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A Vicente Gallart le gusta mucho hablar, y si es de moda, el tiempo se detiene. Todavía se acuerda como si fuera ayer de su fascinación por ella, asociada siempre a la televisión, el cine y la música. «Quienes me conocen saben que soy DJ ... profesional desde que tenía quince años, y todavía no me he retirado», ríe divertido, mientras se acuerda de la música disco, de personajes como Donna Summer, Boney M, Village People y, cómo no, los Bee Gees. «Ahí es donde comienzo a sentirme atraído con todo lo que tiene que ver con la imagen en relación con la música». No podrá olvidar cómo, cuando apenas había cumplido los ocho años, descubre a David Bowie. «Me enamoré literalmente de Bowie, me sentía increíblemente identificado con él».
Se acuerda de sus tardes pegado a la televisión viendo Aplauso o Los Ángeles de Charlie. «¿De dónde han salido estas tres mujeres?, decía yo, y en vez de jugar al fútbol estaba memorizando todo lo que veía a través de la televisión». Fue el germen de una historia en la que el cine también jugó un papel fundamental. «Me tenían que llevar al cine casi cada fin de semana, tal era mi ansia por el cine. Nunca olvidaré las tardes en alguno de los cines de reestreno de Valencia, como el Serrano, o el Tyris, o el día en que mi tía me llevó a ver 'Cantando bajo la lluvia'. Salí alucinado por el espectáculo de belleza». Por eso en sus clases Vicente Gallart les insiste a los alumnos en que no se puede entender la moda sin ser una persona inquieta con respecto al resto de disciplinas artísticas. «Yo cuando enseño moda intento que los alumnos se animen a cultivar todo ese background cultural para poder entender lo que las firmas y los diseñadores de moda crean. Y el libro es un reflejo de esto».
Junto con Elena Mir, Vicente Gallart ha publicado un libro que se llama 'Viaje a través de la moda', y que bebe del contenido que este valenciano preparó para la asignatura de Historia de la Moda. «Es muy fiel a mí, porque explica la historia de la moda interactuando con el cine, el teatro o la televisión. Es como se entiende en el siglo XXI, como la entiendo yo, pero en los noventa, cuando yo empecé en Vogue, eran disciplinas separadas».
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Volvamos atrás. A un padre que era futbolista profesional, que militó en las filas del Levante, que fue uno de sus jugadores históricos. «Dicen que me parezco mucho a él», y no porque heredara su pasión por el balón, sino por la música. «Dentro de mí me sentía diferente, en un universo muy íntimo que solo compartía con algunos amigos y primos, que mutaba de puertas afuera con el aspecto de un niño absolutamente normal» viviendo en una casa de hermanos mayores y de los que se empapó. «Mi hermano Fernando es el que canta, el que toca la guitarra y el piano. Mi primo, Rafa Cervera, es periodista musical y escritor. Y mi hermana Carmen es arquitecta. Vengo de ahí, y todo esto tuvo mucho que ver en mi educación desde el punto de vista cultural y creativo». Así que Vicente Gallart parecía destinado a entrar, ya de adolescente, por la puerta de la tienda de Francis Montesinos en el barrio del Carmen.
Hubo un antes y un después de aquel día en que llegó a aquel lugar de la mano de su hermana, a la que le encantaba la moda y se convirtió «en una de las musas y clientas favoritas de Francis». No sólo estaba el diseñador, también su equipo creativo, entre los que estaban nombres como Valentín Herráiz. «Me emocionaba muchísimo poder estar como espectador, como voyeur, de una época fascinante, de aquella movida de modernidad absoluta. Me acuerdo también de los hermanos de Javier Mariscal en su tienda 'Tráfico de Modas'. Y de Francis siendo la primera persona en darse cuenta de que me iba a dedicar a la moda». Aquel adolescente aparecía en lugares donde un chaval de su edad no solía estar, y le cambió la vida.
Y fue en aquella tienda donde Vicente Gallart se dio cuenta de que lo suyo no era el diseño, tampoco el estilismo, por poner ejemplos. «Lo mío era contarlo, comunicarlo, a través del periodismo». Y ese fue el camino que emprendió en la universidad y, luego, en Madrid. «Para mí fue como llegar y besar el santo». Después de tres años trabajando en un gabinete de prensa dedicado a temas de consumo, le llega una oportunidad de poder trabajar en Vogue. «Es impactante que pudiera entrar a trabajar en mi revista favorita, con la que siempre había soñado«. Primero como diseñador gráfico, hasta que la directora de Vogue se dio cuenta de que Vicente Gallart era una enciclopedia andante. »Me sabía todos los nombres de diseñadores, modelos, celebrities…
«Empecé como redactor y aprendí sobre la marcha porque la directora de Vogue confió en mí. Yo aprendí un poco a tortas, y me pasó de todo en la redacción de Vogue. Me acuerdo mucho de tomar nota de todo, de escuchar mucho. Hasta que Yolanda Sacristán me convirtió en editor de moda. Estuve de 2000 a 2008. Y tuve mucha suerte porque fue la última época dorada de las revistas de moda impresas». En aquella época empezó a viajar, a asistir a todas las Fashion Week, a poder entrevistar a todos los grandes protagonistas de la moda. Después de Vogue llegó GQ y otras revistas como Telva, Yo Dona, S Moda…
«Al final de mi etapa de GQ me planteé entrar en el ámbito editorial, me propuse escribir libros, que para mí era la máxima dificultad. Y le pregunté a Naty Abascal si le apetecía escribir un libro conmigo». En la primera semana de lanzamiento de '100% Naty, un manual de estilo' se llegaron a vender ocho mil ejemplares, algo inaudito para ser un libro de moda. Después llegó 'Irresistibles', dedicado a las it girls del siglo XX, con el que «me demostré a mí mismo que podía escribir un libro sólo». Con 'Viaje a través de la moda' pretendía escribir «un libro de largo recorrido, que fuera un manual que perdurara en el tiempo. Y ya va por la segunda edición. Es lo más importante, que siga vendiéndose. Y ya veremos dónde llega».
Si pudieras elegir una década para vivir, ¿con cuál te quedarías?
Los años sesenta, para poder vivir la modernidad. Me hubiera gustado conocer la Factory de Andy Warhol, aunque la tienda de Francis en el Carmen fue como mi Factory particular y estoy muy orgulloso de ello porque mi madre es del barrio del Carmen y mi padre del Mercado Central. Yo me crié de pequeño en el casco histórico.
¿Un diseñador?
Si tengo que elegir un diseñador español, me quedo con Sybilla. Ya sé que podía decir Balenciaga, que es el gran genio español de la moda, pero conecto más con la modernidad y el minimalismo sofisticado de Sybilla. Me parece fascinante y absolutamente intemporal.
¿Internacional?
Un diseñador que llegó para romper las reglas y para revolucionar la moda fue Yves Saint Laurent. Es sin duda mi diseñador de cabecera.
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¿Alguien que sea un talento emergente, que vaya a dar que hablar en el futuro?
Es complicado porque genios como Alexander McQueen no ha habido. Ni los hubo durante la década pasada ni en ésta, aunque nunca se sabe. Lo que sí tengo claro es que los diseñadores emergentes que para mí cuentan y que de alguna manera van a perdurar y van a ser grandes son aquellos que desde el minuto 0 tienen la sostenibilidad como punto de partida. Es una nueva generación que está llamada a cambiar las reglas de la industria de la moda para que deje de tener un impacto tan negativo en el medio ambiente. Vivimos esta revolución sostenible de la moda que está llena de confusión, de contradicciones, dificultades, revelaciones, sorpresas, pero en mi caso está resultando fascinante, y la estoy viviendo a través de mi propia página web ECOLOVER (@ecoloverlife en redes sociales), apoyando propuestas sostenibles y como testigo de todo lo que está pasando. ¿Quién me iba a decir que a mi edad iba a vivir semejante aventura?
Mójate. Un nombre nacional y otro extranjero.
Sin llegar a semejante nivel, destacaría el enorme talento de un diseñador español afincado en París que se llama Arturo Ovejero. Tiene un talento para el diseño único, tiene una personalidad y un universo propio que es muy importante para despuntar. Y forma parte del ADN la sostenibilidad. A nivel internacional me quedo con un nombre que me tiene loco, es de origen africano y su nombre es Thebe Magugu. Su talento es increíble, porque además viene a refrescar la moda con su cultura, con sus raíces. Porque consigue que el espíritu de un continente tan poderoso como África se adapte a las tendencias de hoy y a las prendas que se llevan. Estamos muy acostumbrados a que los diseñadores salgan de las capitales de la moda clásica, y me encanta que un joven sudafricano consiga hacer el ruido que está haciendo. Es de una belleza que me tiene enamorado.
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