Vestir siempre igual, ¿más que una moda?

No ha sido el único, porque Steve Jobs abrió caminos, y no sólo en el mundo de la tecnología. Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta (Facebook, Instagram, Whatsapp) también decidió que no iba a perder tiempo en elegir la ropa que cada día tendría que ponerse. En el caso de Mark, su vestimenta está protagonizada por una camiseta gris que firma el diseñador Brunello Cucinelli, y que en su web se pueden adquirir por 350 euros, aunque a Mark se las hacen a medida, con lo que el precio se puede disparar.

Según explicó el propio Mark, la decisión se debía a que quería organizar su vida «de manera que tenga que tomar el menor número posible de decisiones». Según algunos estudios científicos, los seres humanos solamente tenemos capacidad para acertar en una cantidad limitada de decisiones que tomamos al día, y el ejecutivo piensa así que una de ellas no tiene por qué ser algo tan 'banal' como la vestimenta diaria.

Hay otra persona, menos conocida, que también decidió en su día que la ropa no sería su dolor de cabeza mañanero. En este caso, la diferencia más importante es que se trata de una mujer. En 2015, Matilda Kahl era directora creativa de la reconocidísima agencia de publicidad neoyorkina Saatchi & Saatchi cuando se propuso «simplificar mi lucha de todas las mañanas». Se compró quince camisas blancas de seda, quince pantalones negros y se puso un pequeño lazo al cuello para darle un punto de personalidad. Ocho años después, sigue con el mismo tipo de ropa, aunque ha tenido que renovarla, claro está, por uso, y también durante los meses que estuvo embarazada, por razones evidentes.

Todavía hoy, cuando a Matilda Kahl le hacen alguna entrevista, ahora como directora creativa de Sony Music en Suecia, surge el tema de la vestimenta, «la perorata habitual», la define Matilda, que ha tenido que sufrir muchas más críticas por el hecho de ser mujer. Ellos en realidad siempre han tenido un uniforme de trabajo que consistía en un traje, y lo que han hecho es transformarlo en algo mucho más informal. En ellas parece menos aceptado por la sociedad, pero Matilda siempre tuvo claro que esta decisión le había permitido rebajar sus niveles de estrés y «simplificar una lucha de todas las mañanas». Es cierto, sin embargo, que en su perfil de Instagram se pueden apreciar imágenes en su tiempo de ocio en las que viste con otro tipo de prendas. Para ella, igual que lo era para Steve Jobs o Mark Zuckerberg, es un uniforme de trabajo, en el caso de Matilda firmado por una firma sueca llamada Filippa K.

Lo cierto es que tanto Filippa K como Brunello Cucinelli, los diseñadores por los que han apostado estos dos ejecutivos que han uniformizado su ropa de diario, son grandes exponentes de lo que se ha venido a llamar el lujo silencioso, marcas y firmas que apuestan por el minimalismo, por la sencillez, por la calidad en los tejidos y por el trabajo manual más allá de logos y estridencias. Ese lujo tiene que ver con experiencias sensoriales que aprecian el tacto de la mejor camisa de seda con una ejecución perfecta o incluso una camiseta lisa del mejor algodón orgánico.

Así, entre esas marcas que han alzado el vuelo con un ADN minimalista hay firmas nicho como la italiana Loro Piana (que ha adquirido el gigante del lujo Louis Vuitton) o The Row, de las gemelas Mary Kate y Ashley Olsen, y que son el paradigma del minimalismo más puro. Otras más conocidas que también apuestan por ir a la esencia son Miu Miu, Max Mara o Bottega Veneta. O la firma Cos, cuya camiseta blanca se ha convirtió en una prenda aspiracional que ha sobrevivido temporada tras temporada.

Elena Regadera, asesora y consultora de imagen, cree que la elección de vestir siempre igual en el trabajo «puede ser adecuada en ciertos casos, especialmente si valoras la eficiencia y la simplicidad en la elección de tu vestimenta». No obstante, la estilista valenciana opina que es importante considerar «el entorno laboral, la cultura de la empresa y los propios objetivos personales como forma de expresión de una marca personal». De hecho, Regadera piensa que es una decisión que no debería afectar negativamente a la productividad de una persona ni a la percepción que tienen sobre ella a nivel profesional, y destaca algunas consideraciones sobre qué dice sobre una persona el hecho de vestir siempre igual:

1. Consistencia y simplicidad. Eficiencia en el trabajo.

2. Enfoque en el trabajo. Signo de compromiso y profesionalidad.

3. Falta de interés en la moda. No querer mostrar la individualidad a través del vestuario.

4. Personalidad consistente. Muestra de estabilidad y confianza.

5. Mente minimalista. Valorar la sencillez.

No obstante, «mi trabajo como asesora y consultora de imagen con mis clientes consiste en utilizar el estilismo como herramienta de comunicación de las personas, a través de los colores, prendas, tejidos... Que todo esté en coherencia con nosotros y con nuestra marca personal», explica Elena Regadera.