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Hubo una época no tan lejana en la que las tiendas de lujo de la calle Poeta Querol tenían bolsas de papel sin logo para esconder las compras y así que los clientes no tuvieran que destapar su poder adquisitivo. Tener dinero mientras el mundo ... se desmoronaba estaba mal visto. Fue a partir de 2008, con la resaca de la Copa América todavía sangrante y la crisis inmobiliaria mostrando su peor cara; quedaba fea esa ostentación que apenas unos meses antes había convertido Valencia en una ciudad donde las luces no se apagaban nunca y el champán lo bañaba todo.
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María José Carchano
Pero el tiempo pasa, y tras salir de una crisis completamente distinta, la del Covid, en la que el confinamiento no permitía mostrar hasta qué punto era abultada una cartera, el mundo se volvió un poco loco. De nuevo estamos en una época de exhibición, acentuado por las redes sociales, donde cualquier detalle marca la diferencia, donde la imagen lo es todo. Y, ahora sí, aquellos logos de grandes firmas que se escondían en los años de la debacle urbanística, salen de las grandes firmas y bajan por el escalafón social hasta llegar a Wallapop o Vinted. Porque hasta una bolsa de papel puede marcar la diferencia a los ojos de quienes les ven. Y si, además, Kim Kardashian aparece en un desfile de Balenciaga con una bolsa de papel en la mano, la locura se desata.
Pero, ¿en serio una bolsa de papel se puede revender? Un rápido vistazo por alguna de las plataformas de venta de segunda mano da muestra de ello. Hay de todo. Desde bolsas de papel de firmas más asequibles, como Scalpers, Noon, Pedro del Hierro o Brownie, que se venden de segunda mano a unos dos euros, pasando por marcas más reconocidas, como Pandora, Bimba&Lola, Tommy Hilfiger o Guess, en las que el precio sube a tres euros. Si hablamos de una bolsa de Apple o de Dolce&Gabbana se ofrece a seis euros, mientras que si es de la firma Zadig&Voltaire llega a los ocho. Ahora, si se trata de una bolsa de Gucci puede alcanzar los quince euros, y si es de Versace los veinte. La mayoría parecen estar en buenas condiciones, pero se venden incluso algunas que se ven gastadas por el uso. Y es que no deja de ser una bolsa de papel, que en TikTok ha conseguido encumbrarse gracias al 'do it yourself' (hazlo tú mismo). Se trata de rescatar el logo de la firma en la bolsa de cartón, plastificarlo y ponerle asas de cuero. O lucir la bolsa en un estante de la habitación para mostrar en la imagen que se sube a las redes.
Es curioso cómo las pequeñas bolsas de Tous o Pandora, marcas de joyería asociadas al lujo, se pueden vender a precios elevados, entre diez y doce euros, y que tiene mucho que ver con que son dos firmas muy imitadas -y falsificadas-, y las bolsas se venden para darles una sensación mayor de autenticidad. También las cajas se venden a buen precio. Por ejemplo, una de Louis Vuitton puede alcanzar los 40 euros en Vinted, y cualquier producto que se vende por plataformas de segunda mano tiene mayor valor si va con su caja original. Queremos vernos autentificados también si las compras son de segunda mano.
En el extremo opuesto, va ganando terreno el lujo silencioso. Aquel que no hace ostentación, y frente a los reconocibles estampados de Dolce&Gabbana surge la austeridad de Bottega&Venetta, por poner dos ejemplos. Porque vivimos en un mundo de contrastes. Y, como decía el distribuidor de Moët Chandon en Valencia, Javier Monedero, hay gente en Valencia que se gasta 30.000 euros al mes en botellas de vino. Pero no los ves.
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