En la tumba familiar de Aurora Bautista Zumel en el cementerio de San Justo de Madrid figura su nombre y las fechas de su nacimiento y muerte (15-10-1922 + 27-8-2012). Mañana se cumple el centenario de esta inolvidable y olvidada actriz ... que fue, en los años cuarenta y cincuenta, la gran estrella del cine español con películas producidas por Cifesa de enorme éxito como 'Locura de amor' (1948), 'Pequeñeces' (1950) y 'Agustina de Aragón' (1950), las tres dirigidas por Juan de Orduña (1900-1974), en aquella época infalible fabricante de taquillazos (en 1957 lograría el mayor de todos con 'El último cuplé').
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¿Es posible ser una actriz inolvidable y olvidada al mismo tiempo? Sí, es posible. Todo depende de quienes sean los interlocutores. Seguro que a los espectadores jóvenes no les suena de nada el nombre de nuestra protagonista de hoy. Y es improbable que se enganchen a la tele para ver películas de Aurora Bautista en el 'Cine de barrio' que presenta Alaska la tarde de los sábados en La 1. En algunos casos, ese desdén es injusto, porque la actriz de origen vallisoletano, aunque nacida en Villanueva de Los Infantes (Ciudad Real), nos ofreció en 1964 una interpretación conmovedora encarnando a Tula en una de las mejores películas del cine español, 'La tía Tula' (Miguel Picazo, 1963-64) basada en la novela homónima de Miguel de Unamuno. Esa película hay que verla.
Los orígenes y la posterior etapa de madurez de Aurora Bautista fueron teatrales. En esa faceta era muy exigente y comprometida. Interpretó personajes de Lope de Vega, Lorca, Faulkner, Tennessee Williams, Arrabal... En sus inicios, Cayetano Luca de Tena la dirigió en 1945 en el teatro Español con la comedia de Shakespeare 'El sueño de una noche de verano'. Así comenzó su carrera. Era a la sazón una actriz de voz engolada, muy melodramática. Cuando interpretó a Juana la Loca en 'Locura de amor', lo mejor y lo peor de la película es ella y su tono declamatorio. Tan exagerada era que su estilo puede considerarse hoy día como vanguardia pura. Aquella desmelenada forma de sufrir, luego matizada con el tiempo, dio lugar a una deliciosa anécdota. En los ensayos de 'Yerma', dirigidos por Luis Escobar en el Español, Aurora, desaforada, se puso muy trágica ya en la primera escena. Demasiado trágica y desgarrada, quizá. Escobar, futuro marqués de Leguineche en la 'saga nacional' de Berlanga, saltó de su asiento y gritó, con su voz no menos llamativa: «¡Aurorita, por Dios, que todavía no ha pasado nada!»
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El tiempo sí pasa, y con él llegan a veces inesperadas reivindicaciones. Es posible que Aurora Bautista deje de ser una actriz olvidada para muchos y se convierta en inolvidable para todos. En la fundamental 'Antología del cine español (1906-1995)', obra colectiva de mil páginas coordinada por Julio Pérez Perucha y editada por Cátedra, José Luis Téllez califica la vilipendiada 'Pequeñeces' de «obra maestra incuestionable y melodrama ejemplar». En ese mismo libro, Román Gubern dice que en 'La tía Tula', Picazo convirtió a la eximia Aurora «en una contrafigura reprimida de las heroínas que había encarnado antes bajo la dirección de Juan de Orduña». Y Gonzalo de Lucas, en 'El deseo femenino del cine español (1939-1975)', también de Cátedra, sostiene que la Bautista «modula una visión crítica sobre la relación frustrante entre el deseo y el cuerpo femenino durante el franquismo (y) acaba encontrando en los micro-movimientos del rostro y otros gestos, potenciales creativos de insurrección que prefiguran la modernidad».
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Aurora Bautista fue una avanzada a su tiempo y seguramente nunca lo supo.
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