Sonia Carrasco, de trabajar con Alexander McQueen a luchar por cambiar la industria

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Sin embargo, se resiste a ese término tan manido que es la 'sostenibilidad', aunque sus prendas son atemporales y está muy en contra de la ropa de usar y tirar; también de las producciones al otro lado del planeta. Pero esta mujer, que acaba de quedar finalista en el Vogue Fashion Fund 2023, cuyo premio ha ganado otra valenciana, Pepa Salazar, demostró desde el principio un talento que la llevó a los talleres del malogrado diseñador Alexander McQueen y luego al de Celina, con la mítica diseñadora Phoebe Philo, en una etapa que ha sido historia de la moda.

Sonia Carrasco tenía claro desde pequeña que su vida iba a estar cerca de la moda y por eso se licenció en Ciencias Empresariales y se graduó en Diseño de Moda en el IED de Madrid, para entrar inmediatamente por la puerta grande de la industria. Después de su paso por las dos grandes firmas (Alexander McQueen y Céline) regresó a España para crear su propia colección. «Sentía que ya era el momento para que mis ideas y valores tuvieran su espacio propio», decía en Vogue.

Cuando en 2019 nació su primera colección, ya afincada en Barcelona, hizo realidad un sueño que le permitió crear la moda que ella quería, donde el patronaje es la parte más importante de las prendas, y donde va unida la sastrería a las prendas de punto, sus grandes pasiones. «Una de mis obsesiones es el traje de punto», aseguraba en 2021. Pero, sobre todo, Sonia Carrasco cree que cada prenda es una obra de arte en sí misma, y por ese motivo el cuidado con el que las crea es su mayor valor.