El textil valenciano, del río de colores al tejido que cura

En aquellos años 80, cuando el río bajaba de colores, el sector del textil en la Comunitat Valenciana, concentrado en las llamadas comarcas centrales (l'Alcoià, el Comtat y la Vall d'Albaida), daba empleo a unos 70.000 trabajadores. Según Pepe Serna, presidente de la asociación Ateval, hubo dos hitos que marcaron un punto de inflexión. Por un lado, la paulatina desaparición de las limitaciones a la importación (entre 1995 y 2005) y, por otro, la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio. «Era un país en crecimiento que inundó el mercado europeo de productos propios».

¿Cuáles fueron las consecuencias? En los primeros doce años del nuevo milenio se perdió el 50% del empleo y el 40% de la producción. La situación, sobre todo en municipios como Ontinyent, Albaida, Bocairent, Cocentaina, Alcoy o Muro, donde se concentra el sector, fue muy complicada en unos años en los que la competencia exterior provocaron la desaparición de una parte del tejido textil, lo que causó una emigración de trabajadores que habían perdido su empleo, y una falta de expectativas laborales en la zona. «Nos hemos tenido que reinventar», explica Serna, que apunta que desde 2013 el sector ha ido manteniéndose o creciendo. «No estamos para echar las campanas al vuelo porque la situación económica en general nos afecta, con un contexto de inflación alta, del aumento de precios energéticos y también de los costes financieros. No somos un bien de primera necesidad, como la alimentación, y se nota». Serna destaca sin embargo que desde 2019 se ha mantenido el número de empresas, 1.400 en la Comunitat que emplean a 23.000 trabajadores, con una facturación de 2.100 millones de euros y una exportación de 1.100.

Noticia Relacionada

«Espero que alguna vez llegue una moda unisex de verdad»

¿Cómo ha conseguido aguantar los últimos embates macroeconómicos el sector textil? «Se ha ido adaptando el modelo productivo, dando valor a la calidad, a la innovación, a la profesionalización…». Los fabricantes se han tenido que reinventar para buscar nichos de mercado y poder hacer frente a unos márgenes muy ajustados porque se trata de un sector muy competitivo. Hay quien ha apostado por marca, por imagen, por servicio, por la entrega rápida... Pero sobre todo por un producto con mayor sostenibilidad, por la digitalización, la innovación o la creatividad. O todo a la vez. Ejemplos de empresas punteras que apuestan por la sostenibilidad son Recover -una spin-off de Hilaturas Ferre- o Ecolife, las dos en Banyeres, que han centrado sus esfuerzos en la fabricación de hilos y telas sostenibles. También Jeanología, que ha conseguido envejecer vaqueros sin el uso de agua ni químicos. «El futuro es la economía circular y las prendas más duraderas», explica Serna.

El instituto tecnológico AITEX ha jugado un papel fundamental en la innovación y también en la sostenibilidad, y en el centro se investiga desde cómo reciclar las telas que están compuestas de varios materiales, uno de los grandes desafíos del sector, hasta crear tejidos funcionales que incorporen sensores ambientales, luminosidad, calefactables, fotovoltaicos, antenas... Y llegar hasta el punto de que los textiles curen.