempre que sea posible optar por lugares que cumplan estas dos claves para diluir la presencia de aerosoles: ventilación continua y control permanente del CO2. Para garantizar la ventilación continua en interiores, deberemos fijarnos en que las ventanas permanezcan siempre abiertas, con lo que el porcentaje de partículas contagiosas disminuye considerablemente y hay menos posibilidades de transmisión.
El coronavirus ha demostrado que los entornos mal ventilados son un riesgo para la salud, ya que las partículas de virus permanecen en el aire, por lo que muchos expertos virólogos recomiendan optar por indicadores que detallen la calidad del aire que se está respirando, el CO2. Este es el gas que se expulsa al respirar y cuanto mayor sea la concentración del mismo, peor es la ventilación en la sala. Este tipo de medidores nos avisan de si la estancia está cargada del aire expulsado por otras personas y por lo tanto es un riesgo para la salud. Por ello, debería optarse por quedadas en lugares donde se garantice la filtración de aire para reducir el riesgo de transmisión del virus. De no ser posible, se debe intentar permanecer siempre lo más alejado posible del resto de personas, ya que acon mayor distancia física es más probable no respirar el mismo aire.
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El científico español José Luis Jiménez, profesor de Química en la Universidad de Colorado y considerado como uno de los expertos con mayor renombre en la transmisión por aerosoles, ha aclarado que estos permanecen en el aire «una o dos horas». Por eso, el catedrático es contundente: «En todos los sitios públicos se debería medir el CO2 por ley».
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