B. S.
Jueves, 13 de enero 2022, 00:26
Los perros son unas mascotas de lo más fieles y unos compañeros de lo más leales. Los que vivan con uno (o con más de uno) pueden dar fe de ello. Aunque conlleva una gran responsabilidad, estos animales acaban convirtiéndose en nuestros mejores amigos.
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Leales y protectores, los canes aman sociabilizar. Para ellos, el paseo es su momento favorito del día. En él, además de realizar sus necesidades, se encuentran con otros perros con los que juegan y se relacionan.
Aunque los perros no hablen, a veces parece que podamos entenderlos. Nuestras mascotas tienen un lenguaje propio y una de las partes del cuerpo con la que más comunican, además de con la mirada, es con la cola. Con el rabo nos pueden saludar y también expresar sentimientos como alegría, tranquilidad e inseguridad.
Además, son de lo más inteligentes. Nuestra mascota parece saber cuándo le toca salir a la calle, cuándo va a comer o, incluso, cuándo está a punto de regresar un miembro de la familia. Como en la película de 'Siempre a tu lado, Hachiko', en la que el perro del protagonista le recoge, cada tarde, de la estación de tren a su salida del trabajo.
Aunque es un comportamiento muy humano, los canes saben qué hora es y eso que no disponen de un reloj como los humanos en su muñeca o colagado en la pared. Cualquiera que tenga un perro en su hogar se habrá dado cuenta de ello.
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Esto se debe a la capacidad para retener algunos patrones. Los perros se acostumbran a la rutina de sus dueños y de las personas con las que vive. Por esta razón conocen cuándo se acerca la hora de hacer alguna de sus actividades diarias.
El hecho de tener un sentido del olfato muy desarrollado también les ayuda. De hecho, son capaces de percibir olores que los humanos no podemos. Pueden distinguir el olor de cada persona durante horas y capturar esas partículas olorosas para calcular su concentración. Si sus dueños siempre llevan el mismo horario, sabrán así el tiempo que les queda para que regresen. Lo mismo ocurre con los olores de las habitaciones. El olor de las estancias se va moviendo a medida que avanza el día. Esos ciclos de olores les permite anticipar actividades diarias que se producen en horas establecidas, como la comida o el paseo.
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