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El dinero no siempre lo compra todo. Hay productos de lujo como los relojes o coches de lujo que no puedes comprar aunque seas multimillonario. La firma decide si te los vende o si te pone en una lista de espera que puede alcanzar años. ... Es una práctica de las empresas de lujo para restringir el acceso a sus productos. Y, ¿por qué lo hacen? Por estrategia de marca. Lo explica Mapi Paricio, profesora de moda en el CEU Cardenal Herrera. «El sector de lujo trabaja con productos aspiracionales, y quiere que sólo un determinado perfil de comprador acceda a su producto. Si quieres que ese producto sea aspiracional no sólo tienes que venderlo a un precio elevado y que el acceso sea difícil, sino que lo asocies a determinado tipo de personas con un elevado estatus; la marca juega mucho con a quién da acceso a este tipo de productos».
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En la práctica, esto significa que si tú tienes millones en tu cuenta bancaria y quieres comprarte un bolso Birkin o Kelly de Hermès, no siempre puedas hacerlo. Es más, lo probable es que, si no te conocen, no te lo vendan o bien el plazo para obtenerlo sea excesivamente largo.
Lo que ha sucedido en Estados Unidos es que dos señoras millonarias han denunciado a Hermès por estas prácticas restrictivas. Según publica el digital Fashionunited, dos ciudadanos residentes en California han demandado a la firma francesa por prácticas opacas. La acusan de prácticas comerciales abusivas y anticompetitivas y de diseñar un sistema de venta opaco que impide en la práctica acceder a sus productos.
Más aún, la demanda destapa una práctica abusiva por parte de la firma francesa. Según la demanda a la que ha tenido acceso el citado medio, «el atractivo único, la increíble demanda y la escasa oferta de bolsos Birkin otorga a los demandados, el grupo Hermès, un poder increíble en el mercado; para el que además la multinacional del lujo francesa puso en marcha un plan para explotar este poder, al exigir a los consumidores que compraran otros productos auxiliares de la firma antes de tener la oportunidad de comprar un bolso Birkin, una estrategia que permitió a la casa aumentar efectivamente el precio de los bolsos y, por tanto, los beneficios que obtienen de los bolsos, que no se pueden comprar a través de la página web de Hermès y que los consumidores sólo pueden adquirir yendo físicamente a una tienda minorista» de la firma.
Mª Ángeles Miguel, que fue directora de Hermès Valencia entre los años 2003 a 2010, dice que en su experiencia en la tienda jamás ha aplicado esta práctica. «Aunque es verdad que hace muchos años y el mercado del lujo es cada vez más competitivo«. Ella es consciente de que existen técnicas de venta cruzadas, es decir, intentar venderte un producto para que compres otro. «De ahí a coaccionar a los clientes, demostrar eso es complicado», añade. «Mi experiencia de venta en Hermès o Ferragamo no lo he vivido nunca, es inaudito, pero te estoy hablando de una época que ya no es la de ahora».
El problema es que si todo el mundo quiere comprar un Birkin o un Kelly y se trata de una producción artesanal con unas unidades limitadas, es imposible responder a la demanda, que es mayor que la oferta. «Cuando yo trabajaba en Hermès, teníamos bolsos disponibles para que te los llevases en el momento, pero claro, igual era rojo y tú lo querías color cámel, no puede haber en una tienda veinte productos iguales con la misma piel, por eso hay que respetar los tiempos de producción y tienes que esperar a veces más de un año. En los coches también pasa, si lo quieres gris metalizado con llantas de acero automático, igual tienes que esperar o llevarte el amarillo que está en el concesionario».
Hasta aquí nada que objetar. El problema es cuando te dicen que una forma de saltarte esta lista de espera es convertirte en un cliente, es decir que te obliguen a comprar más cosas para hacerte un historia de cliente potencial. «Yo no agilizaba más un pedido porque tú fueses cliente vip», asegura De Miguel. «El personal de tienda no puede acelerar la producción, hay que esperar los plazos».
Un profesional de la venta de lujo que trabaja en Valencia, pero prefiere mantener el anonimato, sí cree que existen estas técnicas de venta opacas. «No sé trata sólo de que hayan pocas unidades a la venta, no es verdad, lo que sucede es que las firmas no quieren que cualquiera lleve sus bolsos. Cuando compras una pieza así, aparte de que seas clienta, tienes que escribir una carta de intención comprometiéndote a no revender el bolso, explicando para qué lo quieres. Entonces el director de la tienda decide si te lo vende o no. Sobre todo piezas como el modelo de cocodrilo color himalaya, que cuesta más de 50.000 euros».
Este profesional explica que es una práctica habitual también en firmas de lujo, que incitan al comprador a que se haga cliente. Por ejemplo, si quieres un reloj de una firma de lujo para regalarle a tu hijo, te dicen que no tienen, te ponen en lista de espera de cinco años y no respetan la lista, se los venden a los mejores clientes. La mayoría de las marcas te piden que compres otros productos para abrirte la puerta a los modelos más codiciados. Si no tienen a un amigo cliente que te los compre o te recomiende no te lo van a vender».
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El nudo gordiano de la demanda no es exactamente que no te vendan el bolso, sino que las condiciones que te ponen para vendértelo sean transparentes. «Ferrari lo dice públicamente, Chanel también, que aunque tú seas fiel y compres, yo soy el que decido a quién doy acceso a esos coches más exclusivos«. ¿Qué considera la marca como cliente fiel? »Tienen que ser transparentes y explicar cómo puedes acceder a esos productos limitados, porque al final la demanda lo que está diciendo es que no te voy a dar acceso libre aunque hayas comprado tantos pañuelos o bolsos», explica Mapi Paricio.
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